domingo, 26 de agosto de 2007

-Fundación del Monasterio de Fresdelval.


El origen de este monasterio debemos buscarlo en una pequeña ermita de devoción mariana que según la tradición se remonta a los tiempos del rey godo Recaredo. Todo apunta a que este santuario correspondía a un templo parroquial elevado para atender las necesidades espirituales de un pequeño núcleo de población que existía en el lugar desde tiempo inmemorial.

El valle, generoso en agua y protegido por su orientación de los fríos vientos del nordeste, era propicio a este tipo de poblamiento, a ello se unía la estratégica posición que ocupaba al píe de una vía romana: la De Hispania in Aquitaniam que comunicaba la península con el resto de Europa atravesando Roncesvalles, ruta que más tarde coincidirá en parte con el Camino Jacobeo.

Con el abandono del valle quedó el templo medio derruido y desierto. Así permaneció sumido en el olvido y desprecio hasta que por el año 1320, reinando en Castilla Alfonso XI, se reedificó la iglesia por los vecinos de los pueblos limítrofes. El proyecto era modesto, pues lo que señalaban los antiguos cimientos excedía la capacidad de aquellas gentes, quedando la reedificación limitada a una pequeña ermita.

Va a ser en el reinado de Juan I de Castilla (1379-1390), cuando el culto a la imagen de la Virgen de Fresdelval reciba un nuevo impulso por la voluntad de Pedro Manrique, el viejo, Adelantado Mayor de Castilla, al que pertenecía el valle en que se emplazaba la ermita. Este caballero hizo juntar a los lugares de Vivar, Quintanilla y otros pueblos de los contornos para formar con todos ellos una cofradía y hermandad en aquella iglesia.
Con Pedro Manrique y especialmente con su único hijo, aunque ilegitimo, Gómez Manrique, comienza la protección que su estirpe concedió a Fresdelval y su advocación mariana, su devoción predilecta. Un favor intenso y constante que solo terminará con la extinción de sus últimos sucesores, los Padilla, a comienzos del siglo XVII.
En Guadalupe conoció don Gómez a la Orden de San Jerónimo, que ya apuntaba las características que iban a definirla toda su existencia: la solemnidad y compostura en el culto que tanto debió impresionarle y el favor de los reyes, que ya lo disfrutaba de Enrique III y del infante don Fernando.
Ello decidió al adelantado a elegir a esta orden para su fundación de Fresdelval. Comunicó su resolución al prior de aquel monasterio y a él pidió con este fin cierto numero de monjes. El fundador de los jerónimos dio tres religiosos para la creación de Fresdelval.
Por la documentación manejada sabemos que llegaron cuatro frailes que, junto al capellán del valle, se alojaron en las casas y palacio que el adelantado había edificado, de allí salían a hacer los oficios a la ermita.

Una vez instalados los jerónimos en el valle los religiosos decidieron que se debía levantar el convento junto a la antigua ermita. Acopiados los materiales, se abrieron los cimientos y se puso la primera piedra el 25 de marzo de 1404, día de la Anunciación. Los trabajos de construcción fueron a buen ritmo y en ellos, según la tradición recogida, intervinieron los religiosos con sus propias manos.
A la muerte de Gómez Manrique, sobrevenida en Córdoba el 3 de junio de 1411, la iglesia debía estar prácticamente finalizada. En ella fue enterrado el 9 de julio de ese mismo año tal y como había dispuesto en su testamento.
El resto de las edificaciones conventuales sufrirán retrasos en su construcción, principalmente debido al incumplimiento de los compromisos contraídos por la viuda de don Gómez, Sancha de Rojas. Pero la fundación de Gómez Manrique, magníficamente seguida por sus hijas, iba a encontrar su prolongación en muchas de las estirpes formadas por éstas. Parece que los nietos y descendientes de don Gómez Manrique rivalizan durante el siglo XV en la protección de la fundación de su antecesor.
Fuente: www.fresdelval.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario