domingo, 5 de agosto de 2007

-Galería del Silex



En noviembre de 1972, las labores de prospección que el Grupo Espeleológico Edelweiss de la Excma. Diputación Provincial de Burgos estaba desarrollando en la Sierra de Atapuerca propiciaron el descubrimiento en Cueva Mayor, tras una penosa desobstrucción a través de un pequeño y tortuoso acceso, de un nuevo conducto que fue bautizado como Galería del Sílex (Antón, 2001).
La rápida valoración de su excepcional importancia motivó que, gracias al apoyo económico de la Corporación Provincial, fuera cerrada de inmediato, aprovechando también para cerrar el acceso al propio Portalón de Cueva Mayor, cuyas gestiones ya se habían iniciado un año antes por José Luis Uribarri, presidente del Grupo Edelweiss, ante Martín Almagro, Comisario General de Excavaciones Arqueológicas y ante José Mª Codón abogado de la Familia Inclán, propietaria, por aquel entonces, de Cueva Mayor.
A los pocos días, por indicación de Martín Almagro, Juan Mª Apellániz, profesor de la Universidad de Deusto, se puso en contacto con José Luis Uribarri, mostrando su interés en estudiar el citado yacimiento. Nacería así un equipo de trabajo que, a pesar de las penurias económicas, abordó 10 campañas de excavación, entre 1973 y 1983, en el Portalón de Cueva Mayor, así como el estudio de la Galería del Sílex que se prolongaría hasta 1987. Fruto de aquellos trabajos fueron dos monografías sobre la Galería del Sílex, siendo sus autores el propio Apellániz y dos miembros del G. E. Edelweiss, José Luis Uribarri y Salvador Domingo, la primera centrada en el estudio del arte rupestre del Santuario (Apellániz y Uribarri, 1976) y la segunda en el pormenorizado estudio sobre los elementos de cultura material, restos antropológicos y zoológicos depositados a lo largo del recorrido de esta galería (Apellániz y Domingo, 1987).

En los últimos años, dentro del Equipo de Investigación de Atapuerca, y bajo la coordinación de Marcos García y Ana Isabel Ortega, se ha iniciado una nueva revisión de las estaciones con manifestaciones de arte rupestre del Sistema Cueva Mayor-Cueva del Silo, siendo su principal exponente la Galería del Sílex.
Geomorfológicamente la Galería del Sílex representa a un conducto de grandes dimensiones y recorrido sinuoso, con 500 m de desarrollo en su eje principal (920 m si incluímos sus escasas laterales, principalmente simas), que destaca por su belleza natural (Martín et alii., 1981). Genéticamente forma parte del sistema kárstico Cueva Mayor-Cueva del Silo, correspondiendo al tramo inicial del nivel superior, que continuaría, antes de los hundimientos que darían lugar a las actuales entradas, por el Portalón, la Galería Principal o Salón del Coro y la Galería de las Estatuas.
Las secciones de la Galería del Sílex son bastante amplias, su anchura media es de unos 10 m y cuenta con alturas que oscilan, por lo general, entre 5 y 10 m, si bien los 15 m de altura son fácilmente superados cuando los hundimientos de su piso de concreción permiten vislumbrar tramos que discurren a cotas mucho más bajas.
La Galería del Sílex destaca por la profusión de los espeleotemas: grandes estalactitas y estalagmitas, gruesas columnas y bellas coladas de concreción tapizan casi todo su recorrido, proporcionándola una especial belleza que se ha conservado intacta hasta nuestros días, gracias a que ha permanecido aislada de los curiosos debido al hundimiento de su entrada original. Esta belleza contrasta bruscamente con otras zonas del mismo nivel de Cueva Mayor, como la Galería de las Estatuas en que, si bien también presenta grandes estalagmitas y columnas, éstas se encuentran muy alteradas por el trato poco respetuoso dispensado por los visitantes ocasionales de la cavidad durante los últimos siglos.
El hundimiento que originó el actual acceso al Portalón de Cueva Mayor, aisló de ésta a la Galería del Sílex, que durante la Prehistoria reciente contó con otro acceso independiente utilizado por las mismas gentes que habitaban en el Portalón. Finalmente ese acceso independiente acabó por colmatarse, dejando aislada a la galería durante los últimos 3.000 años, hasta que, en 1972, una desobstrucción llevada a cabo, por miembros del G. E. Edelweiss, en un extremo del Portalón, permitió su descubrimiento y, de nuevo, el enlace físico con el resto de Cueva Mayor.

Arqueológicamente el yacimiento de la Galería del Sílex se corresponde a un espacio que fue utilizado en la Prehistoria reciente y que no fue fosilizado por estratos sucesivos. El reloj del tiempo se paró, dejando de marcar las horas, debido al cierre por colmatación del sector de la entrada original en un momento tardío e incierto de la Edad del Bronce. Este hecho motivó que el registro antropológico y arqueológico de las actividades llevadas a cabo en su interior se preservara in situ y en un estado de conservación excepcional.
 Los estudios anteriormente citados mostraron la gran variedad y diversidad de manifestaciones arqueológicas localizadas y desarrolladas en el interior de la Galería del Sílex, que para estos investigadores tienen una explicación desde el mundo sacral o cultual, haciendo corresponder a dicha galería con un "recinto destinado a acciones de significado simbólico (...) un santuario" (Apellániz y Domingo, 1987: 264), de las poblaciones pastoriles, que practican la agricultura y la caza, que habitan el entorno kárstico de la Sierra de Atapuerca, en alternancia con los poblados al aire libre, al igual que lo hacían las poblaciones que vivían en las zonas montañosas de la periferia de la Meseta, desde el Neolítico hasta finales de la Edad del Bronce (Apellániz y Uribarri, 1976). Recientes dataciones de Carbono 14 sobre los carbones de dos pinturas negras de este santuario han proporcionado una cronología de 3530 +/- 110 BP y 3670 +/- 40 BP respectivamente, que las relacionan con la primera mitad de la Edad del Bronce (García et alii., 2003).
Entre las manifestaciones arqueológicas que existen en la Galería del Sílex destaca, por su significación, el arte rupestre. En sus paredes estos autores documentaron un amplio corpus iconográfico de grabados y pinturas, negras y rojas, distribuido en 53 paneles. La temática se compone de formas lineales y geométricas (retículas simples y con apéndices laterales, parrillas, trazos simples, puntos formando hileras, arboriformes, pectiniformes, tectiformes, zig-zags, serpentiformes, ...), asociadas a la estética abstracta, y una gran variedad de representaciones humanas y de animales de carácter esquemático (Apellániz y Uribarri, 1976).
También variada y compleja es la representación y distribución de los elementos de cultura material publicada en la segunda monografía (Apellániz y Domingo, 1987). Son singulares las evidencias que apuntan a la presencia, en el tramo final de la galería, de una explotación de sílex realizada durante la Prehistoria reciente, sin poder aportar una cronología más concreta por no disponer de dataciones radiométricas.
No obstante, lo más destacable es la presencia de restos fragmentarios y dispersos de cerámicas y en menor medida de restos óseos humanos y de fauna, así como de elementos de industría lítica y ósea, que aparecen diseminados por toda la galería, aunque con diferentes grados de concentración (Apellániz y Domingo, 1987).

Entre el lote de evidencias líticas se han recuperado siete láminas, seis lascas, tres puntas foliáceas -dos con pedúnculo central-, un elemento de hoz, un segmento de círculo y un hacha pulimentada, al que hay que añadir seis piezas, principalmente elementos apuntados, que conforman la representación de la industria ósea.
Los restos faunísticos están constituidos por un pequeño conjunto de huesos que ponen de manifiesto la presencia de fauna doméstica, entre los que abundan restos de once ovicápridos, tres cerdos, un bóvido, un équido, y un perro. La fauna salvaje está menos representada, destacando los restos de cinco liebres y cuatro conejos, con evidencias de un individuo de las siguientes especies: ciervo, jabalí, zorro, gato montés y oso pardo.
 El conjunto cerámico está ampliamente representado y cuenta con una gran diversidad, pareja al registro del conjunto de arte rupestre. Sus 6.000 fragmentos forman un corpus de, al menos, 293 vasos y vasijas, de una amplia variedad formal y decorativa, cuyos paralelos tipológicos sugieren una ocupación ininterrumpida de la galería desde el Neolítico hasta el Bronce Final.
Entre todo el conjunto de materiales destaca, por su significación y simbolismo, la presencia de restos humanos. Este conjunto estaba compuesto principalmente por pequeñas agrupaciones de diversos huesos que aparecían dispersos por la superficie de la galería y las simas, y que representaban esqueletos incompletos de, al menos, veinticinco individuos, ocho de los cuales eran adultos, cinco jóvenes y doce niños.
Otros elementos que denotan la singularidad de este yacimiento son los "monumentos circulares", conjunto compuesto por 9 círculos de piedras que, Apellániz y Uribarri (1976), hacen corresponder con construcciones llenas de sentido religioso, aunque no se ven capaces de comprender su significado. Además, la galería presenta otras estructuras antrópicas de significado desconocido como son la presencia de tres silos, excavados en el sedimento arcilloso, y de una gran estructura, construída con arcilla y espeleotemas rotos, para el almacenamiento de agua, asociada a una zona de mayor infiltración.
Por todo lo expuesto, el conjunto de manifestaciones arqueológicas de la Galería del Sílex muestra una gran complejidad de los registros, así como una gran dificultad de comprensión de los acontecimientos que se insinúan, dentro del marco crono-cultural de los momentos avanzados de la Prehistoria reciente, relacionado con especial énfasis en los momentos de la Edad del Bronce. La asociación y distribución espacial de las evidencias, preferencialmente de los elementos cerámicos, artísticos y antropológicos pone de manifiesto un registro arqueológico desvinculado de actividades de carácter económico y cotidiano, en el que el reducido conjunto de piezas líticas y óseas se aleja del patrón asimilable a yacimientos con registros de habitación.
El estudio de las cerámicas mostró una dispersión espacial, donde fragmentos de un mismo recipiente se encontraban dispersos en diferentes puntos de la cavidad, a veces muy distanciados entre sí, que ha puesto de manifiesto una intervención antrópica en la fracturación de las vasijas en el interior de la Galería del Sílex y su posterior distribución intencional y desigual a lo largo del recorrido de la misma, incluídas grietas, simas y hornacinas.
Por su parte, la distribución de los restos humanos en pequeños grupos individualizables mostró la existencia de una deposición secundaria de los cuerpos, al representar cada conjunto huesos correspondientes a restos incompletos de varios individuos. Además, se ha señalado en uno de los cráneos la existencia de raspados antrópicos, lo que podría ser interpretado como marcas de un tratamiento de descarnado previo de los cuerpos antes de su deposición última en el interior de la Galería.
Y por último, el arte rupestre constituye un elemento arqueológico desvinculado, en primera instancia, de actividades de carácter económico o doméstico. Además, en el corpus temático y en la distribución espacial del dispositivo iconográfico destaca la figura de los antropomorfos. Todos estos elementos apuntan a la realización de actividades relacionadas con el mundo funerario, donde el carácter colectivo de los enterramientos y el ritual (cerámicas y arte principalmente) representarían un papel importante.
Todos estos elementos apuntan a la realización de actividades relacionadas con el mundo funerario, donde el carácter colectivo de los enterramientos y el ritual (cerámicas y arte principalmente) jugaron un papel importante, aceptándose plenamente de este modo el término de Santuario para la Galería del Sílex.
Según lo expuesto, la Galería del Sílex se adapta bien a la teoría interpretativa, dentro del arte prehistórico, de lugar sagrado o de culto a los antepasados, vinculada desde el principio al arte esquemático, que considera que los lugares con arte rupestre están íntimamente ligados a los enterramientos, al concepto de la muerte y a las ceremonias funerarias (Gómez-Barrera, 2001). En este contexto, el arte, en algunos casos juntamente con otros elementos materiales (cerámicas, colgantes, instrumentos líticos, etc.), y los restos humanos formarían parte del ritual.
Para comprender el por qué de las manifestaciones artísticas o cultuales que se dan en la Galería del Sílex, podemos rescatar la interpretación de Apellániz quien, en 1976, argumentó, en relación a las primeras, que se estaba ante la expresión de concepciones simbólicas y religiosas realizadas mediante medios plásticos, que plasmaban una expresión de creencias religiosas que dictaminan un arte al servicio de la religión, en el que el conjunto de unidad de elementos que conforman la Galería del Sílex es lo que le aportaría la categoría de Santuario. La abstracción y el paso del tiempo nos impide conocer el significado de dichos actos sacrales y rituales, donde el carácter funerario debe estar presente en un mundo más sacralizado, como el de la Prehistoria.

Fuente: http://grupoedelweiss.com/web/index.php/principales-karst-mainmenu-49/atapuerca-mainmenu-56/22-el-santuario-de-la-galerdel-sx 
Escrito por Ana I. Ortega y M. Martín



No hay comentarios:

Publicar un comentario