En noviembre de 1972, las labores de prospección que
el Grupo Espeleológico Edelweiss de la Excma. Diputación Provincial de
Burgos estaba desarrollando en la Sierra de Atapuerca propiciaron el
descubrimiento en Cueva Mayor, tras una penosa desobstrucción a través
de un pequeño y tortuoso acceso, de un nuevo conducto que fue bautizado
como Galería del Sílex (Antón, 2001).
La
rápida valoración de su excepcional importancia motivó que, gracias al
apoyo económico de la Corporación Provincial, fuera cerrada de
inmediato, aprovechando también para cerrar el acceso al propio Portalón
de Cueva Mayor, cuyas gestiones ya se habían iniciado un año antes por
José Luis Uribarri, presidente del Grupo Edelweiss, ante Martín Almagro,
Comisario General de Excavaciones Arqueológicas y ante José Mª Codón
abogado de la Familia Inclán, propietaria, por aquel entonces, de Cueva
Mayor.
A los pocos días, por indicación de Martín Almagro,
Juan Mª Apellániz, profesor de la Universidad de Deusto, se puso en
contacto con José Luis Uribarri, mostrando su interés en estudiar el
citado yacimiento. Nacería así un equipo de trabajo que, a pesar de las
penurias económicas, abordó 10 campañas de excavación, entre 1973 y
1983, en el Portalón de Cueva Mayor, así como el estudio de la Galería
del Sílex que se prolongaría hasta 1987. Fruto de aquellos trabajos
fueron dos monografías sobre la Galería del Sílex, siendo sus autores el
propio Apellániz y dos miembros del G. E. Edelweiss, José Luis Uribarri
y Salvador Domingo, la primera centrada en el estudio del arte rupestre
del Santuario (Apellániz y Uribarri, 1976) y la segunda en el
pormenorizado estudio sobre los elementos de cultura material, restos
antropológicos y zoológicos depositados a lo largo del recorrido de esta
galería (Apellániz y Domingo, 1987).
En los últimos años, dentro del Equipo de
Investigación de Atapuerca, y bajo la coordinación de Marcos García y
Ana Isabel Ortega, se ha iniciado una nueva revisión de las estaciones
con manifestaciones de arte rupestre del Sistema Cueva Mayor-Cueva del
Silo, siendo su principal exponente la Galería del Sílex.
Geomorfológicamente la Galería del Sílex representa a
un conducto de grandes dimensiones y recorrido sinuoso, con 500 m de
desarrollo en su eje principal (920 m si incluímos sus escasas
laterales, principalmente simas), que destaca por su belleza natural
(Martín et alii., 1981). Genéticamente forma parte del sistema kárstico
Cueva Mayor-Cueva del Silo, correspondiendo al tramo inicial del nivel
superior, que continuaría, antes de los hundimientos que darían lugar a
las actuales entradas, por el Portalón, la Galería Principal o Salón del
Coro y la Galería de las Estatuas.
Las secciones de la Galería del Sílex son bastante
amplias, su anchura media es de unos 10 m y cuenta con alturas que
oscilan, por lo general, entre 5 y 10 m, si bien los 15 m de altura son
fácilmente superados cuando los hundimientos de su piso de concreción
permiten vislumbrar tramos que discurren a cotas mucho más bajas.
La
Galería del Sílex destaca por la profusión de los espeleotemas: grandes
estalactitas y estalagmitas, gruesas columnas y bellas coladas de
concreción tapizan casi todo su recorrido, proporcionándola una especial
belleza que se ha conservado intacta hasta nuestros días, gracias a que
ha permanecido aislada de los curiosos debido al hundimiento de su
entrada original. Esta belleza contrasta bruscamente con otras zonas del
mismo nivel de Cueva Mayor, como la Galería de las Estatuas en que, si
bien también presenta grandes estalagmitas y columnas, éstas se
encuentran muy alteradas por el trato poco respetuoso dispensado por los
visitantes ocasionales de la cavidad durante los últimos siglos.
El hundimiento que originó el actual acceso al
Portalón de Cueva Mayor, aisló de ésta a la Galería del Sílex, que
durante la Prehistoria reciente contó con otro acceso independiente
utilizado por las mismas gentes que habitaban en el Portalón. Finalmente
ese acceso independiente acabó por colmatarse, dejando aislada a la
galería durante los últimos 3.000 años, hasta que, en 1972, una
desobstrucción llevada a cabo, por miembros del G. E. Edelweiss, en un
extremo del Portalón, permitió su descubrimiento y, de nuevo, el enlace
físico con el resto de Cueva Mayor.
Arqueológicamente el yacimiento de la Galería del
Sílex se corresponde a un espacio que fue utilizado en la Prehistoria
reciente y que no fue fosilizado por estratos sucesivos. El reloj del
tiempo se paró, dejando de marcar las horas, debido al cierre por
colmatación del sector de la entrada original en un momento tardío e
incierto de la Edad del Bronce. Este hecho motivó que el registro
antropológico y arqueológico de las actividades llevadas a cabo en su
interior se preservara in situ y en un estado de conservación
excepcional.
Los
estudios anteriormente citados mostraron la gran variedad y diversidad
de manifestaciones arqueológicas localizadas y desarrolladas en el
interior de la Galería del Sílex, que para estos investigadores tienen
una explicación desde el mundo sacral o cultual, haciendo corresponder a
dicha galería con un "recinto destinado a acciones de significado
simbólico (...) un santuario" (Apellániz y Domingo, 1987: 264), de las
poblaciones pastoriles, que practican la agricultura y la caza, que
habitan el entorno kárstico de la Sierra de Atapuerca, en alternancia
con los poblados al aire libre, al igual que lo hacían las poblaciones
que vivían en las zonas montañosas de la periferia de la Meseta, desde
el Neolítico hasta finales de la Edad del Bronce (Apellániz y Uribarri,
1976). Recientes dataciones de Carbono 14 sobre los carbones de dos
pinturas negras de este santuario han proporcionado una cronología de
3530 +/- 110 BP y 3670 +/- 40 BP respectivamente, que las relacionan con
la primera mitad de la Edad del Bronce (García et alii., 2003).
Entre
las manifestaciones arqueológicas que existen en la Galería del Sílex
destaca, por su significación, el arte rupestre. En sus paredes estos
autores documentaron un amplio corpus iconográfico de grabados y
pinturas, negras y rojas, distribuido en 53 paneles. La temática se
compone de formas lineales y geométricas (retículas simples y con
apéndices laterales, parrillas, trazos simples, puntos formando hileras,
arboriformes, pectiniformes, tectiformes, zig-zags, serpentiformes,
...), asociadas a la estética abstracta, y una gran variedad de
representaciones humanas y de animales de carácter esquemático
(Apellániz y Uribarri, 1976).
También variada y compleja es la representación y
distribución de los elementos de cultura material publicada en la
segunda monografía (Apellániz y Domingo, 1987). Son singulares las
evidencias que apuntan a la presencia, en el tramo final de la galería,
de una explotación de sílex realizada durante la Prehistoria reciente,
sin poder aportar una cronología más concreta por no disponer de
dataciones radiométricas.
No obstante, lo más destacable es la presencia de
restos fragmentarios y dispersos de cerámicas y en menor medida de
restos óseos humanos y de fauna, así como de elementos de industría
lítica y ósea, que aparecen diseminados por toda la galería, aunque con
diferentes grados de concentración (Apellániz y Domingo, 1987).
Entre el lote de evidencias líticas se han recuperado
siete láminas, seis lascas, tres puntas foliáceas -dos con pedúnculo
central-, un elemento de hoz, un segmento de círculo y un hacha
pulimentada, al que hay que añadir seis piezas, principalmente elementos
apuntados, que conforman la representación de la industria ósea.
Los restos faunísticos están constituidos por un
pequeño conjunto de huesos que ponen de manifiesto la presencia de fauna
doméstica, entre los que abundan restos de once ovicápridos, tres
cerdos, un bóvido, un équido, y un perro. La fauna salvaje está menos
representada, destacando los restos de cinco liebres y cuatro conejos,
con evidencias de un individuo de las siguientes especies: ciervo,
jabalí, zorro, gato montés y oso pardo.
El
conjunto cerámico está ampliamente representado y cuenta con una gran
diversidad, pareja al registro del conjunto de arte rupestre. Sus 6.000
fragmentos forman un corpus de, al menos, 293 vasos y vasijas, de una
amplia variedad formal y decorativa, cuyos paralelos tipológicos
sugieren una ocupación ininterrumpida de la galería desde el Neolítico
hasta el Bronce Final.
Entre todo el conjunto de materiales destaca, por su
significación y simbolismo, la presencia de restos humanos. Este
conjunto estaba compuesto principalmente por pequeñas agrupaciones de
diversos huesos que aparecían dispersos por la superficie de la galería y
las simas, y que representaban esqueletos incompletos de, al menos,
veinticinco individuos, ocho de los cuales eran adultos, cinco jóvenes y
doce niños.
Otros elementos que denotan la singularidad de este
yacimiento son los "monumentos circulares", conjunto compuesto por 9
círculos de piedras que, Apellániz y Uribarri (1976), hacen corresponder
con construcciones llenas de sentido religioso, aunque no se ven
capaces de comprender su significado. Además, la galería presenta otras
estructuras antrópicas de significado desconocido como son la presencia
de tres silos, excavados en el sedimento arcilloso, y de una gran
estructura, construída con arcilla y espeleotemas rotos, para el
almacenamiento de agua, asociada a una zona de mayor infiltración.
Por todo lo expuesto, el conjunto de manifestaciones
arqueológicas de la Galería del Sílex muestra una gran complejidad de
los registros, así como una gran dificultad de comprensión de los
acontecimientos que se insinúan, dentro del marco crono-cultural de los
momentos avanzados de la Prehistoria reciente, relacionado con especial
énfasis en los momentos de la Edad del Bronce. La asociación y
distribución espacial de las evidencias, preferencialmente de los
elementos cerámicos, artísticos y antropológicos pone de manifiesto un
registro arqueológico desvinculado de actividades de carácter económico y
cotidiano, en el que el reducido conjunto de piezas líticas y óseas se
aleja del patrón asimilable a yacimientos con registros de habitación.
El estudio de las cerámicas mostró una dispersión
espacial, donde fragmentos de un mismo recipiente se encontraban
dispersos en diferentes puntos de la cavidad, a veces muy distanciados
entre sí, que ha puesto de manifiesto una intervención antrópica en la
fracturación de las vasijas en el interior de la Galería del Sílex y su
posterior distribución intencional y desigual a lo largo del recorrido
de la misma, incluídas grietas, simas y hornacinas.
Por
su parte, la distribución de los restos humanos en pequeños grupos
individualizables mostró la existencia de una deposición secundaria de
los cuerpos, al representar cada conjunto huesos correspondientes a
restos incompletos de varios individuos. Además, se ha señalado en uno
de los cráneos la existencia de raspados antrópicos, lo que podría ser
interpretado como marcas de un tratamiento de descarnado previo de los
cuerpos antes de su deposición última en el interior de la Galería.
Y por último, el arte rupestre constituye un elemento
arqueológico desvinculado, en primera instancia, de actividades de
carácter económico o doméstico. Además, en el corpus temático y en la
distribución espacial del dispositivo iconográfico destaca la figura de
los antropomorfos. Todos estos elementos apuntan a la realización de
actividades relacionadas con el mundo funerario, donde el carácter
colectivo de los enterramientos y el ritual (cerámicas y arte
principalmente) representarían un papel importante.
Todos
estos elementos apuntan a la realización de actividades relacionadas
con el mundo funerario, donde el carácter colectivo de los
enterramientos y el ritual (cerámicas y arte principalmente) jugaron un
papel importante, aceptándose plenamente de este modo el término de
Santuario para la Galería del Sílex.
Según lo expuesto, la Galería del Sílex se adapta
bien a la teoría interpretativa, dentro del arte prehistórico, de lugar
sagrado o de culto a los antepasados, vinculada desde el principio al
arte esquemático, que considera que los lugares con arte rupestre están
íntimamente ligados a los enterramientos, al concepto de la muerte y a
las ceremonias funerarias (Gómez-Barrera, 2001). En este contexto, el
arte, en algunos casos juntamente con otros elementos materiales
(cerámicas, colgantes, instrumentos líticos, etc.), y los restos humanos
formarían parte del ritual.
Para comprender el por qué de las manifestaciones
artísticas o cultuales que se dan en la Galería del Sílex, podemos
rescatar la interpretación de Apellániz quien, en 1976, argumentó, en
relación a las primeras, que se estaba ante la expresión de concepciones
simbólicas y religiosas realizadas mediante medios plásticos, que
plasmaban una expresión de creencias religiosas que dictaminan un arte
al servicio de la religión, en el que el conjunto de unidad de elementos
que conforman la Galería del Sílex es lo que le aportaría la categoría
de Santuario. La abstracción y el paso del tiempo nos impide conocer el
significado de dichos actos sacrales y rituales, donde el carácter
funerario debe estar presente en un mundo más sacralizado, como el de la
Prehistoria.
Fuente: http://grupoedelweiss.com/web/index.php/principales-karst-mainmenu-49/atapuerca-mainmenu-56/22-el-santuario-de-la-galerdel-sx
Escrito por Ana I. Ortega y M. Martín
No hay comentarios:
Publicar un comentario