En el año 716, dos años antes que la famosa batalla de Covadonga, ocurrida el ano 718, se ganó a los árabes, aquí, junto al Ebro, en las proximidades del castillo de Tedeja, una batalla, bajo el mando de don Pedro, Duque de Cantabria.
En dicha época reinaba en este lugar el Duque de Cantabria. Don Pedro, que al decir de muchos autores murió el ano 730, sucediéndole su hijo Fruela. Mientras el segundo hijo, Alfonso, al casarse con la hija de don Pelayo, subió al trono asturiano el ano 739, lo que nos hace pensar, que los moradores de este rincón también debieron estar en la batalla de Covadonga.
Pues bien, el año 716 los árabes lanzaron un formidable ataque sobre las tierras de la Bardulia, y sus moradores, ante la avalancha enemiga, buscaron refugio en los valles y montañas del feudo mandado por el Duque de Cantabria, el ya citado Don Pedro.
Está más que probado, que los árabes llegaron hasta Amaya, pero de ahí no pudieron pasar, decidiendo entonces dividir su poderoso ejército en dos grandes núcleos, uno de los cuales se dirigió hacia la Rioja y Álava y el otro se propuso doblegar al resto de la Bardulia.
Don Pedro. al ver su ejército notablemente reforzado por los fugitivos que iban llegando, se apresta a dar la batalla a los árabes invasores, estableciendo unos puestos avanzados en el borde superior de la meseta, creando al mismo tiempo un gran centro de resistencia en el castillo de Tedeja, que defendía el paso del desfiladero de Horadada que rompe la sierra de la Tesla, limite Norte de ese encantador paraíso del Valle de Valdivielso.
Los árabes lanzaron un fuerte ataque contra dicha posición sin que pudiera lograr su objetivo, siendo completamente derrotados por el ejército cristiano acaudillado por don Pedro.
Para aumentar la defensa natural de sus montes y sus estrechos pasos, existían además los castillos de los Hocinos y de Tejada, de Malvecino y de Tova, en el interior del Valles de Valdivielso y mirando a Cuesta Urría, el de Bellavista.
Ante esta fortaleza natural, el arrojo y valentía de sus moradores bajo la pericia de don Pedro y de sus hijos Fruela y Alfonso, los árabes no tuvieron más remedio que retroceder a la llanura burebana para atacar los castillos de Pancorbo y de Cellórigo.
Fuente: Eugenio García García (www.tedeja.com)
En dicha época reinaba en este lugar el Duque de Cantabria. Don Pedro, que al decir de muchos autores murió el ano 730, sucediéndole su hijo Fruela. Mientras el segundo hijo, Alfonso, al casarse con la hija de don Pelayo, subió al trono asturiano el ano 739, lo que nos hace pensar, que los moradores de este rincón también debieron estar en la batalla de Covadonga.
Pues bien, el año 716 los árabes lanzaron un formidable ataque sobre las tierras de la Bardulia, y sus moradores, ante la avalancha enemiga, buscaron refugio en los valles y montañas del feudo mandado por el Duque de Cantabria, el ya citado Don Pedro.
Está más que probado, que los árabes llegaron hasta Amaya, pero de ahí no pudieron pasar, decidiendo entonces dividir su poderoso ejército en dos grandes núcleos, uno de los cuales se dirigió hacia la Rioja y Álava y el otro se propuso doblegar al resto de la Bardulia.
Don Pedro. al ver su ejército notablemente reforzado por los fugitivos que iban llegando, se apresta a dar la batalla a los árabes invasores, estableciendo unos puestos avanzados en el borde superior de la meseta, creando al mismo tiempo un gran centro de resistencia en el castillo de Tedeja, que defendía el paso del desfiladero de Horadada que rompe la sierra de la Tesla, limite Norte de ese encantador paraíso del Valle de Valdivielso.
Los árabes lanzaron un fuerte ataque contra dicha posición sin que pudiera lograr su objetivo, siendo completamente derrotados por el ejército cristiano acaudillado por don Pedro.
Para aumentar la defensa natural de sus montes y sus estrechos pasos, existían además los castillos de los Hocinos y de Tejada, de Malvecino y de Tova, en el interior del Valles de Valdivielso y mirando a Cuesta Urría, el de Bellavista.
Ante esta fortaleza natural, el arrojo y valentía de sus moradores bajo la pericia de don Pedro y de sus hijos Fruela y Alfonso, los árabes no tuvieron más remedio que retroceder a la llanura burebana para atacar los castillos de Pancorbo y de Cellórigo.
Fuente: Eugenio García García (www.tedeja.com)
Llego hasta aquí por recomendación de Caelio (http://lacalle3.blogspot.com/) y me parece que este espacio merece ser visitado con sosiego.
ResponderEliminarEsta primera incursión me deja un extraordinario sabor de boca. Volveré.
Tremenda historia, que merece ser mucho más conocida. ánimo con la segunda parte de El brazalete dorado.
ResponderEliminarTremenda historia, que merece ser mucho más conocida. ánimo con la segunda parte de El brazalete dorado.
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