miércoles, 17 de agosto de 2022

-El muro de los enigmas. (San Pedro Royales)

 Fuente: www.diariodeburgos.es

 

A veces la arqueología resuelve enigmas y otras los descubrimientos abren tantas incógnitas históricas como fosas. Eso ha ocurrido en la tercera campaña de excavaciones del puente medieval y el hospital jacobeo de San Pedro Royales, un emplazamiento entre las orillas burgalesa y palentina del Pisuerga en el que ha aparecido un muro de tal entidad que plantea infinidad de cuestiones a los investigadores.

Alejandro Ramos, codirector del Proyecto Royales junto conRaúl Rubio, las lanza al aire como una metralleta. ¿Por qué un hospital tan pequeño, en el medio de la nada, tiene esa muralla? ¿Por qué es tan grande? ¿Fue defensiva? ¿Era una frontera?¿Quién lo sufragó? ¿Cómo es que eligieron piedras de canteras a más de 40 kilómetros en vez de las areniscas de explotaciones cercanas, y así una y otra vez hasta llegar a la gran pregunta, la clave de bóveda. «¿Por qué se construye el puente aquí?», prosigue, un emplazamiento con unas enormes cuestas en la zona burgalesa, hacia Rezmondo. De ahí que no solo en la tierra, sino también en los archivos históricos hayan empezado a buscar el nexo histórico entre los reyes y el complejo jacobeo, que todo apunta a que pudo ser un hombre, o una mujer, con el suficiente poder o los vínculos familiares lo bastante fuertes con la corte castellana como para atraer tamaña inversión a este punto del Pisuerga. Maneja solo dos certezas: «No es casualidad que esté aquí» y «esto solo lo pueden hacer rentas reales o de un obispo».

Los sillares del muro que han aparecido tienen unos 80 centímetros de largo por entre 46 y 50 de alto. Antes de toparse con el nivel freático del río han encontrado un saliente, lo que parece una especie de contrafuerte, que podría bajar más metros. El muro está confeccionado con arenisca «de muy buena calidad, que traen posiblemente de las canteras de Aguilar de Campoo», especula Ramos.

Han excavado también el resto de la vanguardia del puente y su acceso con ayuda este año de 9 estudiantes de diversas universidades y centros académicos, uno de ellos francés y otro checo. Gracias al apoyo del Ayuntamiento de Herrera de Pisuerga, del que depende la pedanía palentina de Olmos, y al burgalés de Rezmondo pueden llevar adelante los trabajos.Siguen esperando, por contra, la ayuda de la Diputación de Palencia, con la que creen que se podría dar el impulso definitivo alproyectoRoyales y convertirlo en un enclave turístico-cultural de referencia, al ser un yacimiento único.

Donde el verano pasado había girasoles hoy ha crecido el cereal. La cosecha se ha retrasado y los excavadores han tenido el tiempo justo de realizar unos sondeos en la finca. Gracias a un dron han comprobado lo que se intuye por las espigas. Allí donde crecen menos estuvo la planta de una de las ermitas del hospital que patrocinó la Casa de Lara, todopoderosa en la Castilla de los siglos XII y XIII. «Probablemente es la del siglo XVI o XVII. Nos faltaría saber dónde está la iglesia vieja», explica Ramos. La decepción de la campaña ha llegado precisamente al final, porque no se ha encontrado ningún vestigio en esa zona de la excavación. En cualquier caso, el hallazgo de la muralla compensa todo lo demás y abre un sinfín de posibilidad para investigar.

El codirector burgalés del Proyecto Royales siempre invita a los visitantes a«entender el puente como una pequeña ciudad», en la que vivían el encargado del paso, los molineros y sus familias, los vecinos de la comarca que traían el trigo, los rebaños que bajaban a pastar en el entorno... No resulta fácil, puesto que «el paisaje está muy alterado». El río se ha desviado, el terreno se ha rellenado varios metros, se han plantado chopos que no existían hasta la segunda mitad del siglo XX, la maquinaria agrícola y de la Confederación ha removido restos...

Por esta ruta del Camino de Santiago pasaron hace siglos peregrinos. Ellos conocen los secretos de las marcas de cantero -unas muy similares se han localizado en monasterios del siglo XII- de un puente que se salvó de la destrucción total el único arco de los 8 que tuvo. Entre los próximos proyectos, su reconstrucción en 3D, la consolidación del tajamar, un paso tibetano que vuelva a unir las dos orillas de Palencia y Burgos, una jornada de puertas abiertas...

El equipo de excavación ha concluido ya la campaña de este año, aunque ahora queda un interesante trabajo de laborativo e investigación en los archivos. Además, el yacimiento sigue ahí, con esa lunz especial, y abierto a cualquiera que busque explorar los enigmas de Royales.


-Asalto a los secretos del asedio romano al Cerro de Castarreño (Olmillos de Sasamón).

 Fuente: https://www.diariodeburgos.es

 Prospección geofísica y excavación arqueológica sobre el terreno, en septiembre de 2021.

El equipo de arqueólogos dirigidos por Jesús García Sánchez (Instituto de Arqueología, Mérida. CSIC-Junta de Extremadura) y José Manuel Costa-García (Universidad de Salamanca) vuelve a investigar el pasado de la comarca segisamonense por sexto año consecutivo. Esta intervención, financiada por la Diputación de Burgos y los ayuntamientos de Sasamón, Olmillos de Sasamón y Villasandino, tiene como objetivo estudiar los vestigios de un importante dispositivo de asedio romano alrededor del Cerro de Castarreño (Olmillos de Sasamón), así como continuar generando nueva información arqueológica sobre la importante ciudad romana de Segisamo (Sasamón), según informa Roman Army en un comunicado de prensa.

Mediante el uso de distintas técnicas de teledección –incluyendo drones-, los arqueólogos lograron documentar en los últimos años una doble línea de fosos que, por espacio de más de 6 kilómetros rodea el castro por completo. Asimismo, se han documentado varios campamentos militares romanos y un segundo alineamiento doble al exterior. Aunque en la península ibérica se han documentado otros escenarios de asedio de época romana -casos de Numancia (Soria) o La Loma (Santibáñez de la Peña, Palencia), el paralelo más próximo –cronológica y morfológicamente hablando- parece ser el cerco de Julio César alrededor de Alesia (Francia) a mediados del siglo I a. C. 

Durante la campaña arqueológica de 2021 se prospectaron con métodos geofísicos algunas de estas estructuras. La prospección geofísica con georradar y magnetómetro es un método en auge, pues permite obtener imágenes tridimensionales del subsuelo sin necesidad de excavaciones, para así identificar estructuras soterradas. Esto permitió conocer mejor el cerco, así como planificar posteriores intervenciones arqueológicas. Hasta la fecha, los miembros del equipo han prospectado con georradar lugares tan emblemáticos como la necrópolis de Pinilla Trasmonte, complejos vilicarios en Almenara de Adaja o amplios sectores de la ciudad romana de Segisamo. En colaboración con el Laboratorio de Arqueología no invasiva (MINARQLAB) del CSIC-IAM, la prospección de 2022 cubrirá otro sector del cerco completamente inédito y otro pequeño recinto recientemente documentado en las proximidades de Villasandino, así como diferentes áreas de la ciudad de Segisamo, cuyo urbanismo se conoce mejor a medida que avanzan los trabajos.

 

A continuación, se excavarán varios sondeos con el objetivo de documentar las estructuras, comprender su morfología, extraer elementos de cultura material relevante y tomar muestras para la datación por radiocarbono y luminiscencia de los antiguos fosos. Estos métodos, ya usados en 2021, permiten conocer con gran precisión cuándo se formaron esas potentes estructuras defensivas. Así, durante los trabajos desarrollados el agosto pasado, se recuperaron fragmentos de cerámica y algunas piezas del equipo militar romano que permiten situar el complejo sistema de campamentos y líneas de asedio en un momento anterior al inicio de la era cristiana.

Un pasado por (re)descubrir. Hasta el momento, únicamente se contaba con los escritos fragmentarios de algunos autores griegos y latinos para reconstruir la historia de la conquista de la comarca segisamonense. A partir de estos registros sabemos que los romanos conquistaron el centro peninsular e finales del siglo II a. C., pero la comarca del Odra-Pisuerga no quedaría definitivamente integrada en el Imperio Romano hasta finales del siglo I a. C. Esta integración supuso notables cambios en el paisaje. Los viejos poblados de la Edad del Hierro -como el oppidum del Cerro Castarreño (Olmillos de Sasamón), excavado en los años 2018-2020- fueron abandonados en favor de otro tipo de núcleos de cuño romano -como la recién fundada ciudad de Segisamo (Sasamón)-. Además, aparecieron nuevas infraestructuras públicas -vías, acueductos, etc.- y comenzaron a explotarse los campos de forma más intensa con el objetivo de obtener productos agrícolas con las que alimentar a la creciente población.

Sin embargo, quedan aún en el aire muchas incógnitas alrededor de este proceso de transición. Todo parece indicar que este cambio no se produjo de forma pacífica, pero desconocemos el destino de los antiguos Turmogos. ¿Arrasaron los romanos el Cerro de Castarreño? ¿Abandonaron los Turmogos sus asentamientos fortificados para habitar las nuevas ciudades? ¿De qué modo se integraron en el nuevo sistema? ¿Se respetaron sus derechos y costumbres? Las estructuras descubiertas recientemente podrían ayudar a responder estas preguntas.

 

En anteriores campañas (2017 a 2020), los arqueólogos han estudiado numerosos yacimientos en la campiña de Sasamón. Así, se estudiaron dos enclaves relacionados con el ejército romano (Carrecastro y Santa Eulalia), se prospectó el área urbana bajo el actual pueblo de Sasamón y se iniciaron los trabajos de excavación en el Cerro. Para ello se emplearon fotografías aéreas modernas y antiguas en color y en infrarrojo, imágenes satelitales y reconstrucciones 3D del territorio a partir de datos LIDAR. Se han usado, además otras técnicas sofisticadas y novedosas como la prospección geofísica o la generación de cartografías a partir de fotografías tomadas por medio de drones. 

De este modo se ha logrado conocer mejor el urbanismo romano de Segisamo -identificándose las trazas de sus calles y edificios-, reconocer la existencia de antiguos campamentos romanos e incluso recuperar materiales relacionados tanto con el ejército como con la vida cotidiana durante la Antigüedad. Por su parte, en 2018 se inició la excavación de una estructura identificada mediante estas tecnologías y que delimitaba el espolón septentrional del Cerro de Castarreño -donde actualmente se encuentran las antenas de telefonía-. La apertura de varios sondeos permitió documentar un potente foso excavado en el páramo y de un talud situado al interior del mismo. Todo parece indicar que el poblado se abandonó en relación con la llegada de Roma a la comarca y que ese abandono no fue tan pacífico como se creía. La campaña de 2021 vino a confirmar este punto al conocerse mejor los campamentos y estructuras defensivas construidas por los romanos.

Arqueólogos de diversos países (Reino Unido, República Checa, Alemania, Holanda, Portugal, España, Estados Unidos, Bulgaria, Italia) e instituciones han formado parte en el pasado de este proyecto.

El colectivo de investigación romanarmy.eu reúne a un conjunto de arqueólogos profesionales e investigadores de diversas instituciones (Universidades de Salamanca, Oviedo, Exeter y Minho; institutos de investigación como el Incipit-CSIC o el IAM) que estudian la presencia del ejército romano en el norte peninsular y las transformaciones que provocó la llegada de Roma en estos territorios. En los últimos años, el colectivo ha descubierto y estudiado numerosos yacimientos arqueológicos, lo que le ha permitido ofrecer visiones innovadoras sobre este proceso.

A través de una iniciativa centralizada en la web romanarmy.eu y en las redes sociales vinculadas, están llevando a cabo una tarea de difusión y visibilización de los nuevos hallazgos y análisis sobre estas evidencias arqueológicas, más de dos mil años después del fin de las operaciones militares. Durante la presente campaña, los arqueólogos retransmitirán a diario las novedades de la campaña. Asimismo, al final de la intervención se transmitirá a la población local los resultados obtenidos mediante una charla divulgativa. Asimismo, los resultados de las dos últimas campañas serán presentadas a final de mes en el prestigioso LIMES Congress XXV, que se celebrará en Nijmegen (Países Bajos).

El desarrollo de la campaña se transmitirá a través de los canales de comunicación del colectivo investigador Romanarmy.eu en Twitter y Facebook Live.

-Los secretos ocultos del despoblado de Alba.

 Fuente: https://www.burgosconecta.es

 Presa de Alba, en la provincia de Burgos./J.C.R.

Hay lugares que desprenden un cierto halo de misterio con solo mirarlos. En ellos se encierran historias que nadie ha contado; secretos que se quedaron bajo las aguas. Historias personales que murieron con una inundación. Esos lugares silenciosos son los embalses bajo los que quedan restos de pueblos o aldeas.

Los pobladores de Alba fueron auténticos supervivientes en mitad de un medio hostil. Alejados de todo vestigio de modernidad, eran moradores de una burbuja única… a miles de metros de lo que se podía conocer como 'civilización'… los Montes de Oca la engullían hasta hacerla desaparecer.

La niebla se echa sobre el viejo poblado comido por las hiedras y la maleza. Ya no queda de pie ni el viejo muro de la iglesia, dedicada a la Natividad de Nuestra Señora. No existe ya. Pero los vestigios permanecen y cerca de la iglesia se han encontrado altares dedicados a Cayo Deo, divinidad celta, y también hay una estela de casa romana y una inscripción con nombre de persona. En el resto de la aldea, apenas si se ve un abrevadero de ganado y el viejo lavadero.

Hoy ya nadie puede entrar en el despoblado de Alba; solo alguna alimaña o algún roedor son capaces de adentrarse en la maraña de maleza. Pero en Alba, el misterio, los secretos de los antiguos pobladores y el mismo silencio, son los protagonistas. Los restos de las viejas historias han quedado impregnados entre las hiedras. La historia ha muerto con el viaje definitivo de sus pobladores. El misterio permanece.

El entorno de la presa de Alba, en plenos Montes de Oca, es uno de esos lugares en los que la historia ha quedado escrita en el aire. En Alba y en Ahedillo ya no respira humano alguno. En la primera de ellas, los 20 vecinos que vivían, abandonaron el pueblo en los años 50. La última familia de Roque Rubio y Victorina Gutiérrez se fueron de Alba hasta Villafranca tras la muerte del cabeza de familia. Los cinco hijos del matrimonio se fueron también al núcleo más poblado de la zona. 

 Hoy solo quedan algunos restos comidos por la maleza. Un muro medio caído de su iglesia y un lavadero con la curiosa inscripción que dice: «prohibido lavar los hombres…» y la vieja fuente que mana del manantial de Alba, a modo de buzón.

Los robinsones de Alba tenían que cruzar un peligroso paso de montaña, el callejón de La Hoz, tras la ermita de la Virgen de Alba y la Fuente de San Indalecio, cuyas piedras rojas asemejan la sangre del martirio del santo.

Antes de despoblarse, la aldea sufrió un devastador incendio en 1937, en la Guerra Civil. Fue el inicio del ocaso de este pueblito. La modernidad, la necesidad de agua potable para la comarca de los Montes de Oca y Briviesca hicieron el resto. Y la Diputación de Burgos decidió construir una presa. El embalse de Alba es propiedad de la Diputación de Burgos que en 1996 lo construyó en una ladera de los Montes de Oca por su vertiente noreste.

Las aguas del Oca llenaron el barranco de Montecillo, justo al borde de las tierras de pastos de Alba. Los montes de Somoro, la Pedrera o el Castillo de Alba remontan el llano para alzarse frente a la presa y ocupar la altitud más elevada de este terreno. Con la construcción de la presa, los últimos restos quedaron fagocitados por el monte y la maleza que arrasó todos los restos que quedaban.

Del castillo no quedan vestigios ,pero desde la atalaya en la que se ubicaba se puede contemplar una vista del desfiladero y del entorno de los Montes de Oca por lo que la fortaleza tuvo que ser un punto estratégico de defensa. Por el desfiladero y el borde del río, la senda de la Hoz y al fondo se dibuja un enorme muro de 45 metros de altura que contiene las aguas del río Oca. 

El agua ha horadado la montaña en varias oquedades que en su nombre encierran más misterio, la cueva de los Moros y la Caldera, lugares privilegiados para las rapaces en lo más alto de estos montes. El paisaje de la zona es de embrujo. Si ya las ruinas de Alba son misteriosas, arrumbadas entre los troncos de las hayas que se comen los cercados y hiedras que agrietan los muros, en lo alto donde crece un enorme bosque de hayas, anidan leyendas de brujas y anjanas.