domingo, 29 de junio de 2008

-Monasterio de Santa María de Obarenes.



Según el famoso diccionario escrito por Pascual Madoz y publicado en el año 1847, la villa de Obarenes pertenecía al partido judicial de Miranda de Ebro. Tuvo casa capitular, escuela, un molino harinero movido por un riachuelo que nace en su jurisdicción, y una iglesia parroquial dedicada a Santa María. En la zona se conserva parte de la calzada romana de la vía Astúrica-Tarraconense. Esta zona fue un centro muy importante en la vida religiosa de los primeros momentos de la repoblación; destaca el Monasterio de Santa María la Real de Obarenes, de estilo gótico, y que tuvo diferentes nombres a través de la historia.

Desde Encío se puede llegar, a través de una calzada de época napoleónica, a este monasterio, que se halla escondido entre una espesa vegetación. Hunde sus raíces en los tiempos altomedievales. Desde el siglo IX, los eremitas poblaron los Montes Obarenes, entre Pancorbo y el Ebro. Es muy probable que, en el lugar en el que hoy se encuentra el monasterio, hubiera, en la época condal, alguna primitiva comunidad de religiosos. Hay testimonios que mencionan que, en el año 867, existía en la zona un conjunto eremítico bajo la advocación de San Mamés. De esta posible primera fundación aún se conservan algunos restos, constituidos por una necrópolis y varias cuevas excavadas. El monasterio llevó en sus orígenes los nombres de San Lázaro, San Mamés, Santos Justo y Pastor y San Caprasio, pero desde mediados del siglo XII, después de ser restaurado por Alfonso VII, se le llamó definitivamente Nuestra Señora de Obarenes.

A mediados del siglo XII, Alfonso VII refundó esta abadía, otorgándola el título de “Imperial”.
El rey proporcionó a los monjes benedictinos numerosas tierras que permitieron su desarrollo material y artístico. Cada uno de los siglos ha ido dejando huella en el conjunto, desde el siglo XIII, en que se construyera la amplia iglesia gótica, hasta el siglo XVIII en que se levantara el refectorio. Un incendio en 1781 destruyó casi todo el conjunto. Pero tan solo unos días más tarde comenzó la restauración, promovida por la congregación benedictina de Valladolid. En cuatro años el daño quedó reparado, pero la Exclaustración y la Desamortización acabaron de golpe con su larga trayectoria histórica y su riqueza patrimonial.

Hoy, el abandono es total y los restos arquitectónicos difícilmente se perciben tras la
vegetación. Entre sus ruinas aún se vislumbran restos de su amplia iglesia. En la entrada hay un gran arco ojival abocinado. El interior es monumental. Consta de tres naves, terminadas en ábsides poligonales, cubiertas por bóvedas de crucería. La nave central se prolonga hacia la entrada, por donde se accedía al coro.

jueves, 26 de junio de 2008

-Torre de Carazo.

Un peñasco, un amplio collado herboso, otra cima menor y un castillo. Todo esto y memorias de antiguos pobladores desde la Edad del Hierro está en la peña de Carazo, dominando la amplia geografía de las riberas del Arlanza burgalés. En una de sus torres de roca se eleva aún la ruina de piedra del viejo torreón medieval del castillo de Carazo.
Las ruinas de la fortaleza de Carazo se sitúan sobre la estrecha meseta de San Carlos, que forma parte del singular relieve de las Peñas de Carazo. Se trata de un relieve estructural de morfología tabular sobre los materiales plegados que conforman la parte suroriental de la Sierra de la Demanda. En él se distinguen dos elementos destacados, las mesas de San Carlos y Soncarazo. La primera es de menor extensión, pero su carácter de inexpugnable baluarte natural favoreció la continua ocupación humana en el pasado.

La historia de esta torre arranca en el siglo X, cuando al parecer, Gonzalo Téllez desalojó a los moros de este lugar. Lo que sí está documentado es su existencia en tiempos de Fernán González. Entre 1047 y 1054, aparece como tenente de la fortaleza Don Nuño Álvarez. En 1083, pertenecía a Don Gonzalo Núñez de Navarra, lo cual demuestra el valor estratégico que tuvo esta fortaleza durante los años de lucha entre los reinos navarro y castellano. En 1380, las Peñas de Carazo pasaron a formar parte de las posesiones de los Castañeda, por concesión del rey. La fortaleza tenía como objetivo controlar el paso del alfoz de Lara por el suroeste. En 1458, el conde de Haro era su propietario.

Durante la I Guerra Carlista volvió a tener importancia estratégico-militar. La ubicación de esta fortaleza, en un lugar prácticamente inaccesible, así como su alejamiento de un centro urbano importante, la convierten en un ejemplar único dentro de la provincia de Burgos. Los restos se hallan cerca de uno de los pocos accesos a la mencionada meseta de San Carlos. En la actualidad, tan sólo quedan un cubo aislado al noreste, dos en el lado opuesto, unidos por un paramento del que se conserva buena parte, y otros dos al oeste, también unidos por un lienzo. Junto a éstos debió encontrarse la entrada, de manera que el ángulo del suroeste se completó con una gran torre cuadrada y diversas obras adyacentes. En todos los restos conservados se empleó sillarejo con relleno de cal y canto.

Fuente: Turismoburgos.org

lunes, 23 de junio de 2008

-Castillo de Lara de los Infantes

La localidad de Lara de los Infantes, se inserta dentro de la histórica zona conocida como “Tierras de Lara”. Los importantes restos de épocas pasadas encontrados en sus alrededores hacen pensar en este lugar como un destacado punto neurálgico en el territorio. En lo alto de la Sierra de Peñalara hay un castro de la Edad de Hierro, defendido con doble muralla, y en el mismo espigón rocoso se han encontrado vestigios de otra población. Asimismo, son numerosos los restos romanos hallados y existe una calzada que transcurre próxima a este municipio.
Se cree que Lara de los Infantes fue fundada en el año 902. Su fortaleza ya existía en tiempos de Fernán González, convirtiéndose en un hito fundamental para la historia del territorio castellano. Dicho personaje fue nombrado conde de Castilla en el año 932, y, a partir de ese momento, logró articular institucional y políticamente un vasto territorio que incluyó las provincias de Burgos, Vizcaya, y parte de Álava, Guipúzcoa, Cantabria, La Rioja, Palencia y Soria. También cabe señalar su arrojo guerrero contra los musulmanes, en especial, contra Abderramán III.
Este castillo estuvo en manos de la prestigiosa casa de los Lara. Las constantes disputas entre la realeza y los nobles durante el siglo XIII provocaron que esta construcción estuviera en algunos momentos en manos de la corona y en otros en manos de esta familia. En el siglo XV, los Cartagena pasaron a detentar la alcaidía de Lara, pero con la llegada de los Reyes Católicos, este cargo recayó en los corregidores de Burgos, cuyo concejo ostentaba el señorío sobre la villa de Lara desde 1255. A principios del siglo XVI, las noticias que se tienen acerca del castillo indican que éste ya se encontraba en ruinas.

La fortaleza, en estado de evidente ruina, se alza en un extremo del denominado Picón de Lara, elemento distintivo sobre la comarca de Tierras de Lara. En dicho emplazamiento todavía quedan restos de la cerca asentada directamente sobre la roca; tras ella, se puede apreciar el foso. El único paramento conservado pertenece, probablemente, al del oeste de la torre del homenaje, construida con granito y cal forrados con excelente sillarejo. Al norte se aprecian restos de una construcción abovedada de apariencia muy posterior, realizada en piedra y ladrillo.

El castillo de Lara de los Infantes experimentó diversas reparaciones a lo largo de los siglos. Gracias a las diferentes noticias sobre estas intervenciones, es posible conocer algunos datos sobre su aspecto en el pasado. La fortaleza estaba compuesta por seis torres, más la del homenaje, que contaba con cuatro pisos. Asimismo, existía un puente desde las murallas exteriores a la puerta de la torre. A finales del siglo XVI, y gracias a un informe elaborado por el maestro Pedro de Castañeda, se sabe que el lugar estaba en un estado ruinoso, que requería de una inmediata reparación.
Fuente: Turismoburgos.org

viernes, 20 de junio de 2008

-Colegiata de Covarrubias


El actual templo gótico de San Cosme y San Damián es, en su mayor parte, del siglo XV, aunque probablemente las obras se iniciaron en el siglo XIV. Según la tradición, en el solar en el que se asienta existió una iglesia visigótica fundada en el siglo VII por el rey Chindasvinto. Sobre ella se levantó otra románica en el siglo XII, de la que aún se conservan algunos restos. La construcción de la actual iglesia estaba prácticamente terminada en el año 1476, aunque con posterioridad se añadieron el claustro, cuatro capillas laterales, --entre las que destaca la de los Mártires, del siglo XVI--, y la torre situada a los pies. Esta última fue transformada en el siglo XVIII, pero el incendio sucedido en 1942 destruyó parte de la misma.

La iglesia, construida en piedra caliza de los alrededores, se caracteriza por una recia imagen exterior. En el centro de la fachada luce un magnífico rosetón de fina tracería. Precede a la portada un atrio con pórtico, añadido en el siglo XVI. Está cubierto con techumbre de madera sostenida por columnas octogonales con capiteles blasonados y cerrado con una reja de forja. La puerta ojival principal que daba acceso al templo fue cegada en el siglo XVIII al construirse el coro bajo, accediéndose por una lateral. Consta de tres naves, crucero y cabecera plana, compuesta por tres ábsides. Las naves se cubren con bóvedas de crucería sencilla, siendo la central más alta y profunda.
Por su parte, las capillas laterales, abiertas en el lado de la Epístola y las absidiales de la cabecera, se cubren con bóvedas de terceletes. En el interior, dotado de una gran luminosidad, se abre un elegante espacio gótico con aires catedralicios.

La capilla Mayor aparece presidida por un monumental retablo barroco de mediados del siglo XVIII, dedicado a los santos Cosme y Damián. A sus pies se sitúan tres sepulcros datados en el siglo XII y conocidos como los “entierros de las santas infantas”. Yace en el centro doña Urraca, hija del conde Garci Fernández, fundador de la Abadía e Infantado de Covarrubias. A la izquierda, doña Urraca, hija de Fernando I de Castilla, y a la derecha, doña Sancha, descendiente de la anterior. Las tumbas, que aparecen adornadas con sobrias cruces abaciales sobre la tapa y escudos en la cabecera, estuvieron colocadas en una cripta bajo el presbiterio hasta el siglo XVIII.
A ambos lados del altar y cerrando la capilla Mayor se encuentran los sepulcros del conde Fernán González y de su mujer doña Sancha, trasladados desde San Pedro de Arlanza en el siglo XIX. Ambos son anteriores al siglo X, fecha en que murieron los condes. El del conde es un bloque de mármol liso, del siglo V, con un rudo adorno en la tapa y la palabra “obiit”. Más suntuoso es el de doña Sancha, obra romana de la primera mitad del siglo IV. Presenta la típica decoración de los sepulcros romanos con un clípeo en el centro, con las efigies de dos patricios romanos perfectamente ataviados a la usanza de la época. Asimismo, a cada lado del presbiterio encontramos dos notables monumentos funerarios realizados en el tránsito del siglo XV al XVI. En el lado del Evangelio se sitúa el enterramiento del abad Garci Alonso de Covarrubias, fallecido en 1450, y en el de la Epístola, el de don Gonzalo Díaz de Covarrubias y su esposa.
La iglesia alberga, además de los señalados, numerosos sepulcros de obispos, abades y nobles de Covarrubias, distribuidos por todo el templo. En 1777, se instaló el coro bajo, a los pies de la nave central. La sillería es de nogal, y sobre ella se halla situado el magnífico órgano construido en la segunda mitad del siglo XVII y transformado en 1700 por el maestro Diego de Orio Tejada. El claustro, construido en pleno siglo XVI a expensas de don Jerónimo de Villegas, constituye un armonioso recinto rectangular con elegantes tracerías góticas mezcladas con algunos elementos renacentistas.

En una de sus crujías destaca el sepulcro gótico de la princesa Cristina de Noruega, casada con el infante y abad de Covarrubias Felipe de Castilla. En el siglo XVIII, fueron desmantelados los retablos originales, de estilo gótico.
La Colegiata alberga en su interior un interesante museo, formado, en su mayor parte, por las obras de pintura y escultura procedentes de los antiguos retablos de la iglesia, así como piezas de orfebrería de gran interés, una variada colección de objetos litúrgicos, algunos históricos diplomas de su archivo y otros objetos traídos de la iglesia de Santo Tomás y del derruido monasterio de San Pedro de Arlanza.

La obra cumbre conservada en este museo es el extraordinario tríptico de la Epifanía, muestra emblemática de la escultura gótica de finales del siglo XV. Aunque se desconoce el autor de tan bella obra, se cree que pudo ser realizada por el denominado Maestro de Covarrubias, que debió ser uno de los discípulos más destacados de Gil de Siloe. Las tablas laterales fueron pintadas por un anónimo pintor de tradición hispano-flamenca. La parte central del tríptico, tallada en madera ricamente policromada y dorada, representa la escena de la Adoración de los Reyes Magos. La Virgen, de figura estilizada, es una mujer flamenca, con el rostro suave y delicado, que sostiene en su regazo al Niño. San José, en actitud contemplativa, se sitúa al lado del rey negro y observa como su Hijo tiende su mano a la copa que le ofrece otro de los reyes. Al otro lado de la escena aparece el tercer rey, con rasgos orientales, de largos cabellos y barbas ensortijadas. El conjunto está coronado por una fina crestería gótica, formando doseletes, y una cenefa de filigrana dorada.

Las puertas laterales presentan cuatro escenas, realizadas a principios del siglo XVI, donde se representan la Natividad, la Transfiguración, el Bautismo de Cristo y la figura del donante tutelado por san Antonio y los santos Cosme y Damián decapitados.
Otras obras notables son algunos de los capiteles románicos de la antigua iglesia, con motivos que recuerdan a los de Silos. También se conservan una serie de imágenes de la Virgen con el Niño, entre ellas, la “Virgen de las Mamblas”, del siglo XIII. A la entrada aparece un retablo de escultura de escuela bruselense. En él sobresale la expresión de las figuras de Santiago, san Pedro y san Pablo, y el remate, con una conmovedora Anunciación.
En cuanto a las pinturas, se sabe que el primitivo retablo mayor estuvo compuesto por tablas dedicadas a los santos patronos, Cosme y Damián, conservándose sólo una de finales del siglo XV, obra de Pedro de Berruguete. También se exponen dos tablas procedentes del antiguo altar mayor de la iglesia de Santo Tomás, obra de Alonso de Sedano. Asimismo, es destacable la delicada tabla de la “Virgen del Libro”, de mediados del siglo XV; se atribuye a un autor próximo al círculo de Van Eyck. Destaca la profundidad y el detalle con el que está trabajada, características propias del estilo flamenco. Por último, sobresale un magnífico tríptico del “Descendimiento”, de fines del siglo XV, de escuela alemana. Se atribuye al artista de Colonia conocido como Maestro del Retablo de San Bartolomé.

Son también de gran interés las bellas piezas de orfebrería que se muestran en este museo.
Destacan, entre otras, una custodia y una cruz procesional realizadas a comienzos del siglo XVI, una cajita relicario de plata y tres relicarios y urnas de plata repujada del siglo XVII. Se conservan telas de origen copto y árabe, del siglo X, restos aparecidos en el sepulcro de la princesa Cristina de Noruega y numerosos ornamentos litúrgicos (casullas, capas, dalmáticas...) Finalmente, hay que mencionar algunos importantes documentos procedentes del archivo de la Colegiata, como el diploma de fundación del Infantado de Covarrubias, en el año 978, y el Fuero dado por doña Sancha en 1148.
Fuente: Turismoburgos.org

lunes, 16 de junio de 2008

-El castillo de Treviño

El pueblo de Treviño nació en lo alto de la loma en la que se ubica el castillo, al lado del doblamiento actual, en el siglo VIII, hace 1.300 años. Así, el de Treviño es el primer castillo de la Alta Edad Media datado en la Comunidad con criterios rigurosos. Los especialistas han hallado en la parte superior de la colina, junto a las antenas de telefonía, los restos más antiguos. Los expertos han analizado fotografías aéreas, algunas tomadas en 1957 y otras más recientes realizadas para la propia investigación. En las imágenes se puede apreciar sin dificultad un trazado de alrededor de medio kilómetro de muralla que rodea la altiplanicie. También han descubierto un foso de mucha profundidad. Las obras que se han efectuado en la zona para habilitar caminos no han logrado alterar en gran medida el conjunto.


Los arqueólogos han comenzado a desentrañar la secuencia de una ocupación continua durante muchos siglos, que explica cómo se funda y cómo evolucionan el castillo y el pueblo. De las fases del siglo VIII se conservan cocinas de hogares asociados a algunos agujeros en la roca, que servían para encajar los postes que sostenían la estructura de la vivienda; unos restos que suelen ser muy difíciles de localizar y de interpretar. En el todavía hoy conocido como Cerro del Castillo se instalaron grupos de campesinos que centraron su actividad en la agricultura y en la ganadería y que explotan un territorio muy amplio.

En torno al año 1.000 se produce un importante cambio con la apertura de grandes silos en los que caben alrededor de 60 toneladas de cereal, unas dimensiones enormes para la época. La conclusión a la que han llegado los investigadores es que en la zona ya reside en esta época una autoridad que recoge parte de la cosecha en forma de rentas. Este dato es fundamental porque acredita su condición como cabecera territorial. En los silos han encontrado materiales de deshecho poco frecuentes como cerámicas vidriadas de área islámica: «Es como haber hallado el último aparato súper tecnológico en el sitio más extremo del mundo», aclara.

A partir del siglo XII llega a la zona la monarquía navarra y funda la villa de Treviño, aunque no se conserva el documento fundacional. Sin embargo, haciendo una lectura de una lápida de 1251 que se conserva en la iglesia de San Juan, han descubierto que el texto narra cómo en 1161 el rey navarro funda la villa. Es a partir de ese momento cuando el pueblo comienza a desplazarse desde lo alto de la colina hacia abajo. A partir del siglo XIII, Treviño cae bajo la influencia castellana y comienza la refundación del pueblo. La fortaleza queda arrasada a comienzos del XVI por los propios habitantes de la villa, que sólo tienen que arrastrar hacia abajo las piedras para construir sus casas.
Fuente: Diariodeburgos.es

viernes, 13 de junio de 2008

-Métodos de datación


Conocer la edad de un objeto o un fósil en antropología es muy importante, por lo que se suele dar mucha importancia a donde se descubrió el resto y en qué contexto, junto a qué, en qué estrato, etc. Por eso mucho del trabajo suele hacerse in situ, aunque el grueso del trabajo de datación suele hacerse en laboratorio.

Hay dos formas de saber qué edad tiene un resto arqueológico: datación directa del objeto, o datación por indirecta o asociación con otros materiales, o sea por contexto.
Comenzamos por la segunda opción. La datación por contexto se deduce por donde y con qué fue encontrada. Un fósil o artefacto se encontró en el mismo estrato que uno cuya datación ya teníamos, entonces allí sabremos que la fecha no puede ser muy diferente. También en asociación con fauna de la cual se sabe en qué época vivió.
Otra es un artefacto lítico, por ejemplo una punta de piedra. Si no tenemos una datación directa, se puede saber su edad comparándolo con otros restos que sí conocemos la edad. Si son parecidos, son de determinada cultura, entonces sabemos que puede llegar a tener una edad entre tal y tal fecha.

Para la datación directa hay muchos métodos. Varios de ellos responden a la datación absoluta, o sea métodos que trabajan sobre alguna propiedad física de la muestra para calcular su edad.
Ahora veamos algunos ejemplos de métodos de datación absoluta.
El más conocido y más utilizado es la datación por radiocarbono (o carbono14), que es utilizada para calcular la edad de materiales orgánicos.
Se trata de una técnica radiométrica, que utiliza al isótopo carbono 14 para determinar la vida de materiales que contengan carbono. Sólo sirve para datar objetos de no más de 60 mil años.
Funciona de una forma sencilla, el carbono contiene dos isótopos estables que no son radiactivos, esos son el 12 y el 13, pero también tiene al inestable y radiactivo carbono 14. Este tiene un periodo de semidesintegración de 5730 años.

Lo bueno es que todo ser vivo tiene este isótopo en el cuerpo: humanos, animales, vegetales. Lo incorporan siempre a lo largo de su vida. Pero cuando un organismo vivo muere, deja de incorporar nuevos átomos de carbono 14 en el acto. Entonces luego la concentración de este isótopo en el organismo muerto comienza a decrecer, y así sigue hasta que ya no queda nada.
La forma de datar la antigüedad de un organismo del pasado es medir cuanto carbono 14 le queda. Y así se consigue una fecha aproximada de muerte del organismo.

Una de las técnicas más utilizadas en paleoantropología es la de Potasio-Argón. Es una forma de datar restos que tienen millones de años, de una forma geocronológica. Se basa en medir el producto radiactivo del potasio, que es un elemento común encontrado en muchos materiales.
El potasio tiene un isótopo, el 40, que decae hacia Argón 40. Como el argón es un gas, se puede escapar de la roca, pero cuando esta se solidifica el argón 40 comienza a acumularse. Para poder determinar cuanto argón 40 tiene una roca, debe fundirse y medir la composición isotópica vía un espectrómetro de masa.
Como el potacio argón tienen una vida muy larga, la técnica se suele aplicar a minerales y rocas de más de 100 mil años. En paleoantropología es esencial. Los estratos donde son descubiertos fósiles homínidos, o restos líticos, son datados de esta forma, y entonces podemos datar por contexto a los restos óseos y líticos.

Otro método absoluto es Paleomagnetismo. Este método depende del polo norte magnético. Y esto es por que este polo no estuvo siempre en la misma posición a lo largo de la historia de nuestro planeta. Fue variando de ubicación de una forma considerable, y que se cree aleatoria. Incluso han habido inversiones de la polaridad, o sea que el polo norte magnético esté en el polo sur geográfico.
La utilidad de esto es que diversos minerales se comportan como pequeñas brújulas y se orientan hacia el polo norte magnético cuando están en suspensión libre en algún medio acuoso. Pero si se produce su decantación y deposición en un sustrato fijo, o sea en el suelo, la orientación que tenían en ese momento queda fija.
De esa forma queda fija la ubicación que tenía en ese momento el polo norte magnético. Como existen registros de cómo fue variando la posición de este polo, se puede datar un estrato dado al conocer el momento en que se produjo la deposición de la muestra. Y si conocemos la edad de un estrato, también conoceremos la edad de los objetos o restos óseos que allí encontremos.

Otra técnica absoluta de datación es la Termoluminiscencia, que llega hasta unos 200 mil años. Termoluminiscencia es capacidad que tienen algunos minerales como el cuarzo y los feldespatos para emitir luz cuando son calentados.
Cuando descubren un resto arqueológico de piedra, digamos herramientas líticas, se las calienta y de esa forma se descubre qué edad tiene. Esto es porque la luz que emita dependerá del tiempo que dicho material haya estado recibiendo radiación ambiental.


Fuente: Blog Mundo Neanderthal.

domingo, 8 de junio de 2008

-Fernando III.


Fernando III unifico bajo su mandato los reinos de Castilla y León. Especialmente, la figura de Fernando III el Santo es importante en la historia medieval de España porque en su reinado aprovechó la decadencia del imperio almohade tras la batalla de las Navas de Tolosa para reconquistar la mayor parte de Al-Andalus: Córdoba, Sevilla, Murcia, Jaén, etc. y forzar el vasallaje del rey musulmán de Granada.

Fue hijo de Alfonso IX de León y de Berenguela de Castilla. Nació en Zamora en 1199 y murió en sevilla en 1252, siendo rey de Castilla entre 1217 y 1252 y rey de León desde 1230 hasta 1252.

Heredó el gobierno de León de manos de su padre, Alfonso IX (1230), y consiguió el mandato sobre Castilla por cesión de su madre, doña Berenguela (1217), gracias a la muerte de su tío Enrique I. Residente en León tras la anulación del matrimonio de sus padres, a la muerte de Enrique I de Castilla su madre Berenguela le hace llamar a Castilla y le entrega el mando sobre el reino.

Durante los primeros años de su gobierno hubo de combatir la revuelta nobiliaria encabezada por la casa de los Lara y la invasión leonesa encabezada por su padre Alfonso IX, rechazada frente a Burgos. La herencia recibida supone la unión definitiva de ambos reinos, aunque durante los primeros años será un foco de problemas. La cuestión está en la cuestionada legitimidad de Fernando para recibir la herencia de sus padres, pues su madre, Berenguela, es la heredera directa del trono castellano, mientras que, por otra parte, su padre Alfonso IX lega su reino a sus hijas Sancha y Dulce, hijas de su primer matrimonio con Teresa Sánchez de Portugal.

La diplomacia desempeñada por su madre, el carácter conciliador de Fernando y el clima de optimismo generado por la victoria sobre los musulmanes en las Navas de Tolosa (1212) suavizan las iniciales reservas que la entronización de Fernando III había suscitado entre los castellanos. Por parte leonesa, Fernando y su madre Berenguela logran en 1230 la renuncia de las herederas al trono a cambio del pago anual de 30.000 maravedíes. Resueltas las divisiones internas castellanas, el 30 de noviembre de 1219 contrajo matrimonio en Burgos con Beatriz de Suabia, nieta del emperador alemán Federico I Barbarroja, uniendo de este modo la casa de Castilla con los principales representantes del partido gibelino. Tres días más tarde es ordenado caballero en el monasterio de las Huelgas.
El camino está expedito para relanzar las labores de conquista de los territorios musulmanes, aprovechando el clima de euforia desatado por la victoria de las Navas y la debilidad del poder árabe peninsular. En 1224, la Curia de Carrión decide adjudicar todos los recursos necesarios para la lucha contra los musulmanes, iniciándose un período de numerosas e importantes conquistas militares. Así, en 1236 se toma Córdoba, una conquista que va más allá de lo puramente militar por el carácter simbólico de la antigua capital del califato. La situación de prosperidad económica que vive el reino posibilita el lanzamiento de constantes campañas militares, con lo que las conquistas se suceden. Caen sucesivamente Chillón, Almodóvar, Lucena, Aguilar, Écija, Osuna y Estepa.
En 1243 es tomado Murcia; en 1245 conquista Jaén. Tras un asedio de dos años, el 23 de noviembre de 1248 es tomada la ciudad de Sevilla, lo que supone el punto álgido del poderío militar y económico del monarca castellano-leonés. La conquista de Sevilla, autentica joya del poder musulmán, requerirá por vez primera de un ataque marítimo y un auténtico despliegue de medios técnicos y materiales. Así, se prepara una flota en el Cantábrico que asolará la ciudad a las órdenes del almirante Ramón Bonifaz, evitando además la llegada de auxilio desde el exterior.

Conquistada buena parte del sur peninsular, la preocupación de Fernando III será ahora asegurar el control sobre los territorios conquistados y organizar y estructurar bajo el patrón de asentamiento castellano tanto los recursos como el espacio anexionados. Para lograr cumplimentar este doble objetivo, se dispone a organizar un ataque contra el norte de África y establece un sistema de reparto de las tierras y bienes tomados a los musulmanes entre caballeros y peones cristianos, con el fin de asegurar la subsistencia de los nuevos pobladores mediante los recursos necesarios.

Casado en segundas nupcias con doña Juana, hija del conde de Ponthieu, de sus dos matrimonios nacieron trece hijos. Mandó traducir al castellano el "Liber Iudiciorum", conocido como "Fuero Juzgo", y durante su reinado se erigieron las catedrales de Burgos en 1221 y Toledo en 1226. Ya en sus tiempos su mandato fue considerado modélico, pues logró restringir de manera notable el dominio musulmán en la península Ibérica y establecer medidas políticas y económicas que mejoraron las condiciones de vida de sus súbditos. La muerte le sorprendió 30 de mayo de 1252, mientras preparaba una expedición contra el norte de África. Primo de Luis IX de Francia, fue como él considerado un hombre piadoso y de profunda fe católica, por lo que será canonizado en 1671 por el papa Clemente X.


sábado, 7 de junio de 2008

-Berenguela de Castilla



Berenguela I de Borgoña, "la Grande", reina de Castilla, nació en Segovia el 1 de julio de 1180 y murió en el Monasterio de las Huelgas el 8 de noviembre de 1246.
Primogénita del Rey de Castilla Alfonso VIII y de su esposa, Leonor Plantagenet, gobernó Salamanca mientras estuvo casada con Alfonso IX rey de León y tio de Berenguela. El matrimonio, que fue el segundo de Alfonso, se celebró en el 1197 pero en 1204 la iglesia lo anuló (como había hecho con el primero) por consanguineidad y Berenguela regresó a Castilla, junto a sus padres.

Al morir el rey Alfonso VIII (1214), heredó la corona de Castilla el último hijo varón del rey que quedaba vivo, Enrique I, de tres de edad, por lo que ejercieron la regencia su madre, hasta su muerte, y luego su hermana Berenguela, y al morir Enrique accidentalmente a los 13 años de edad en 1217, heredó Berenguela, la cual abdicó inmediatamente la corona en su hijo, habido con Alfonso IX de León, que reinó como Fernando III. Pese a que no quiso ser reina, Berenguela estuvo siempre al lado de su hijo, como consejera y ayuda, interviniendo así en la política del reino, aunque de forma indirecta.

Más tarde , en 1230, al morir el rey de León, Alfonso IX, dejó el trono a su hija mayor, Sancha, habida del primer matrimonio de Alfonso con Teresa de Portugal, pero Berenguela negoció con Sancha y su hermana Dulce la renuncia a sus derechos, lo que consiguió en lo que se llamó Tratado de las Tercerías, mediante una cantidad de dinero y cesión de unas tierras que volverían a la corona cuando ellas murieran, de modo que Fernando heredó también el reino de León, uniendo los dos reinos.

Berenguela ejerció como una auténtica reina mientras su hijo Fernando se encontraba en el sur, en sus largas campañas de reconquista. Gobernó Castilla y León con la habilidad que siempre la caracterizó, asegurándole el tener las espaldas bien cubiertas. Se la retrata como una mujer virtuosa por los cronistas de la época. Fue protectora de monasterios y supervisó personalmente las obras de las catedrales de Burgos y Toledo.

Vivió retirada los últimos años de su vida en el Monasterio de Las Huelgas de Burgos, donde murió an 1246 y donde está enterrada.

lunes, 2 de junio de 2008

-Enrique I


Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet tuvieron dos hijos: Enrique y Berenguela. Enrique nació el 14 de abril de 1204 y recibió el nombre de su abuelo paterno, Enrique de Inglaterra.

Accedió al trono siendo un niño, con apenas diez años. Su madre iba a ocupar la regencia, pero murió poco después, de forma que su hermana mayor, Berenguela, se hizo cargo de la regencia. Sin embargo, Berenguela hubo de enfrentarse a las intrigas del conde Álvaro Núñez de Lara, teniendo al final que cederle la tutela del joven rey.

Una vez conseguida la tutela, el conde se enfrentó abiertamente con Berenguela, casando a Enrique con la infanta Mafalda de Portugal, hija del rey Sancho I, en 1215. El matrimonio nunca fue consumado y acabó siendo anulado al año siguiente por el Papa, debido al grado de parentesco que había entre ambos; ello motivó al de Lara a tratar de mejorar sus relaciones con Alfonso IX de León, pretendiendo que el joven Enrique y doña Sancha, hija de aquél, contrajeran matrimonio. Sin embargo, antes de celebrar los esponsales, Enrique I falleció en Palencia de forma accidental, al caer sobre él una teja desprendida de una de las torres del palacio episcopal de Palencia, donde jugaba con otros niños.

A su muerte, se planteó un problema sucesorio. Elegida Berenguela, hermana de Enrique, y esposa de Alfonso IX como reina en 1217, renunció en favor de su hijo, el heredero del Reino de León, Fernando III el Santo.