viernes, 2 de noviembre de 2007

-Las invasiones bárbaras.


En el año 409 penetran tumultuosamente por la calzada Burdeos- Astorga los suevos y los vándalos asdingos procedentes de los pasos pirenaicos, hacia la Gallaecia y la Lusitania. No fue difícil para estas tribus diseminarse por el territorio en pocos meses, rapiñando y asolando asentamientos a su paso, estableciendo la capital de su reino en la antigua metrópoli romana Brácara Augusta, la futura Braga portuguesa.
Este pueblo germánico provenía de los territorios situados entre el Rhin, el Danubio y el Elba.
Poco después se producirá también la entrada de los godos, expulsados de las Galias por los romanos, estableciendo su capital en Toledo. Los recién llegados, contando mujeres y niños se calcula de 150.000 a 200.000, cuando en la península había unos 5.000.000 de hispano-romanos. Los godos asumen el poder político, pero se fusionan a los hispanos en los aspectos cultural, artístico y social.

En el 416 el rey visigodo Walia pacta con los romanos una guerra total para expulsar a los enemigos de Roma en Hispania. Comenzaban dos años de combates, avances y retrocesos por ambas partes, en lo que los visigodos llevaban las de ganar. Vándalos y alanos fueron sometidos o expulsados de sus territorios, mientras se firmaban pactos con los suevos.

Debido a las alianzas de los suevos con los guerrilleros bagaudas, el ejército visigodo de Teodorico II marchará por la vía Aquitana hacia territorio suevo. Los suevos se replegaron ante el empuje visigodo y se prepararon para un combate decisivo en las riberas del río Órbigo, a unos 20 kilómetros de la actual Astorga. En aquellos páramos se midieron las dos fuerzas el 5 de octubre del 456. Tras un brutal combate con centenares de bajas a un lado y otro, los suevos se retiraron en desbandada.
Lentamente se produce el asentamiento visigodo en la península.

Con la caida del imperio se produce una cierta independencia de los habitantes de las montañas del norte y la recuperación de las costumbres de las poblaciones autóctonas prerromanas. Mediado el siglo VI no quedan signos de romanización ni de cristianismo organizado. Por ese motivo entra en contacto con ellos San Millán de la Cogolla, recriminando su "actitud y su estilo de vida, como son la rapiña, el botín, la violencia intestina, un paganismo vigoroso y unas practicas sociales deplorables." Asimismo se produce el retorno a los antiguos castros, más seguros ante los invasores germanos.



En el 574 Leovigildo toma la ciudad de Amaya a los cántabros, fortificándola y haciendo de ella un importante enclave visigodo para el control de futuras revueltas. Parece ser que lo que quería el rey godo era mantener una cierta unidad de la península y también crear una barrera defensiva para frenar las posibles incursiones de los montañeses sobre las tierras del norte del Duero, lugar donde se habían asentado preferentemente la gran masa de campesinos visigodos.


De hecho Amaya se convierte después en una de las capitales de los ocho ducados visigodos, donde aparecerá más tarde la figura del duque Pedro de Cantabria, importante personaje en la historia del inicio de la reconquista junto a Pelayo.

1 comentario:

  1. Esta muy bueno, pero falta informacion acerca de como vivian y por eso no me sirve...

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