miércoles, 14 de noviembre de 2007

-Conclusiones de la Cátedra Atapuerca.

Burgos cerró el segundo Seminario Internacional de la Cátedra Atapuerca Paleoecología humana: nuevos avances con las dudas del codirector del proyecto Atapuerca, José María Bermúdez de Castro, sobre el lugar de origen del género humano.
La teoría incontestada hasta ahora de que el Homo sapiens había salido de África se debilita ante la posibilidad de que el hombre haya nacido en Asia. La mandíbula encontrada en Atapuerca en el 2003 ligó al Homo antecessor con otros homínidos localizados en yacimientos chinos, pero, sobre todo, en el de Dmanisi, en Georgia.

Este yacimiento, cuyo director, David Lordkipanidze, participó en el seminario, ha proporcionado fósiles que ponen en duda la teoría más aceptada sobre el origen africano de la humanidad.
Algunos investigadores como María Martinón-Torres o Robin Dennell creen que se debe estudiar la posibilidad de que el primer Homo surgiese en Asia y desde allí poblase Europa e incluso África.
En el seminario también se habló de la vida diaria de los antepasados de los humanos. Mary Stiner, de la Universidad de Arizona (EEUU), aportó nuevos datos en este sentido. Ya se sabía que los ancestros humanos eran capaces de organizarse para cazar grandes animales hace unos 200.000 años, pero Stiner cuenta que gracias a evidencias obtenidas en yacimientos de Turquía e Israel esta fecha puede retrasarse a 400.000 años antes que hoy.
Los individuos que vivieron en aquella época sólo utilizaban armas simples, pero aún así hacían frente a especímenes de gran tamaño. Los comportamientos sofisticados de los homínidos estudiados por Stiner no sólo se refieren a la caza, sino también a la manera de gestionar las presas.
Eran capaces de posponer el disfrute del premio logrado y trasportar grandes cantidades de carne largas distancias para llevarlas hasta su campamento base, su cueva, y compartirlas con el resto del grupo.
Gracias a las marcas de herramientas dejadas en los huesos al cortar la carne, se ha podido descubrir que, una vez allí, tenían una curiosa manera de distribuir la comida.
Aunque en principio se podría esperar que uno o dos individuos monopolizasen la carne y luego la distribuyesen al resto, en los fósiles se han encontrado indicios de lo que podían ser cenas comunales. “Si la pieza sólo la hubiese cortado un individuo se podría esperar que los cortes fuesen paralelos y sin embargo éstos van en todas las direcciones”, señaló Stiner.
En su opinión, este comportamiento podría ser un indicio de que, pese a que las relaciones jerárquicas debieron existir, como sucede con todos los grupos de primates, también había un sistema de equilibrios entre dominio e igualdad que podría ofrecer beneficios para la colaboración de todo el grupo.
Durante la charla de ayer en Burgos, Lordkipanidze apuntó asimismo a aspectos que pueden engarzarse con la realidad presente. “Debemos estudiar cómo han impactado los cambios climáticos en las transformaciones sociales”, afirmó.
Tres días antes, también en el foro organizado por la Cátedra Atapuerca, el investigador de la Universidad Rovira y Virgili Jordi Agustí habló de la posibilidad de que las primeras migraciones fuera de África hubiesen estado motivadas por el clima, al comenzar los bosques de ese continente a convertirse progresivamente en zona de sabana.
En la conclusión del seminario, que corrió a cargo del codirector de Atapuerca Eudald Carbonell, se trató de explicar el nexo de estos descubrimientos con el hombre de hoy. “Todo este esfuerzo científico va dirigido a servir a la sociedad con el conocimiento, a proporcionar información útil para la especie sapiens”, concluyó.

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