viernes, 16 de noviembre de 2007

-Castillo de Haza.

Haza (o Aza) es una preciosa población situada en lo alto de un alargado cerro.
Esta población destaca como una impresionante ciudadela fortificada, apenas sombra de lo
que fue en el pasado. Resultó un fuerte bastión en el avance cristiano de comienzos del siglo X, en tiempos de Nuño Núñez, Gonzalo Téllez y Gonzalo Fernández, padre de Fernán González, y en la defensa del curso del Duero como frontera firme a lo largo de todo el resto del siglo, precisamente cuando los ataques de los ejércitos musulmanes de Córdoba contra los cristianos del norte fueron más furibundos.
En este cometido, la fortaleza de Haza formaba parte de un imponente rosario de fortificaciones de frontera, que se completaba con las de Gormaz, San Esteban de Gormaz, Osma, Clunia y Roa, todas ellas situadas en la línea defensiva del Duero.
El poblado definitivo, tal vez heredero de otro originario, se corresponde con el que podemos ver hoy, amurallado, que ya existiría en 1182 cuando se fundó el monasterio de Santa María de Aza.
Durante los siglos XII y XIII el pueblo estuvo sometido al señorío de la poderosa familia de los Lara, aunque, en el enrarecido ambiente de continuas disputas protagonizadas por los grupos nobiliarios castellanos en la Baja Edad Media, Haza pasó a formar parte del domino señorial de los condes de Miranda, tras el enlace de Doña Aldonza con Diego de Zúñiga.
La fortaleza presenta, en la actualidad, un notable deterioro.
El conjunto estuvo flanqueado por una gran torre poligonal en el ángulo de la iglesia, un cubo muy saliente en el sureste junto con una torre romboidal, y la torre del homenaje sobre una pronunciada pendiente en el ángulo del noreste. Se cree que la prominente torre cuadrangular es el elemento más arcaico, con función de atalaya, que podría datarse entre los siglos XII y XIII. El resto de la estructura, es decir, la muralla, los cubos semicirculares y cuadrangulares que reforzarían los lienzos y la parte superior de la torre, corresponderían al siglo XV.
La torre del homenaje se encuentra muy bien conservada, compuesta por tres plantas con escasas saeteras, lo cual da sensación de gran robustez. Para lograr una mayor eficacia defensiva, sólo se abrió una puerta junto a la torre del homenaje, hoy desaparecida y sustituida por una gran hendidura. Asimismo, contaba con una plaza de armas de la que queda aproximadamente la mitad.

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