El espectacular desfiladero de La Yecla, de tan sólo 300 metros de longitud, es una profunda y estrecha garganta excavada en los potentes bancos de calizas que configuran el relieve de las
Peñas de Cervera. Desde hace décadas, una serie de pasarelas, escaleras y puentes, permiten recorrer el angosto cañón, que en algunos tramos tiene una anchura de pocos metros.
Peñas de Cervera. Desde hace décadas, una serie de pasarelas, escaleras y puentes, permiten recorrer el angosto cañón, que en algunos tramos tiene una anchura de pocos metros.
La sorprendente configuración paisajística de este enclave natural encierra tras sí un interesante pasado geomorfológico. Después de mucho millones de años, el desgaste erosivo debido a la árstificación de la caliza y la existencia de una primitiva línea de fractura, favorecieron que el arroyo del Cauce, pequeño curso fluvial afluente del río Mataviejas, se abriera paso a través de la grieta. Los procesos de disolución del carbonato cálcico permitieron poco a poco ir profundizando el lecho entre las paredes verticales del macizo calcáreo. Como si de un profundo tajo se tratase, el desfiladero es tan estrecho en algunos tramos que incluso es posible tocar al mismo tiempo con las manos ambas paredes.
A lo largo del desfiladero se observan sumideros por los que el agua penetra alimentando los acuíferos subterráneos. También se forman cascadas y rápidos que el río debe salvar, debido al
desplome de grandes bloques desde las partes altas.
Desde el punto de vista botánico, aparecen diferentes especies que habitan en las repisas y resquebraduras del roquedo (pumilo, siempreviva...) y en los canchales y pedreras que desembocan en La Yecla (pudio, heléboro, endrino...).
A lo largo del desfiladero se observan sumideros por los que el agua penetra alimentando los acuíferos subterráneos. También se forman cascadas y rápidos que el río debe salvar, debido al
desplome de grandes bloques desde las partes altas.
Desde el punto de vista botánico, aparecen diferentes especies que habitan en las repisas y resquebraduras del roquedo (pumilo, siempreviva...) y en los canchales y pedreras que desembocan en La Yecla (pudio, heléboro, endrino...).
Entre la rica y variada fauna que habita en la zona podemos encontrar especies como el buitre leonado, águila real, perdicera y calzada, halcón peregrino, gavilán, azor, alimoche, búho real, lobo, corzo, jabalí, nutria, gato montés, gineta, y aves acuáticas.
Por otro lado, cabe señalar la gran importancia arqueológica de su entorno inmediato. En lo más alto de los cantiles rocosos se han localizado numerosos restos y elementos que atestiguan la presencia humana desde hace al menos 3.500 años.
Distintos hallazgos pertenecientes a la Edad de Bronce confirman esta temprana ocupación de los castros fortificados de La Yecla, los cuales siguieron utilizándose durante toda la Edad de Hierro e incluso se convirtieron en el refugio de gentes tardorromanas y visigóticas.
Distintos hallazgos pertenecientes a la Edad de Bronce confirman esta temprana ocupación de los castros fortificados de La Yecla, los cuales siguieron utilizándose durante toda la Edad de Hierro e incluso se convirtieron en el refugio de gentes tardorromanas y visigóticas.
Tiene que ser precioso. A ver si saco tiempo para hacerme un viajecillo por la zona.
ResponderEliminarParece un sitio precioso. A ver si saco tiempo para hacerme un viajecillo por la zona. Saludos!
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