Los sabinares de sabina albar (Juniperus thurifera) son considerados como relictos testimoniales de los bosques esteparios pre-glaciales que tuvieron su esplendor en períodos más áridos que los actuales. Esta herencia esteparia confiere a la sabina albar una gran capacidad de sobrevivir a las bajas temperaturas invernales y a las sequías estivales, por lo que actualmente las principales masas arbóreas las podemos encontrar en zonas con un duro clima continental.
En estas tierras burgalesas se encuentran los más extensos y mejor conservados sabinares de todo el planeta. Se trata de bosques más o menos abiertos de sabina albar, especie caracterizada por ser un árbol de forma cónica, resinoso y siempre verde, generalmente de mediana talla, aunque los ejemplares más antiguos pueden llegar a alcanzar los 20 metros de altura.
Su tronco es grueso, con la corteza resquebrajada en tiras, y las hojas de color verde oscuro y débilmente denticuladas. Su aspecto rudo y fuerte casa muy bien con la austeridad que demuestra ante la pobreza de los suelos y la crudeza del clima.
La historia evolutiva de esta especie está condicionada fundamentalmente por los cambios climáticos y los movimientos tectónicos que afectaron a la Tierra. Su origen se remonta al terciario, hace a proximadamente 80 millones de años, cuando las condiciones tropicales que afectaban al Mediterráneo fueron desapareciendo. Así, debió expandirse de forma amplia y uniforme por todo el territorio antes de la elevación de los grandes sistemas montañosos africanos y europeos.
Durante el cuaternario, su área de distribución se redujo mucho, por lo que estos bosques son muy valiosos debido a su condición de enclave.
Las sabinas tienen un sistema radicular muy potente que extienden a su alrededor, lo que explica la laxitud de los sabinares y su condición de montes claros. La separación natural de los individuos permite optimizar los recursos hídricos y alimenticios en suelos pobres y pedregosos. En ocasiones la sabina se asocia con otras especies afines, capaces también de soportar las condiciones extremas del hábitat, como encinas, enebros, quejigos, algunos arbustos xerófilos y un estrato herbáceo ralo y más bien escaso.
Durante el cuaternario, su área de distribución se redujo mucho, por lo que estos bosques son muy valiosos debido a su condición de enclave.
Las sabinas tienen un sistema radicular muy potente que extienden a su alrededor, lo que explica la laxitud de los sabinares y su condición de montes claros. La separación natural de los individuos permite optimizar los recursos hídricos y alimenticios en suelos pobres y pedregosos. En ocasiones la sabina se asocia con otras especies afines, capaces también de soportar las condiciones extremas del hábitat, como encinas, enebros, quejigos, algunos arbustos xerófilos y un estrato herbáceo ralo y más bien escaso.
En cuanto al uso de estos montes de cortos pastos, tan sólo la ganadería de ovino ha sido capaz de aprovecharlos.
Tradicionalmente la madera de sabina, de crecimiento lento e intenso aroma, ha sido considerada de gran calidad por su dureza y sobre todo, por su incorruptibilidad. Esta madera rojiza y noble se ha utilizado en vigas, entramados y sobre todo en arcones para guardar la ropa, por sus propiedades antipolilla. Al uso maderero se une el apícola y el cinegético.
A pesar de la pérdida de los “usos tradicionales” y de las erróneas repoblaciones de pinos tan de moda en otras épocas, se puede afirmar que los sabinares del Arlanza gozan, en la actualidad, de una excelente salud.
A pesar de la pérdida de los “usos tradicionales” y de las erróneas repoblaciones de pinos tan de moda en otras épocas, se puede afirmar que los sabinares del Arlanza gozan, en la actualidad, de una excelente salud.
El árbol fósil, si señor. Muchas veces he pensado que probablemente estuviran conectados los sabinares del Arlanza con el sabinar de Calatañazor y con las pocas sabinas que quedan en las parameras de Guadalajara y Teruel.
ResponderEliminarDe todas formas el enclave está necesitado de más protección institucional. En el sabinar de Hortigüela hay grandes extensiones acotadas por vallas cinegéticas. Cazadores pudientes tienen alli su reducto para practicar su hobbie: matar. En el monte de Covarrubias también se extienden estas vallas cinegéticas. Son cotos privados y que no se te ocurra entrar en ellos. La experiencia me dice que hay que tener mucho cuidado con los perros adiestrados para alejar cualquier intruso. Es una vergüenza que no se tome cartas en el asunto y se proceda a una protección integral de todo el sabinar.
Hace poco un descerebrado en quad practicaba su hobbie por los sabinares de Retuerta. Tuve ocasión de cruzármele y chulesco parecía exhibir la potencia de su máquina. Quizá para olvidar su carencia de cerebro. Lo reflejé en la Calle 3.
saludos amigo.
Esa foto no está en Arlanza, sinó en La Puebla de San Miguel, lo sé porque el que sale en la foto soy yo :D
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