Las obras del desvío del
ferrocarril han sacado a la luz vestigios de un poblado romano
en Buniel, lo que viene a confirmar que en la localidad hubo un
interesante asentamiento de aquella época que se completaría con la
necrópolis que se descubrió el pasado año en un montículo a unos 500
metros de la villa ‘destapada’ ahora por la UTE Ave Variante de Burgos,
contratada por el Adif para ejecutar el proyecto ferroviario.
La aparición de esta villa romana no afecta a los trabajos del cercano
trazado del AVE, sino a un camino de servidumbre previsto para poder
acceder a las fincas del entorno. De hecho ha sido al realizar las
prospecciones para iniciar los trabajos de ese camino rural sobre una
finca de cereal que previamente se había expropiado, cuando la
constructora se topó, hace unas semanas, con unos muros que
prácticamente lindaban con el viejo trazado actual del ferrocarril
Valladolid-Burgos; la empresa, como debe proceder en estos casos,
comunicó el hallazgo a la Junta de Castilla y León, que tiene las
competencias en materia de patrimonio y que ya ha encargado un informe
para determinar la importancia del descubrimiento.
Un equipo de cuatro arqueólogos de la empresa Antequem Arqueología y
Medio Ambiente, y 15 peones han venido trabajando minuciosamente desde
entonces en desenterrar la zona dejando al descubierto muros, columnas,
habitáculos o zonas de estancia, corredores, canalizaciones de aguas ...
que se han ido limpiando. A partir de hoy se comenzará a proteger la
zona, sobre todos los mosaicos, para evitar expolios y posibles
destrozos y para preservar su conservación. Igualmente, estos días se
está fotografiando la zona a través del sistema cenital para establecer
coordinadas geométricas de cara a la realización de posibles
reproducciones virtuales.
Los restos localizados entre la actual vía ferroviaria y las
obras del nuevo trazado están conformados por muros (algunos de ellos
conservan una altura bastante considerable), estancias como cocinas,
corredores, salas, zona de entrada... y en los suelos, aunque bastante
deteriorados, destacan tres mosaicos en los que predominan los tonos
rojos, azules y amarillos que representan escenas florales.
Una de las curiosidades descubiertas es una sala denominada hipocausto,
es decir que se calentaba como las populares glorias castellanas, pero
que en vez de un solo tiro, todo el subsuelo está hueco con varios
arcos, y se calentaba a través de una boca de horno; el derrumbe
circunstancia en una esquina ha dejado al descubierto este sistema
calefactor, que está en perfecto estado.
En otro de los habitáculos, un sótano, se han descubierto bastantes
piezas que han dado mucha información sobre la villa romana, como varios
útiles de cocina, vasijas, tiradores de bronce con cabeza de felinos,
horquillas y también se han hallado algunas monedas.... Se cree que ese
habitáculo era una cocina que pudo hundirse por un incendio y quedar
tapada con otra capa de tierra, por lo que se han podido conservar las
piezas en buen estado.
Estas piezas se han trasladado ya al Museo de Burgos para su estudio y
conservación, mientras en el resto del poblado romano se trabaja en la
limpieza de estructuras y desde mañana, en su consolidación y
recubrimiento.
Aunque de momento, los arqueólogos solo han excavado en la parte
expropiada para ejecutar el camino de servidumbre, todo parece indicar
que la extensión de los restos es muchos más amplia que el espacio ahora
al descubierto y que se puede extender debajo de las actuales vías del
ferrocarril Valladolid-Burgos e, incluso, bajo el puente que hay que
prolongar para que pase por encima del nuevo trazado ferroviario.
Se han realizado, por otra parte, catas en dos fincas de cereal
colindantes y los expertos tienen la certeza de que continúa la villa.
Respecto a estas fincas, el Ayuntamiento de Buniel, según explica su
alcalde, Roberto Roque, intentará alcanzar acuerdos con los propietarios
para hacerse con su titularidad a través de permutas u otras fórmulas
para poder excavar y sacar a la luz los restos romanos, «quién sabe si
en un futuro, se podrían poner en valor», dice Roque.
El abandono de esta villa lo datan los expertos en el siglo III-IV y
pudo ser a consecuencia de un incendio. El expolio de muros y columnas
-solo ha aparecido restos de una- es algo posterior, a lo que se suman
los propios desperfectos ocasionados con la maquinaria agrícola, sobre
todo en los muros de las construcciones, patios circulares y mosaicos.
Hay que tener en cuenta que se trata de tierras de cultivo que han sido
aradas y cultivadas durante siglos, con lo que la maquinaria agrícola
ha ido dañando los elementos estructurales de la ciudad romana dada la
escasa profundidad a la que se encontraba. Lo mismo sucedería en las
fincas de cereal colindantes que siguen cultivándose.
Fuente: www.diariodeburgos.es
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