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miércoles, 25 de julio de 2012
-Restos de homínidos en El Portalón (Atapuerca)
«Un premio a la constancia y al esfuerzo». Así definía ayer el investigador José Miguel Carretero el hallazgo del primer cuerpo entero de un homínido en El Portalón. No en vano, es un lugar donde hasta ahora habían aparecido restos de animales de numerosas épocas y huesos humanos de escaso valor. Pero la sorpresa llegó esta semana cuando las personas encargadas de la excavación de este yacimiento a la entrada de la Cueva Mayor de la Sierra de Atapuerca encontraron un cervatillo y el lunes aparecieron los restos de un niño con una antigüedad de 4.500 años.
El hallazgo del Portalón no llegó a entrar en el balance de la campaña de excavaciones de Atapuerca de este año que tuvo lugar la semana pasada, aunque los investigadores continuarán trabajando hasta el próximo viernes. Los restos del niño de unos 7 años, del que aún se desconoce el sexo porque es algo complicado de determinar en edades tan tempranas, fueron encontrados por la paleontóloga Rebeca García.
Los trabajos en El Portalón se remontan, de forma más importante, en los años 60 del siglo pasado y se trata del yacimiento de Atapuerca donde antes se iniciaron las excavaciones. Después de mucho tiempo y tras destapar durante varios años piedras acumuladas en la entrada de la cueva, ahora llega la recompensa en forma de un cuerpo completo de un homínido. Hasta este importante hallazgo, los trabajos de esta campaña habían permitido encontrar fragmentos de cerámica -algunas con decoraciones ricas y de otras regiones de la Península Ibérica- y restos de fauna doméstica como oveja, cabra y vaca, entre otros.
Carretero explica que el hecho de que el niño encontrado estuviera junto al pequeño ciervo puede estar relacionado con un rito funerario. Es una teoría que cada vez cobra más fuerza en otro yacimiento de Atapuerca como la Sima de los Huesos, donde la importante recuperación esta campaña de un dedo de un pie de niño Homo heidelbergensis (500.000 años) se interpreta como que fuera un santuario. Durante los últimos años se han encontrado restos que van desde el Neolítico hasta la época medieval pasando por la Edad del Bronce y la del Hierro. Una variedad de momentos que ponen de manifiesto un uso continuado de este lugar por los habitantes de la zona, pero que también supuso una alteración de toda la cueva.
Lo más destacable, hasta ahora, habían sido los hallazgos de varias vértebras humanas en conexión con numerosos fragmentos cerámicos rotos a su alrededor y también restos de oveja y vaca. Los principales trabajos se han centrado desde hace unas campañas en las excavaciones correspondientes al periodo Calcolítico, de unos 4.000 años de antigüedad. Una vez finalizados estos trabajos, se procederá a levantar las grandes lajas y pasar a los niveles neolíticos, que, en principio son los más interesantes de la región.
«Hablamos de un yacimiento tan grande y tan difícil de excavar que ralentiza mucho las labores de excavación», reconocía hace unos días su director José Miguel Carretero. No en vano, recordaba que las condiciones de toda la cueva son muy húmedas y todo el sedimento está empapado en agua. Algo muy diferente a lo que ocurre en El Mirador, un yacimiento de características similares.
Fuente: www.diariodeburgos.es
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