miércoles, 23 de enero de 2008

-Los castillos.



El castillo era una vivienda fortificada perteneciente al señor feudal o al rey, muy común durante la Edad Media en Europa. A lo largo de ese periodo las guerras son constantes de tal modo que era una necesidad de supervivencia la existencia de castillos capaces de resistir los frecuentes ataques y los asedios de fuerzas militares.

Los castillos cumplían con varias funciones. Servían como vivienda de los gobernantes, refugio para los campesinos, como prisión, custodia de riquezas, arsenales de armas, albergaban tropas militares y eran centros de la administración local de una comarca.

Desde el siglo IX hubo una gran variedad de influencias en la construcción de los castillos. La época de apogeo de éstos se dio entre los años 1000 a 1500. A partir de ese siglo XV pierden su función militar para convertirse en residencias nobiliarias.

Los castillos se solían construir en las cumbres de las montañas de fácil acceso a los valles. A veces se buscaba una colina que dominara el entorno ya que resultaba imprescindible poseer una amplia visión de la zona, pues en el fondo eran lugares de observación del entorno natural sobre el que dominaban.
A veces se construían utilizando la presencia de un río; otras veces, la natural expugnabilidad de una roca en una colina; otras, aprovechando un cortante de un precipicio.

A partir del siglo XI los castillos se construian con piedras sustituyendo a la madera. Apareció la torre que servía para protegerse de los proyectiles lanzados contra el castillo. Con el tiempo esta torre pasó a ser la "Torre del homenaje". El patio interno y la torre del homenaje estaban cercados por un muro de piedra. El número de puertas era generalmente una, ya que eran puntos débiles en el conjunto amurallado.

Los castillos evolucionaron sensiblemente a consecuencia de los viajes de los cruzados a Tierra Santa en donde pudieron contemplar distintos tipos de fortificaciones y de diferentes técnicas de asalto. En el siglo XIV apareció en Europa el cañón. Pero no empezó a extenderse su uso y su eficacia hasta la mitad del siglo XV.


A consecuencia de ello el diseño de los castillos tuvo que cambiar para hacerse más resistente. Las murallas se hicieron inclinadas. Pero aún así, a finales del siglo XV, los castillos comenzaron su declive porque los mismos Reyes eran los que incrementaron su poder y resquebrajaron la autonomía de los nobles locales. Limitaban la construcción y la reconstrucción de un castillo a su propia decisión y establecían fuertes castigos a sus transgresores. De esta manera se aseguraban reforzar su poder central. Así pues, los castillos empezaron a dejar de ser usados incluso como vivienda y comenzaron a arruinarse. En su lugar aparecieron las ciudades fortificadas.

La construcción de un castillo era una tarea larga y costosa. Podía durar varios años. Se requerían oficios especializados: maestros albañiles, canteros, transportistas ... Estos grupos se desplazaban de un lugar a otro y eran muy demandados.

El buen castillo debía poder ser defendido por una pequeña fuerza de militares y ser capaz de resistir un largo periodo de tiempo de asedio. Normalmente el asedio finalizaba cuando se ocupaba el castillo, cuando las fuerzas atacantes ya no disponían de víveres o cuando una fuerza externa atacaba a los sitiadores. También se daba el caso frecuentemente de la aparición de enfermedades.

Fuente: naturayeducacion.com

2 comentarios:

  1. era justo lo q nesesitava graxias

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  2. tecnicamente un castillo tenía por que ser una residencia, el primer castillo que pones en esta entrada es el castillo de la mota, en medina del campo, ese fue casi de todo menos residencia (por ejemplo).

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