Durante las excavaciones arqueológicas realizadas en los antiguos yacimientos celtíberos o romanos, aparecen objetos de cuyo nombre, apenas hemos oído hablar. Uno de ellos es, sin duda, la “tésera de hospitalidad”.
La tésera de hospitalidad era una lámina o estatuilla metálica utilizada por los antiguos pobladores de la península como un documento jurídico-religioso para identificar a las personas y reconocer sus derechos sobre acuerdos o pactos establecidos. Su posesión era suficiente para ser recibido amistosamente, viajar libremente por un territorio o entrar en las ciudades.
Aunque los pactos siempre habían sido anteriormente verbales, fue en los principios de la romanización cuando empiezan a ser téseras de bronce escritas con alfabeto ibérico.
Su forma podía ser muy variada. Algunas eran geométricas, zoomorfas, otras eran partidas en dos mitades, cada una de las cuales guardaban los interesados. La reunión de ambas, que encajaban perfectamente, era la prueba de la validez del documento.
Esta relación se convertía en un compromiso legal, bien entre un individuo y una ciudad, o bien entre dos comunidades. Los pactos de hospitalidad, además de facilitar los intercambios comerciales, servían también para estrechar los vínculos políticos entre ciudades.
Los romanos hacían otro uso diferente de la tésera. Eran salvoconductos militares para permitir el paso de personas por lugares o ciudades concretos, no tenían el valor de amistad y hospitalidad como en las téseras celtíberas. También las usaban como distinción honorífica o prenda de un pacto. En los campamentos romanos el general daba al atardecer a sus centuriones una tablilla (tessera) en la que figuraba la contraseña para entrar en el recinto.
La tésera gladiatoria era una tablilla larga de marfil en la que estaba escrita el nombre del gladiador, a quien se le daba como certificado de aptitud cuando dejaba de ser tirón o recluta, o como distinción honorífica; el de su maestro, y la fecha de sus primeros triunfos.
Se han encontrado tres téseras de hospitalidad en la provincia de Burgos. Una en Belorado y dos en Sasamón, la vieja Segisamo.
La de Belorado y una de Sasamón son placas zoomorfas, un pez y un cuadrúpedo, y contienen escritura ibérica, mientras la otra de Sasamón, también de perfil zoomorfo, tiene caracteres latinos en su escritura.
En Ubierna también se encontró una tesera de hospitalidad. Mª A. Castellano y H. Jimeno, 1999, pp. 359-361.
ResponderEliminarUna preguntilla ¿se sabe si los pueblos iberos hicieron uso también de esta costumbre? No encuentro referencias
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