En 1973, Juan María Apellániz inicia el estudio de la Galería del Sílex y del Portalón de Cueva Mayor en colaboración con los espeleólogos del Grupo Edelweiss. Por aquel entonces, el ingeniero de Minas Trinidad Torres, que estudiaba osos fósiles del Pleistoceno español, estudia en Sabadell restos de Atapuerca, llevados allí por la expedición clandestina de Narciso Sánchez en 1968. Torres entra en contacto con el GEE en 1975, y en 1976 prepara una excavación en la Sierra. Torres trabajaba entonces en su tesis doctoral sobre Úrsidos del Pleistoceno, en especial los llamados Osos de las Cavernas, poco estudiados en España.
Trinidad Torres, con el permiso de Apellániz, entró en la Sima de los Huesos para extraer restos de oso. Entre los huesos extraídos de la Sima aparecieron unos fragmentos de mandíbula que no eran de oso. Eran fósiles humanos, lo que constituía un hallazgo excepcional, ya que, por los restos de oso, se sabía que el yacimiento era de una época remota. Aquella mandíbula, llamada AT-1, con otros dos fragmentos de mandíbula más (AT-2 y AT-3), junto a un puñado de dientes y dos fragmentos de cráneo, fueron los primeros restos humanos de la Sierra de Atapuerca. Torres llevó la mandíbula a su director de tesis, el paleontólogo Emiliano Aguirre: la forma de aquella mandíbula sugería gran antigüedad. Además, la morfología de los osos colocaba al yacimiento en el Pleistoceno Medio. Por aquel entonces, y aun hoy, los yacimientos europeos con fósiles humanos tan antiguos pueden contarse con los dedos de una mano.
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