El clima ha sufrido variaciones importantes en el hemisferio norte durante el último millón de años. En las épocas en las que el hielo cubría buena parte de Europa, la península Ibérica tenía un clima más frío y seco que no representaba un obstáculo para la supervivencia de las especies. Por ese motivo, se puede decir que península Ibérica ha sido siempre una zona refugio que ha preservado su biodiversidad sin grandes alteraciones durante el último millón de años. Los yacimientos de Atapuerca han conservado el testimonio de esa continuidad de la vida en la región, con pequeños cambios en la composición de las comunidades animal y vegetal.
Durante la excavación de los yacimientos de Atapuerca se toman muestras de sedimento para obtener el polen de las plantas mediante procesos químicos realizados en laboratorios especializados. De este modo se ha podido averiguar que hubo periodos más secos y fríos que el actual, en los que predominaban los pinos y las Cupresáceas (cipreses, enebros y sabinas); periodos templados y húmedos, con predominio de abedules, castaños, hayas y nogales; y periodos de un clima templado muy similar al actual, con predominio de encinas, robles, quejigos, olivos silvestres y vid silvestre.
Durante la excavación de los yacimientos de Atapuerca se toman muestras de sedimento para obtener el polen de las plantas mediante procesos químicos realizados en laboratorios especializados. De este modo se ha podido averiguar que hubo periodos más secos y fríos que el actual, en los que predominaban los pinos y las Cupresáceas (cipreses, enebros y sabinas); periodos templados y húmedos, con predominio de abedules, castaños, hayas y nogales; y periodos de un clima templado muy similar al actual, con predominio de encinas, robles, quejigos, olivos silvestres y vid silvestre.
En la actualidad la sierra de Atapuerca está cubierta de encinas (Quercus ilex), también llamadas carrascas o chaparras, quejigos (Quercus faginea), rosales silvestres y gamones. Estas plantas crecen bien en los suelos pobres que se forman en el sustrato calizo de la sierra. Se trata de una mancha de vegetación típica del clima mediterráneo, que destaca entre los inmensos campos cultivados de cereales (sobre todo de trigo y cebada).
En las praderas de los alrededores de la sierra crecen los robles melojos (Quercus pyreanica), que necesitan suelos ácidos y silíceos, mientras que según ascendemos hacia la sierra de la Demanda encontramos pinos, hayas, nogales, castaños y abedules, que necesitan ambientes más húmedos.
En las praderas de los alrededores de la sierra crecen los robles melojos (Quercus pyreanica), que necesitan suelos ácidos y silíceos, mientras que según ascendemos hacia la sierra de la Demanda encontramos pinos, hayas, nogales, castaños y abedules, que necesitan ambientes más húmedos.
Fuente: Cervantes Virtual
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