lunes, 28 de agosto de 2017

-Investigan la huella romana de Sasamón.

Fuente: www.elcorreodeburgos.com

Los investigadores analizan los terrenos palmo a palmo con el objetivo de «rellenar lagunas» de la historia. - ROMAN ARMYSe sabía de su existencia gracias al trabajo previo de investigadores como José Antonio Abásolo o François Didierjean, pero lo cierto es que las antiguas estructuras romanas de la zona de Carrecastro, próxima a Sasamón y Olmillos de Sasamón, estaban «dejadas de la mano de Dios». Por fortuna, un equipo internacional de arqueólogos procedentes de seis países fijó hace tiempo su mirada en el entorno de Carrecastro y el lunes, por fin, se instalaron en el territorio para iniciar una serie de prospecciones con el fin de corroborar que la comarca Odra-Pisuerga tiene «muchísimo potencial».
José Manuel Costa, miembro activo del equipo Roman Army, está convencido de ello. Lo que más fascina por ahora a los arqueólogos es el hallazgo -sin investigar hasta la fecha- de una fortificación militar con forma de naipe que abarca unas ocho hectáreas de terreno, lo que viene a ser 10 campos de fútbol aproximadamente. En este caso, no les cabe duda de la utilidad de este campamento, que pudiera haber servido de refugio temporal para un ejército de entre 3.500 y 4.500 soldados durante las guerras cántabras.
Las primeras hipótesis de Roman Army apuntan a que el segundo asentamiento también fue concebido con fines militares, mientras que el tercero aún está por definir. En cualquier caso, explica que el principal objetivo del proyecto pasa por analizar dichas superficies para concretar su razón de ser, la fecha en la que diseñaron o «si después de la conquista eran campos de cultivo». De esta forma, los investigadores confían en «rellenar lagunas» y «empezar a construir un poco mejor la historia de esta comarca, que es muy interesante y muy rica».
Para demostrar que las fortificaciones están relacionadas con la última fase de la conquista romana de la península ibérica, los arqueólogos están realizando prospecciones con tecnología puntera. Por el momento no se ha puesto en marcha una excavación porque supondría «más trabajo, más mano de obra» y, obviamente, un mayor presupuesto, que por ahora ronda los 8.000 euros.
Precisamente, el apartado económico y las apretadas agendas de los investigadores impidieron que los trabajos arrancasen antes. A la decena de arqueólogos que ya operan sobre el terreno se suman hoy tres más. Del alojamiento se hacen cargo el Ayuntamiento y el Grupo de Acción Local Adeco Camino, sabedores de que los previsibles hallazgos en Carrecastro constituyen un «motor para el turismo».
Aparte de la financiación de distintas instituciones, Costa precisa que la propuesta que tanto él como sus colegas tenían en mente pudo materializarse gracias a la generosidad de Manuel Fernández-Götz, profesor de Arqueología en la Universidad de Edimburgo. Y es que el docente español se convirtió en mecenas de la campaña gracias a un premio que incluía una dotación económica para prospecciones.

La primera fase se prolongará hasta el sábado 26 y su continuidad es una incógnita. Los integrantes de Roman Army estarían «encantados» de volver siempre y cuando dispongan de tiempo y presupuesto. Porque en este mundillo ya se sabe, «a veces no te da la vida para todo lo que quieres hacer». Sea como fuere, resulta muy probable que esta toma de contacto arroje importantes hallazgos -por ejemplo, objetos de diferentes épocas-, lo que garantizaría una segunda campaña.
El tiempo apremia en una fase «corta» que obliga a trabajar «intensivamente» desde el principio. Pero la investigación no finaliza en el entorno de Sasamón y Olmillos, ya que un día sobre el terreno equivale a «cuatro o cinco procesando datos». En lo que respecta a la rutina habitual en Carrecastro, las prospecciones se llevan a cabo desde las 7 y media de la mañana hasta las 15 horas. Por la tarde, después de comer, los coordinadores se encargan del inventario, los informes y la divulgación del proyecto a través de las redes sociales y de los medios de comunicación. Entretanto, el resto del equipo se dedica a «clasificar los materiales, limpiarlos e ir dejando todo listo para facilitar la entrega de los mismos a las autoridades».
La continuidad del proyecto no solo permitiría «exportar el potencial arqueológico de la península ibérica», sino que además ayudaría a esclarecer y contrastar los testimonios escritos que se conservan de aquella época. Por ejemplo, los de autores grecolatinos como Floro u Osorio, que en su día relataron cómo el emperador Augusto asentaba su base militar en el año 26 o 25 antes de Cristo con la intención de atacar a los cántabros. De hecho, los arqueólogos creen que la zona de Segisama-Sasamón a la que hacían referencia en sus textos correspondería al cerro Castarreño, donde se tiene la certeza de que existió un poblado prerromano.

Los promotores de Roman Army quieren conectar con la gente y fomentar el interés por la arqueología. Y qué mejor manera de hacerlo que las redes sociales, la vía de comunicación más inmediata y eficaz para transmitir y generar una «retroalimentación» a escala mundial. Después de comprobar que «otras experiencias por el estilo» han tenido «muy buena acogida en campañas anteriores», José Manuel Costa detallaba ayer que la página de Facebook del proyecto ya había alcanzado las 2.000 visitas en el día antes de acabar la mañana.
El arqueólogo Jesús García tuvo buena parte de culpa al protagonizar un vídeo en directo, grabado por Costa, en el que explicaba las claves de la zona sobre la que se está investigando. Su presencia resultará muy esclarecedora, ya que su tesis doctoral versaba precisamente sobre el proceso de transición de la Edad del Hierro a la época romana en el noroeste de Burgos.
Cierto es que cada vez que hay campaña se registra un «repunte» de visitas y de la interacción entre los internautas. Aún con todo, Costa asegura que «las estadísticas son bastante halagüeñas» por norma general, de ahí la importancia de dedicar parte del trabajo a la gestión de plataformas en la red de redes.
Pero no solo se pretende «crear público» a través de la pantalla. También se busca el acercamiento del ciudadano de a pie a los yacimientos arqueológicos para conocer in situ el trabajo que desarrollan los profesionales de la investigación histórica. Y parece que el efecto llamada funciona, ya que las visitas guiadas suelen acoger a «miles de personas», hasta el punto de que en alguna ocasión el aforo se ha visto sobrepasado por la expectación que generan.

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