El proyecto de recuperación de la antigua muralla defensiva oniense,
construida en el siglo XIV para proteger el monasterio de San Salvador y
encuadrada en las actuaciones de la mancomunidad ‘Raíces de Castilla’,
ha añadido un nuevo elemento de interés turístico a la villa de Oña. Su
recuperación ha sido fruto de varios años de trabajo, ya que esta
antigua construcción defensiva fue, literalmente, ‘engullida’ por el
desarrollo urbano de Oña. Por ello, se decidió su ejecución en varias
fases, una vez recibido el aprobado de la comisión de Patrimonio de la
Junta.
Las labores de demolición y limpieza de todos los
elementos superfluos que perturban la lectura del monumento, la
consolidación, restauración de todo el lienzo de muralla, con un
cuidadoso criterio arqueológico, finalmente ya muestra su resultado. A
pesar de no haber sido posible la recuperación de la totalidad del
sistema defensivo. sí es visible un tramo de ésta de unos treinta metros
de la antigua muralla sin obstáculos, así como su diseño constructivo
con las aspilleras de vigilancia totalmente recuperadas. En su proyecto
esta actuación se localiza en un espacio libre entre la calle del Agua y
la Ronda por una parte, el antiguo Hospital, hoy centro de salud, y el
caserío en el extremo opuesto.
El coste de la intervención ha superado los 99.000 euros, siendo más de dos años la duración de dichos trabajos de recuperación.
Fuente: www.elcorreodeburgos.com
Un rincón para conocer la historia, la naturaleza de Burgos y la magia de los Yacimientos de la Sierra de Atapuerca.
jueves, 20 de junio de 2013
lunes, 17 de junio de 2013
-El viaje eterno del Cid Campeador.
Rodrigo Díaz de Vivar murió en 1099 en Valencia. Cuenta la leyenda que
el Cid pidió que no se vistiera luto, que se le engalanara para la
última batalla, ya muerto. Y dicen que ganó. No sabía el valeroso
caballero que sus restos no descansarían en paz ni en el siglo XXI.
El expolio de los fósiles de un personaje «tan relevante para la ciudad y para el país fue lo primero que se me ocurrió para mi trabajo de investigación en Bachillerato Internacional y empecé a seguir la pista» reflexiona Leyre Barriocanal. La ahora estudiante de Comunicación Audiovisual en la UBU implicó en el proyecto a su madre, Ana Fernández, profesora de Francés en la Escuela de Idiomas.
Los textos están en francés, la nacionalidad de la mayor parte de los expoliadores. Con más o menos fortuna, con algún que otro viaje, los restos del Cid y Jimena permanecieron íntegros hasta la invasión francesa. Tras perder la batalla de Gamonal en 1808, la ciudad fue saqueada por las tropas napoleónicas, sus tumbas abiertas, sus edificios asaltados... La guerra alimenta la guerra decía Napoleón que no pagaba a sus tropas más que con el botín de los sitios conquistados. Según las referencias escritas que recogen las autoras de Los huesos del Cid y Jimena. Expolios y destierros, editado por la Diputación Provincial de Burgos, ni la presencia del propio Napoleón en el Palacio Arzobispal de Burgos redimía a los soldados saqueadores en una ciudad atestada de suciedad y cadáveres. El nombramiento de Darmagnac como gobernador de Burgos no ayudó. «Era un hombre corrupto, cruel, se apropió de la Cartuja y sacó todo lo que quiso. A su muerte, los herederos subastaron las obras de arte pero no sólo se llevaron cuadros y joyas», resume Ana Fernández.
Como dos detectives, con el ratón del ordenador como lupa y el teléfono como hilo de comunicación, las dos autoras han identificado hasta a diez expoliadores de los restos del Cid y Jimena y han identificado los lugares donde las referencias escritas los ubican logrando imágenes que los museos y espacios en los que se albergan les han enviado. La lista empieza con Soult que toma cabellos del Cid que no están localizados; Pierre Durand que toma trozos de ambos cráneos no localizados; Salm-Dyck se apropia de una mandíbula inferior, sin un diente, cráneo de parte de la oreja, esternón y fémur de Jimena que se localizaron en Sigmaeringen (Alemania) y volvieron a Burgos a finales del siglo XIX tras el descubrimiento y mediación del historiador y periodista Francisco María Tubino. Otro viaje, ya en el siglo XX, de Camilo José Cela a Francia permite a España recuperar el occiput, parte trasera del cráneo, recogida por Delamardell. Tiene una inscripción en el propio hueso como prueba de su autenticidad y ahora mismo se encuentra en la sala de directores de la Real Academia Española de la Lengua.
Existen fuentes escritas del robo del fémur de Jimena y de los cráneos de ambos nobles por parte de Girardin y Denné. Un botín de estas características no pasó desapercibido para el barón Dominique Vivant-Denon que era un experto en arte y recorría los países conquistados por Napoleón. Es a «quién hoy se le debe la riqueza de un museo como el del Louvre», resume Ana Fernández. Su saqueo fue inmortalizado en un cuadro de Benjamin Zix que se reproduce en la portada del libro. Las autoras siguen la pista de los huesos hasta Polonia, Cracovia o Rusia. «Nos hemos dado cuenta con este trabajo, después de revisar más de un centenar de referencias, que el Cid era un personaje conocido en toda Europa en el siglo XIX y, por tanto, sus restos, que estuvieron abiertos durante tres meses, un botín para los soldados franceses», reconoce Leyre Barriocanal. También se recoge en el libro el interés de otro gobernador francés, Thièbault, por encumbrar la figura. Tanto así que agrupó los restos, cerró la tumba la trasladó al Espolón donde estuvieron en una especie de sarcófago que se instaló en la zona de Cuatro Reyes. Cuando las autoridades burgalesas lo retiraron se dispuso un acta donde estaban los esqueletos completos. «No puede ser que estuvieran completos porque se sabe que los cráneos se los llevaron, que el esternón y el fémur de Jimena volvieron gracias a Alfonso XII y se han recuperado más cosas, otras no se sabe ni donde están, por tanto allí no pueden estar los esqueletos completos como se recoge en el acta con el que se cierra la etapa en Espolón», resumen.
El viaje de los restos no cesó. Como recogen en su libro volvió a Cardeña, pasó por el Ayuntamiento donde se abría la tumba a las visitas, y posteriormente se depositaron lo que quedaba de los restos en la Catedral.
Un viaje apasionante y escrupulosamente documentado que han seguido madre e hija «hasta donde se nos han agotado las fuentes. Ahora solo queda recoger testimonios. Como aquél arrepentido que depositó restos que tenía en su poder en el confesionario de la iglesia de San Cosme y San Damián», reflexiona Ana Fernández. Ellas siguen dispuestas a seguir la pista del destino de los huesos del Cid.
Fuente: www.elcorreodeburgos.com
El expolio de los fósiles de un personaje «tan relevante para la ciudad y para el país fue lo primero que se me ocurrió para mi trabajo de investigación en Bachillerato Internacional y empecé a seguir la pista» reflexiona Leyre Barriocanal. La ahora estudiante de Comunicación Audiovisual en la UBU implicó en el proyecto a su madre, Ana Fernández, profesora de Francés en la Escuela de Idiomas.
Los textos están en francés, la nacionalidad de la mayor parte de los expoliadores. Con más o menos fortuna, con algún que otro viaje, los restos del Cid y Jimena permanecieron íntegros hasta la invasión francesa. Tras perder la batalla de Gamonal en 1808, la ciudad fue saqueada por las tropas napoleónicas, sus tumbas abiertas, sus edificios asaltados... La guerra alimenta la guerra decía Napoleón que no pagaba a sus tropas más que con el botín de los sitios conquistados. Según las referencias escritas que recogen las autoras de Los huesos del Cid y Jimena. Expolios y destierros, editado por la Diputación Provincial de Burgos, ni la presencia del propio Napoleón en el Palacio Arzobispal de Burgos redimía a los soldados saqueadores en una ciudad atestada de suciedad y cadáveres. El nombramiento de Darmagnac como gobernador de Burgos no ayudó. «Era un hombre corrupto, cruel, se apropió de la Cartuja y sacó todo lo que quiso. A su muerte, los herederos subastaron las obras de arte pero no sólo se llevaron cuadros y joyas», resume Ana Fernández.
Como dos detectives, con el ratón del ordenador como lupa y el teléfono como hilo de comunicación, las dos autoras han identificado hasta a diez expoliadores de los restos del Cid y Jimena y han identificado los lugares donde las referencias escritas los ubican logrando imágenes que los museos y espacios en los que se albergan les han enviado. La lista empieza con Soult que toma cabellos del Cid que no están localizados; Pierre Durand que toma trozos de ambos cráneos no localizados; Salm-Dyck se apropia de una mandíbula inferior, sin un diente, cráneo de parte de la oreja, esternón y fémur de Jimena que se localizaron en Sigmaeringen (Alemania) y volvieron a Burgos a finales del siglo XIX tras el descubrimiento y mediación del historiador y periodista Francisco María Tubino. Otro viaje, ya en el siglo XX, de Camilo José Cela a Francia permite a España recuperar el occiput, parte trasera del cráneo, recogida por Delamardell. Tiene una inscripción en el propio hueso como prueba de su autenticidad y ahora mismo se encuentra en la sala de directores de la Real Academia Española de la Lengua.
Existen fuentes escritas del robo del fémur de Jimena y de los cráneos de ambos nobles por parte de Girardin y Denné. Un botín de estas características no pasó desapercibido para el barón Dominique Vivant-Denon que era un experto en arte y recorría los países conquistados por Napoleón. Es a «quién hoy se le debe la riqueza de un museo como el del Louvre», resume Ana Fernández. Su saqueo fue inmortalizado en un cuadro de Benjamin Zix que se reproduce en la portada del libro. Las autoras siguen la pista de los huesos hasta Polonia, Cracovia o Rusia. «Nos hemos dado cuenta con este trabajo, después de revisar más de un centenar de referencias, que el Cid era un personaje conocido en toda Europa en el siglo XIX y, por tanto, sus restos, que estuvieron abiertos durante tres meses, un botín para los soldados franceses», reconoce Leyre Barriocanal. También se recoge en el libro el interés de otro gobernador francés, Thièbault, por encumbrar la figura. Tanto así que agrupó los restos, cerró la tumba la trasladó al Espolón donde estuvieron en una especie de sarcófago que se instaló en la zona de Cuatro Reyes. Cuando las autoridades burgalesas lo retiraron se dispuso un acta donde estaban los esqueletos completos. «No puede ser que estuvieran completos porque se sabe que los cráneos se los llevaron, que el esternón y el fémur de Jimena volvieron gracias a Alfonso XII y se han recuperado más cosas, otras no se sabe ni donde están, por tanto allí no pueden estar los esqueletos completos como se recoge en el acta con el que se cierra la etapa en Espolón», resumen.
El viaje de los restos no cesó. Como recogen en su libro volvió a Cardeña, pasó por el Ayuntamiento donde se abría la tumba a las visitas, y posteriormente se depositaron lo que quedaba de los restos en la Catedral.
Un viaje apasionante y escrupulosamente documentado que han seguido madre e hija «hasta donde se nos han agotado las fuentes. Ahora solo queda recoger testimonios. Como aquél arrepentido que depositó restos que tenía en su poder en el confesionario de la iglesia de San Cosme y San Damián», reflexiona Ana Fernández. Ellas siguen dispuestas a seguir la pista del destino de los huesos del Cid.
Fuente: www.elcorreodeburgos.com
miércoles, 12 de junio de 2013
-La cara, otro rasgo moderno presente en antecessor.
El próximo verano se cumplirán 20 años desde la aparición del primer
diente de Homo antecessor. Era el primer resto del que después se
conoció como Chico de la Gran Dolina. Hoy esos fósiles, expuestos en el
Museo de la Evolución, vuelven a ser noticia. Se han sometido a un
estudio comparativo con el cráneo del Chico de Turkana, pertenecientes a
la especie Homo ergaster. La conclusión ratifica a Antecessor como
especie y «posible» último ancestro común de neandertales y poblaciones
anatómicamente más modernas. En el año 1997 se publicó el artículo
científico que lo definía como especie. No fue comunmente aceptado por
la comunidad científica internacional por ser un individuo inmaduro. La
especie se consolidó a partir de los nuevos restos descubiertos en 2003.
Habrá que esperar a excavar TD-6 en extensión porque es un nivel
superado en la cata de 12 metros debajo de TD10.
A pesar de ello los fósiles ya descubiertos se siguen sometiendo a estudio. El último se ha publicado esta semana en la revista internacional Plos One y lo han realizado científicos de Estados Unidos (Universidad de California y Nueva York) y británicos (Universidad de York). El estudio, encabezado por el científico español afincado en Estados Unidos, Rodrigo S. Lacruz, ratifica que antecessor cuenta con un desarrollo de la cara de tipo moderno que «se reabsorbe como en los humanos actuales por eso tenemos una nariz prominente que no se da en chimpancés que es al contrario», apuntaba ayer en la presentación el también firmante del artículo por el Cenieh, José María Bermúdez de Castro. Estos rasgos modernos en la configuración de la cara ya estaban presentes antes, calculan que hace un millón de años. Un rasgo más de ‘modernidad más antigua’ de esta especie. Se suma al desarrollo dental, que es largo en la infancia como se demostró con la mandíbula Jimena; y la capacidad craneal de 1.000 metros cúbicos. «La especie Homo antecessor sale así reforzada con el estudio de su crecimiento facial».
Fuente: www.elcorreodeburgos.com
A pesar de ello los fósiles ya descubiertos se siguen sometiendo a estudio. El último se ha publicado esta semana en la revista internacional Plos One y lo han realizado científicos de Estados Unidos (Universidad de California y Nueva York) y británicos (Universidad de York). El estudio, encabezado por el científico español afincado en Estados Unidos, Rodrigo S. Lacruz, ratifica que antecessor cuenta con un desarrollo de la cara de tipo moderno que «se reabsorbe como en los humanos actuales por eso tenemos una nariz prominente que no se da en chimpancés que es al contrario», apuntaba ayer en la presentación el también firmante del artículo por el Cenieh, José María Bermúdez de Castro. Estos rasgos modernos en la configuración de la cara ya estaban presentes antes, calculan que hace un millón de años. Un rasgo más de ‘modernidad más antigua’ de esta especie. Se suma al desarrollo dental, que es largo en la infancia como se demostró con la mandíbula Jimena; y la capacidad craneal de 1.000 metros cúbicos. «La especie Homo antecessor sale así reforzada con el estudio de su crecimiento facial».
Fuente: www.elcorreodeburgos.com
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