martes, 30 de junio de 2020

-Complejo funerario de Reinoso (Burgos).

Fuente: https://elpais.com/cultura

Vecinos de Reinoso (Burgos) disfrazados en una imagen de promoción del dolmen de El Pendón.Hace unos 5.500 años, un grupo humano levantó un dolmen en lo que hoy es la comarca de La Bureba (Burgos) y lo rodeó de un imponente complejo funerario para enterrar a los integrantes de esta comunidad neolítica. El túmulo alcanzaba un diámetro de unos 25 metros y una altura de tres, lo que les permitía, además, controlar visualmente todo el valle, algo que no era baladí en aquellos milenios, dada la inestabilidad de la zona y el rastro de muertes violentas que han hallado ahora los arqueólogos de la Universidad de Valladolid.
Los expertos han analizado los restos de las 65 personas inhumadas dentro del monumento y han logrado reconstruir cómo vivieron y cómo murieron. Pero entre todo destaca el cráneo de una anciana (de poco más de 50 años, cuando en aquellas épocas las esperanza de vida no superaba los 40) con cuatro perforaciones en la cabeza: dos junto a los conductos auditivos y otras dos (una de ellas sin acabar) en la parte posterior del cráneo, a la altura de las órbitas oculares. ¿Un médico intentó salvarla y murió en la sala de operaciones? Un enigma que trae de cabeza al equipo que dirige el catedrático de Prehistoria Manuel Rojo Guerra que, de momento, ha sido capaz de desentrañar la evolución de este complejo en el que se entremezclan también niños incinerados, violencia extrema, una avenida pavimentado con huesos humanos y un extraño final. Un puzle cuyas piezas empiezan a encajar en el laboratorio.
Reinoso es un pequeño pueblo burgalés de una veintena de vecinos que ha apostado por dar a conocer, conservar y divulgar su historia apoyando la investigación, junto con la Diputación de Burgos y la Junta de Castilla y León. En lo que ahora es su término municipal, en el cuarto mileno antes de nuestra Era, se erigió este imponente sepulcro donde descansaría esta comunidad del Neolítico “como representación y referencia del grupo”, explica el catedrático Rojo.


Reconstrucción del dolmen de El Pendón, en Reinoso (Burgos).El enterramiento incluía un corredor de acceso de 10 metros y una cámara funeraria subterránea de tres de diámetro. Se construyó con enormes lajas de piedra caliza extraídas de las proximidades. Y así fue durante 300 años hasta que algo ocurrió a finales del cuarto milenio, según las pruebas de carbono - 14 “De manera repentina, el lugar dejó de tener una función funeraria para convertirse en un referente ceremonial donde realizar actos religiosos”, indica Cristina Tejedor, codirectora de los trabajos arqueológicos.
Los pobladores, sin una razón que se conozca aún, comenzaron a desmantelar el gran pasillo de acceso y la mayor parte del túmulo que rodeaba el sepulcro colectivo. Trasladaron las grandes piedras que se alzaban a ambos lados del pasillo y las sustituyeron por bloques de arenisca rojiza. Luego, cubrieron la calzada con huesos de sus antepasados. Las enormes piedras del corredor fueron, además, reutilizadas para sellar la cámara funeraria –esta no fue desmontada- con la finalidad de “evitar futuras violaciones del recinto sagrado de los ancestros”.
Toda esta trasformación se acompañó, además, de un acto ceremonial sorprendente. En lo que era la entrada a la cámara funeraria se encendió una enorme pira donde fueron calcinados restos humanos, preferentemente infantiles. Poco después, toda la plataforma que había quedado libre por el desmantelamiento de la mayor parte del túmulo, fue pavimentada con piedras planas creándose “un lugar de culto y celebración de ceremonias cíclicas al amparo de un halo místico”, explica el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid.

El estudio osteoarqueológico preliminar, llevado a cabo por Sonia Díaz Navarro, miembro del equipo de Rojo, desvela que, al menos, 65 individuos fueron enterrados en el monumento. Se han hallado tanto huesos de hombres como de mujeres en porcentajes similares, siendo sorprendente la alta densidad de individuos infantiles que llegan al 40%, circunstancia única en este tipo de enterramientos.
Los primeros resultados de laboratorio han permitido reconstruir también los modos de vida y muerte. “A partir del análisis de los marcadores conocemos algunas de sus actividades, que provocaron respuestas óseas por hiperactividad de músculos y ligamentos y que provienen del estrés físico”, indica Díaz.
Los restos óseos demuestran que estos pobladores soportaron y trasladaron pesadas cargas, así como realizaron largas marchas por terrenos abruptos. “Llama la atención la presencia de, incluso, menores de 10 años, lo que sugiere una temprana colaboración en las tareas comunitarias”, añade el experto. “Las condiciones de vida eran durísimas, ya que la mayor parte de los huesos presentan signos de enfermedad articular degenerativa con diferentes grados de espondilosis u osteoartrosis. Además, se ha documentado un elevado índice de traumatismos vertebrales, muchos de ellos asociados a caídas desde grandes alturas”.
El estudio de las patologías orales indica, igualmente, desgastes severos en la dentición que llegan a destruir la corona del diente, lo que demuestra que no utilizaban la dentadura solo para masticar alimentos, sino que era una herramienta más, una especie de tercera mano. Las infecciones bucodentales en forma de abscesos les provocaban una pérdida prematura de las piezas dentales. Se ha detectado también un individuo al que le extrajeron el segundo molar superior izquierdo para intentar detener la infección que sufría.
La investigación ha desvelado también “la presencia de traumatismos asociados a episodios violentos que en algunos casos provocaron la muerte, mientras que otras lesiones muestras signos claros de una larga supervivencia”. De las personas estudiadas cinco recibieron disparos por puntas de flecha, dos de ellos en el cráneo –uno falleció al poco tiempo, mientras otro sobrevivió-, otros tres fueron atacados por la espalda con un objeto contundente, dos más fueron heridos en la cadera con un arma parecida a un hacha...
Arqueólogos excavando el lugar de enterramiento de 65 individuos en el dolmen de El Pendón, en Reinoso.Pero entre todos los individuos analizados destaca el cráneo de una mujer anciana a la que no le quedaban dientes. “Tras su órbita izquierda documentamos un orificio que parece responder a una intervención. Un par de centímetros más arriba junto a la sutura esfenofrontal se observa un segundo intento, en este caso inconcluso”, explica Díaz Navarro.

 Pero además presenta otros dos agujeros junto a los conductos auditivos probablemente provocados “por un colesteatoma bilateral, afección pseudotumoral que provoca la osteolisis de las paredes del oído y puede dar lugar a sordera, vértigos, abscesos cerebrales e incluso septicemia y parálisis en los casos más graves”. O no, a lo mejor el cirujano le perforó la zona de los oídos, y luego intentó hacer lo mismo en la parte posterior del cráneo. Lo logró una vez, pero no la segunda, la perforación terminó inconclusa y la anciana murió entre grandes dolores. ¿Quién era para recibir esa atención? El laboratorio dará pronto la respuesta. Mientras, los vecinos de Reinoso esperan nuevos hallazgos científicos en su yacimiento de El Pendón, del que se muestran tan orgullosos.

miércoles, 10 de junio de 2020

-En busca de "Flavia Augusta" en Poza de la Sal.

Fuente:https://www.diariodeburgos.es/

Los restos hallados en los estudios llevados a cabo durante el último siglo en los yacimientos del Castellar y el Alto de El Milagro de Poza de la Sal han llevado a múltiples investigadores a identificar la villa salinera como la antigua Salionka, que cita Ptolomeo entre las ciudades autrigonas. La cima del Cerro Milagro fue lugar de asentamiento del núcleo urbano, situado a unos dos kilómetros del actual emplazamiento del municipio junto al río Homino. Así, sobre esta población, se cree que los romanos fundaron Flavia Augusta.
El equipo de investigación de la arqueóloga Esperanza Martín, directora de los trabajos relacionados con el proyecto de documentación gráfica de la cultura material asociada a los yacimientos del entorno pozano, considera que pese a que «la localización de la ciudad romana no se conoce exactamente las evidencias son claras para creer que se sitúa en las inmediaciones de la población». Con el fin de devolver a la localidad lo que es suyo, a lo largo de las próximas semanas comenzará una nueva campaña de prospección tanto terrestre, geofísica, magnetométrica como aérea.
La agrupación encargada de gestionar las labores estará compuesta por un especialista en virtualización de patrimonio, un documentalista, un experto en el manejo de drones, un geofísico, una especialista de ayudante de topografía que además es prehistoriadora, tres arqueólogos y sus asesores.
Como novedad en este nuevo proyecto se invita a los vecinos de la villa salinera a que colaboren en las exploraciones terrestres, que tratan simplemente en caminar y buscar evidencias arqueológicas. «Puede que el hecho de encontrar una cerámica antigua no tenga importancia para muchas personas pero realmente nos ayuda a la hora de poder localizar los yacimientos en un punto concreto», manifiesta la arqueóloga.

La documentación existente sobre Flavia Augusta apunta a que la ciudad se desarrolló en el siglo I como un núcleo romano de importancia. Y así lo exponen los restos hallados en el Cerro Milagro y las orillas del río Homino por el arqueólogo Julio Martínez Santa-Olalla, que la describe como un emplazamiento de planta rectangular con foro, termas, al menos dos templos y una necrópolis de la que procede un conjunto de aproximadamente 300 monumentos funerarios singulares de tradición prerromana.
La Diputación otorgó al proyecto En Busca de Flavia Augusta una subvención de 7.000 euros y aunque el conjunto de profesionales ya dispone de todos los permisos requeridos para iniciar la campaña, no quieren comenzar con las labores sin antes explicar a los propietarios de las tierras en las que realizarán las prospecciones en qué consistirá el trabajo. Por el momento desconocen la fecha exacta en la que se trasladarán a la localidad burebana pero Esperanza Martín asegura que será no tardarán en demasía.
Utilizarán un georadar tridimensional en distintos puntos del área a investigar -entre Poza y Salas- donde conocen que se obtuvieron restos arqueológicos de cronología romana en anteriores excavaciones para comprobar si todavía quedan restos en el subsuelo o si las obras de construcción del paso de la línea de ferrocarril Santander-Mediterráneo destruyeron las evidencias arqueológicas acabando con el yacimiento. «Nos genera especial ilusión esta campaña porque podremos evaluar el potencial arqueológico que pueda quedar y avanzar en el conocimiento de la historia en la medida de nuestras posibilidades», añade la especialista. Asimismo, la virtualización de los datos patrimoniales no se dejará de lado y continuarán realizando la documentación fotogramétrica e impresión de piezas 3D, que permite recrear con exactitud las originales. Los interesados podrán observarlas a través de la plataforma Sketchfab.