Un rincón para conocer la historia, la naturaleza de Burgos y la magia de los Yacimientos de la Sierra de Atapuerca.
jueves, 19 de marzo de 2015
-Encontrada una clave de bóveda en las excavaciones de la iglesia de San Román.
Fuente: http://www.diariodeburgos.es/noticia/ZFFA866CE-BD83-E9AB-E9D72127783828B1/20150319/excavaciones/iglesia/san/roman/concluyen/hallazgo/clave/boveda/policromada
Las excavaciones de la iglesia de San Román, que se han prolongado a lo largo de las últimas semanas en las laderas del Castillo de Burgos, han concluido con el hallazgo de una clave de bóveda policromada.
Se trata de una clave de bóveda de más de 200 kilos de peso con la imagen de un monje benedictino vestido de negro, con un dedo de la mano derecha levantado y un libro en su mano izquierda, que podría representar la imagen de San Román.
La pieza se encuentra en mal estado de conservación debido a la destrucción del templo en el que se encontraba durante la Guerra de la Independencia y a que ha permanecido sepultada por toneladas de tierra.
Por ese motivo, la clave de bóveda se restaurará durante los próximos meses para su exhibición al público en el Museo de Burgos o el Monasterio de San Juan, cuyas instalaciones se barajan estos días para situar de forma definitiva la pieza.
Junto al fragmento de bóveda, que permitirá determinar las dimensiones de la iglesia gótica de San Román, se han encontrado también otros fragmentos y restos del templo que serán estudiados por expertos para conocer más acerca de esta edificación.
La iglesia de San Román fue una de las más importantes de la capital burgalesa durante la Edad Media y fue volada en el asalto al Castillo de Burgos registrado durante la Guerra de la Independencia.
domingo, 15 de marzo de 2015
-35 años sin Félix Rodriguez de la Fuente.
Fuente: http://elpais.com/diario/1980/03/16/ultima/322009201_850215.html
«Queridos amigos de El hombre y la Tierra. Como siempre que me asomo a la pequeña pantalla, es para decirles hola o adiós. En este caso: hasta pronto.» Félix Rodríguez de la Fuente se despedía de su audiencia con estas palabras el pasado 2 de marzo desde el programa de TVE 625 líneas. «No nos vamos para siempre, quizá hasta dentro de ocho meses o un año», añadió el popular doctor, «el amigo de los animales», para terminar con su habitual desDedida: «Queridos amigos, muchas gracias.»
El último programa de su serie dedicada a la fauna de América del Norte, rodada con la ayuda económica del Gobierno de Canadá, se emitió, a modo de síntesis, el pasado jueves día 13. Su último acto público en España fue presentar, el pasado día 5, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, el documento titulado Estrategia mundial para la conservación de los recursos vivos y el logro de un desarrollo sostenido, propuesto por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales. El acto de publicación del documento fue presidido por los Reyes de España.Marcelle Parmentier, francesa, 43 años, casada con Félix Rodríguez de la Fuente hace catorce años, y sus tres hijas, Mercedes, Leticia y Odilia, de trece, once y siete años de edad, respectivamente, esperaban en su casa de Madrid que Félix Rodríguez de la Fuente las llamase ayer por teléfono, desde Alaska, para recibir sus felicitaciones en la fecha de su cumpleaños. La señora Parmentier recibió, sin embargo, a las ocho de la mañana, la llamada de una mujer que pedía información del accidente, pero no entendió el mensaje hasta que minutos después TVE le confirmó por teléfono el fatal accidente. Los cadáveres de los tres profesionales de TVE llegarán a Madrid el próximo lunes.
Félix Rodríguez de la Fuente nació en Poza de la Sal (Burgos) el 14 de marzo de 1928. Anteayer, la agencia Efe había transmitido, dentro de su servicio nacional, una noticia anunciando el inmediato cumpleaños de esta personalidad de la televisión.
Nunca ejerció su profesión de médico-odontólogo. Su primer contacto con los animales distó mucho de lo que sería su futura y definitiva vocación naturalista y su lucha por la conservación de las especies en peligro de extinción.
Desde los catorce años se dedicó a la caza, pero a los veintiún años regaló su escopeta al viejo cazador del pueblo, apodado Curilla. Hace ahora diecisiete años que ganó un concurso internacional de cetrería con su halcón Durandal, y por ello fue llamado a colaborar en el programa Fin de semana.
La primera aparición en TVE, en 1964, con dos halcones, se convirtió en una charla habitual que alternó semanalmente con los coloquios culturales de Jaime de Foxá. Intervino más tarde en los programas Imágenes para saber y A toda plana, programas que iban exclusivamente ilustrados con dibujos y fotografías. Presentó en 1968 la serie didáctica Félix, el amigo de los animales.
En una segunda etapa, Félix Rodríguez de la Fuente comentó series, compuestas fundamentalmente de episodios, adquiridas por TVE a televisiones extranjeras: Fauna, titulada más tarde Vida salvaje, y Planeta azul. El Gobierno español le encargó en 1967 la entrega de dos halcones al rey de Arabia Saudí, donde permaneció un tiempo para amaestrarlos -en la agenda de sus proyectos consta la intención de realizar una serie sobre la historia de la cetrería-, hecho que le abrió las puertas políticas para proyectos más ambiciosos.
Mientras fue presidente de la Asociación para la Defensa de la Naturaleza (Adena) -y de la que ahora era vicepresidente- emprendió la producción de la serie El hombre y la Tierra, cuya primera parte, denominada Serie venezolana, rodada en el Amazonas y Orinoco, comenzó a emitirse por TVE en 1974. Desde entonces, casi siempre en otoño, se emitieron 104episodios de la serie dedicada a la fauna ibérica.
«La aventura internacional de la fauna», como la denominó Félix Rodríguez de la Fuente en unas declaraciones a EL PAIS el pasado octubre, comenzó con la emisión de los veintiún episodios que incluían los primeros rodajes en Canadá. Lamentó en aquella ocasión que TVE solamente le asignase un presupuesto de cuatro millones de pesetas por episodio, unas cinco veces menos que el presupuesto medio de los documentales de Cousteau.
Los documentales de El hombre y la Tierra fueron galardonados con los más importantes premios internacionales en su especialidad y, lo que es más importante, calaron a nivel popular en la audiencia española. Se situó siempre, durante los últimos años, en los primeros puestos del panel de aceptación de programas. TVE y los telespectadores españoles pierden con Félix Rodríguez de la Fuente a su mejor, y probablemente único, documentalista. Sus programas, además, ocupan el primer puesto de ventas a las televisiones de todo el mundo, y el propio Rodríguez de la Fuente, en sus últimas declaraciones a EL PAIS, estimaba su audiencia mundial en setecientos millones de telespectadores. Tan sólo en algunas ocasiones recibió críticas de sus compañeros de TVE por el tono característico de sus comentarios en off. El se excusaba diciendo que de la misma manera que rodaba los documentales sin guión previo, sus comentarios eran siempre improvisados mientras montaba y sonorizaba las películas. La serie de trece episodios dedicada a los perros ha quedado truncada para siempre en esa carrera de 1.800 kilómetros por Alaska.
Su muerte ha sido acompañada de numerosos testimonios de condolencia, entre ellos los de los Reyes de España.
«Queridos amigos de El hombre y la Tierra. Como siempre que me asomo a la pequeña pantalla, es para decirles hola o adiós. En este caso: hasta pronto.» Félix Rodríguez de la Fuente se despedía de su audiencia con estas palabras el pasado 2 de marzo desde el programa de TVE 625 líneas. «No nos vamos para siempre, quizá hasta dentro de ocho meses o un año», añadió el popular doctor, «el amigo de los animales», para terminar con su habitual desDedida: «Queridos amigos, muchas gracias.»
El último programa de su serie dedicada a la fauna de América del Norte, rodada con la ayuda económica del Gobierno de Canadá, se emitió, a modo de síntesis, el pasado jueves día 13. Su último acto público en España fue presentar, el pasado día 5, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, el documento titulado Estrategia mundial para la conservación de los recursos vivos y el logro de un desarrollo sostenido, propuesto por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales. El acto de publicación del documento fue presidido por los Reyes de España.Marcelle Parmentier, francesa, 43 años, casada con Félix Rodríguez de la Fuente hace catorce años, y sus tres hijas, Mercedes, Leticia y Odilia, de trece, once y siete años de edad, respectivamente, esperaban en su casa de Madrid que Félix Rodríguez de la Fuente las llamase ayer por teléfono, desde Alaska, para recibir sus felicitaciones en la fecha de su cumpleaños. La señora Parmentier recibió, sin embargo, a las ocho de la mañana, la llamada de una mujer que pedía información del accidente, pero no entendió el mensaje hasta que minutos después TVE le confirmó por teléfono el fatal accidente. Los cadáveres de los tres profesionales de TVE llegarán a Madrid el próximo lunes.
Félix Rodríguez de la Fuente nació en Poza de la Sal (Burgos) el 14 de marzo de 1928. Anteayer, la agencia Efe había transmitido, dentro de su servicio nacional, una noticia anunciando el inmediato cumpleaños de esta personalidad de la televisión.
Nunca ejerció su profesión de médico-odontólogo. Su primer contacto con los animales distó mucho de lo que sería su futura y definitiva vocación naturalista y su lucha por la conservación de las especies en peligro de extinción.
Desde los catorce años se dedicó a la caza, pero a los veintiún años regaló su escopeta al viejo cazador del pueblo, apodado Curilla. Hace ahora diecisiete años que ganó un concurso internacional de cetrería con su halcón Durandal, y por ello fue llamado a colaborar en el programa Fin de semana.
La primera aparición en TVE, en 1964, con dos halcones, se convirtió en una charla habitual que alternó semanalmente con los coloquios culturales de Jaime de Foxá. Intervino más tarde en los programas Imágenes para saber y A toda plana, programas que iban exclusivamente ilustrados con dibujos y fotografías. Presentó en 1968 la serie didáctica Félix, el amigo de los animales.
En una segunda etapa, Félix Rodríguez de la Fuente comentó series, compuestas fundamentalmente de episodios, adquiridas por TVE a televisiones extranjeras: Fauna, titulada más tarde Vida salvaje, y Planeta azul. El Gobierno español le encargó en 1967 la entrega de dos halcones al rey de Arabia Saudí, donde permaneció un tiempo para amaestrarlos -en la agenda de sus proyectos consta la intención de realizar una serie sobre la historia de la cetrería-, hecho que le abrió las puertas políticas para proyectos más ambiciosos.
Mientras fue presidente de la Asociación para la Defensa de la Naturaleza (Adena) -y de la que ahora era vicepresidente- emprendió la producción de la serie El hombre y la Tierra, cuya primera parte, denominada Serie venezolana, rodada en el Amazonas y Orinoco, comenzó a emitirse por TVE en 1974. Desde entonces, casi siempre en otoño, se emitieron 104episodios de la serie dedicada a la fauna ibérica.
«La aventura internacional de la fauna», como la denominó Félix Rodríguez de la Fuente en unas declaraciones a EL PAIS el pasado octubre, comenzó con la emisión de los veintiún episodios que incluían los primeros rodajes en Canadá. Lamentó en aquella ocasión que TVE solamente le asignase un presupuesto de cuatro millones de pesetas por episodio, unas cinco veces menos que el presupuesto medio de los documentales de Cousteau.
Los documentales de El hombre y la Tierra fueron galardonados con los más importantes premios internacionales en su especialidad y, lo que es más importante, calaron a nivel popular en la audiencia española. Se situó siempre, durante los últimos años, en los primeros puestos del panel de aceptación de programas. TVE y los telespectadores españoles pierden con Félix Rodríguez de la Fuente a su mejor, y probablemente único, documentalista. Sus programas, además, ocupan el primer puesto de ventas a las televisiones de todo el mundo, y el propio Rodríguez de la Fuente, en sus últimas declaraciones a EL PAIS, estimaba su audiencia mundial en setecientos millones de telespectadores. Tan sólo en algunas ocasiones recibió críticas de sus compañeros de TVE por el tono característico de sus comentarios en off. El se excusaba diciendo que de la misma manera que rodaba los documentales sin guión previo, sus comentarios eran siempre improvisados mientras montaba y sonorizaba las películas. La serie de trece episodios dedicada a los perros ha quedado truncada para siempre en esa carrera de 1.800 kilómetros por Alaska.
Su muerte ha sido acompañada de numerosos testimonios de condolencia, entre ellos los de los Reyes de España.
-Juan Luis Arsuaga habla sobre el ADN en la Sima de los Huesos de Atapuerca.
Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=vUIduNwmHaU
-Los humanos de Atapuerca comían perro, gato, zorro y tejón.
Fuente: http://www.elmundo.es/ciencia/2015/01/19/54bd2f2eca4741043f8b4589.html
Un estudio publicado en la revista Quaternary International, ha analizado las marcas en 24 restos fósiles hallados en la Cueva del Mirador en el yacimiento de Atapuerca en Burgos. Investigadores del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) confirman que estos huesos que datan de hace entre 7.200 y 3.100 años pertenecían a perros domésticos, gatos salvajes, zorros y tejones.
"El consumo de estas especies era muy poco frecuente en Europa continental en aquellos tiempos, pero el hallazgo de estos restos fósiles en este yacimiento avalan su procesamiento", señala Patricia Martin, autora principal del trabajo e investigadora colaboradora del IPHES.
En algunas islas del Mediterráneo, como Chipre, se ha documentado el consumo de algunas de estas especies ya en el Neolítico (hace entre 6.000 y 3.000 años). No obstante, para los investigadores se trataba de una práctica "muy poco usual en la Europa continental".
La Cueva del Mirador fue utilizada como cueva redil para albergar a los rebaños compuestos sobre todo por ovejas, cabras y ganado bovino, que integraban parte de la base de la dieta de los humanos. Sin embargo, otras especies como pequeños carnívoros también fueron empleados para el consumo. Así lo demuestra la presencia de marcas de corte, evidencias de fracturación antrópica, de procesamiento culinario y de mordeduras humanas en los restos fósiles de estos animales.
"En El Mirador, los perros fueron desarticulados y descarnados, sus huesos fracturados y, finalmente, hervidos", comenta Martín. Los investigadores han observado estas evidencias tanto en niveles del Neolítico como en los de la Edad del Bronce. "Se produjo de manera puntual en distintos episodios, pero tuvo continuidad temporal", recalca la investigadora.
Para los científicos, esta práctica pudo estar relacionada con momentos esporádicos de hambre o escasez, y la carne de perro tuvo una consideración especial. "Es una de las posibilidades que barajamos", puntualiza Martín.
No obstante, según datos etnográficos, en algunas culturas asiáticas o entre los bereberes, se consideraba la carne de perro como una rica fuente de proteínas e incluso como una delicatessen. "Tampoco se puede descartar que en algunos casos el objetivo fuera obtener y aprovechar la piel de estos animales", observa.
El consumo de las otras especies en El Mirador es más limitado que el de los perros, y se documenta, fundamentalmente, en los niveles neolíticos. Los gatos salvajes y los tejones fueron hervidos y su carne fue consumida.
Dada la dificultad de cazar carnívoros salvajes y al carácter excepcional de su consumo en este yacimiento, es probable que estos animales hubieran sido capturados de forma accidental y, posteriormente, ingeridos. "Pero tampoco se puede descartar la opción de que fueran empleados como una fuente extra de alimento en períodos de escasez", declara Martín.
Un estudio publicado en la revista Quaternary International, ha analizado las marcas en 24 restos fósiles hallados en la Cueva del Mirador en el yacimiento de Atapuerca en Burgos. Investigadores del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) confirman que estos huesos que datan de hace entre 7.200 y 3.100 años pertenecían a perros domésticos, gatos salvajes, zorros y tejones.
"El consumo de estas especies era muy poco frecuente en Europa continental en aquellos tiempos, pero el hallazgo de estos restos fósiles en este yacimiento avalan su procesamiento", señala Patricia Martin, autora principal del trabajo e investigadora colaboradora del IPHES.
En algunas islas del Mediterráneo, como Chipre, se ha documentado el consumo de algunas de estas especies ya en el Neolítico (hace entre 6.000 y 3.000 años). No obstante, para los investigadores se trataba de una práctica "muy poco usual en la Europa continental".
La Cueva del Mirador fue utilizada como cueva redil para albergar a los rebaños compuestos sobre todo por ovejas, cabras y ganado bovino, que integraban parte de la base de la dieta de los humanos. Sin embargo, otras especies como pequeños carnívoros también fueron empleados para el consumo. Así lo demuestra la presencia de marcas de corte, evidencias de fracturación antrópica, de procesamiento culinario y de mordeduras humanas en los restos fósiles de estos animales.
"En El Mirador, los perros fueron desarticulados y descarnados, sus huesos fracturados y, finalmente, hervidos", comenta Martín. Los investigadores han observado estas evidencias tanto en niveles del Neolítico como en los de la Edad del Bronce. "Se produjo de manera puntual en distintos episodios, pero tuvo continuidad temporal", recalca la investigadora.
Para los científicos, esta práctica pudo estar relacionada con momentos esporádicos de hambre o escasez, y la carne de perro tuvo una consideración especial. "Es una de las posibilidades que barajamos", puntualiza Martín.
No obstante, según datos etnográficos, en algunas culturas asiáticas o entre los bereberes, se consideraba la carne de perro como una rica fuente de proteínas e incluso como una delicatessen. "Tampoco se puede descartar que en algunos casos el objetivo fuera obtener y aprovechar la piel de estos animales", observa.
El consumo de las otras especies en El Mirador es más limitado que el de los perros, y se documenta, fundamentalmente, en los niveles neolíticos. Los gatos salvajes y los tejones fueron hervidos y su carne fue consumida.
Dada la dificultad de cazar carnívoros salvajes y al carácter excepcional de su consumo en este yacimiento, es probable que estos animales hubieran sido capturados de forma accidental y, posteriormente, ingeridos. "Pero tampoco se puede descartar la opción de que fueran empleados como una fuente extra de alimento en períodos de escasez", declara Martín.
-El oro que no se fue a Moscú.
Fuente: http://www.diariodeburgos.es/noticia/Z0DBA518A-051B-B6BB-14E7D66F7149C0E4/20150315/oro/no/fue/moscu
Para ganar una guerra se necesitan tres cosas: dinero, dinero y dinero», había dicho Napoleón Bonaparte, que sabía muy bien de lo que hablaba. En los primeros meses de la contienda civil que desangró España las principales remesas de oro estaban en Madrid y fueron sacadas del país. A instancias de Negrín, más de 500 toneladas salieron hacia Moscú y casi 200 hacia París para financiar el armamento con el que hacer frente al golpe de Estado. Mientras tanto, el bando sublevado creó en Burgos un Banco de España y puso la maquinaria a funcionar para poder sufragar armamentísticamente su ofensiva, teniendo en Alemania e Italia a sus socios y vendedores. Una de las claves fue el Laboratorio Nacional del Oro que se puso en marcha en 1937, en la calle Santander de la capital castellana.
En aquel lugar se forjó el tesoro que permitió al ejército rebelde obtener el dinero necesario para armarse y ganar la guerra. Ahí, procedente de suscripciones populares, donaciones, confiscaciones, incautaciones, sanciones y expropiaciones, desde enero de 1937 en que se fundó el centro hasta el verano de 1939, se obtuvieron varios cientos de millones de pesetas.
Monedas y todo tipo de objetos de oro y de plata (de este último metal principalmente relojes y cubiertos) fueron fundidos y convertidos en lingotes; joyas y piedras preciosas fueron analizadas y tasadas para obtener de su venta importantes cantidades de dinero. En el centro había funcionarios que se dedicaban a seleccionar minuciosamente todas las alhajas que posteriormente se transformaban en lingotes.
Durante dos años y medio se crearon en este laboratorio más de 1.000 lingotes de oro de 5 kilos cada uno y cuyo valor en el mercado era de 60.000 pesetas. Asimismo, se fundieron varias toneladas de plata transformada en lingotes (alrededor de 2.000) de 10 kilos cada uno. Completaban aquel tesoro 600 quilates de esmeraldas finas seleccionadas; cerca de 200 rubíes y aproximadamente 8.000 quilates de brillantes y diamantes.
El Laboratorio Nacional del Oro conservó asimismo 300 monedas de oro antiquísimas que no se fundieron, ya que la intención de las autoridades del bando sublevado era de la crear un museo en el que se exhibieran éstas y aquellos objetos de mérito artístico cuyo valor fuese superior al intrínseco.
Tras la fundición y creación de lingotes, estos eran enviados -debidamente contrastados, pesados y calibrados- a los sótanos del Banco de España, que se hallaba en el Paseo de la Isla. Concluida la guerra, el Laboratorio seguía recibiendo en grandes cajas bandejas y frascos con monedas de oro, así como joyas y piedras preciosas.
La propaganda fue fundamental en la contribución popular a obtener oro con el que subvencionar la guerra. El jefe de servicio del Laboratorio Nacional del Oro, el capitán Víctor Villanueva, llegó en el año 1938 a elaborar un guión que remitió al Servicio Nacional de Propaganda también con sede en Burgos en el que se recogían las pautas a seguir para incrementar, en la medida de lo posible, el tesoro nacional, según recoge en su libro La contribución popular a la financiación de la guerra civil la historiadora María Luz de Prado Herrera. La estrategia, destinada a prensa escrita, radio, escaparates y carteles murales, tenía sus peculiaridades particulares. Así, se aconsejaba desde este centro que los reclamos radiofónicos fueran «llamadas vibrantes que expongan y den a conocer el funcionamiento del oro Nacional inspirándoles el deber de entregar en el acto monedas y joyas» con recordatorios constantes entre emisión y emisión.
Tan es así, que debían intercalarse estos llamamientos entre programas incluyendo una breve historia de la labor realizada por el Laboratorio Nacional del Oro y del «resultado obtenido», aconsejando, asimismo, «aludir a la cantidad de oro que aún obra en poder de particulares, recurriendo en último extremo a que ese oro, si no se deciden a donarlo, lo vendan al Comité de Moneda Extranjera, recordando las vigentes disposiciones sobre la entrega de monedas, oro en pasta y tráfico del oro».
Para la prensa local y escrita se sugería insertar «artículos alusivos a la entrega del Oro, poniendo de relieve su importancia y el deber ineludible de hacerlo por patriotismo». Para los escaparates, carteles y murales (incluidos los de los cines, entonces muy frecuentados) se sugería exponer imágenes en los que se vieran lingotes de oro «con ornamentación de conjunto».
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