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Ya no hay lugar a dudas. La ermita de Quintanilla de las Viñas es de origen visigodo. Gracias a las últimas investigaciones realizadas por un equipo multidisciplinar liderado por Carmen Alonso, doctora en Arqueología de Cronos SC Arqueología y Patrimonio, y a los resultados arrojados por las pruebas de carbono 14 a partir del mortero de cal de las partes más antiguas, se puede afirmar que la cronología de su inicio constructivo se encuentra entre finales del siglo VI y la primera mitad del siglo VII, en plena época visigoda.
Con motivo de las Jornadas Europeas de Arqueología, los investigadores presentaron ayer al público en la propia ermita, y a través de visitas guiadas, este y otros secretos que el edificio aún guardaba sobre sus diferentes momentos constructivos, que arrancan en la época visigoda y alcanzan el final de la Edad Moderna. Misterios que han podido resolver gracias al estudio científico que han desarrollado, el primero que se ha llevado a cabo en el edificio desde las excavaciones de 1932, 1952 y 1953, y en el que han aplicado novedosas técnicas de interpretación y datación.
Una de ellas es la del carbono 14. «Se extrae una fracción de carbonato datable y la fecha proporcionada es el momento de fraguado del mortero, y por lo tanto del evento constructivo», afirman los investigadores con relación al trabajo que ha demostrado ese germen visigodo de este caso único en el panorama peninsular y que cuyo estudio minerológico ha sido realizado por el departamento de Geología de la UPV/EHU bajo la dirección de Luis Ortega.
La investigación presentada, basada en el análisis desde la Arqueología de la Arquitectura, se ha centrado en esas partes arquitectónicas conservadas del edificio, el ábside cuadrangular y el crucero o transepto, poniendo el acento en analizar en profundidad lo conservado y evitar conjeturas sobre como pudo ser el edificio a partir de lo no conservado.
«El estudio histórico que forma parte de la investigación ha sacado a la luz documentos inéditos hasta el momento y ha aclarado errores arrastrados por la historiografía, errores reproducidos por unos y otros autores que con el tiempo se acaban convirtiendo en falsas verdades», dicen.
Con esta última afirmación, los investigadores señalan a aquellos que defienden que su edificación fue altomedieval, siglos IX-X, al hilo del castillo de Lara y al notable poder que en época condal cobró la comarca de Fernán González. A esta última teoría ha contribuido la asociación de la inscripción de Flammola, en el interior del edificio, con la tía del conde.
«Es un error considerar al edificio constructivamente unitario. Han pasado al menos 1.000 años desde cualquiera de las dos interpretaciones, por eso hay reparaciones y reconstrucciones en los alzados de la ermita, enmascarados por el paso del tiempo».
Otro asunto controvertido es la decoración de los frisos y del arco, con elementos orientales de influencia persa, del Imperio Sasánida del siglo VI. «Su llegada a Quintanilla pudo tener dos canales, o bien el mundo bizantino o bien el omeya, por influjo de la penetración islámica y la Arqueología demuestra que ambas son válidas, pero en este caso la cronología absoluta sugiere el primero».
Alzados visigodos. También desmienten con su estudio otra postura del CSIC, que ha venido considerando a esta ermita como un miembro más de una heterogénea familia de iglesias burgalesas, riojanas y alavesas que situaban a un lado y otro del 771 con el denominador común de poseer cabeceras cuadrangulares exentas provistas de cubiertas con abovedamientos de piedra tobácea sobre pechinas. «Nuestro estudio demuestra que el abovedamiento pertenece a una segunda fase de reconstrucción altomedieval (siglo X), pero los alzados son mayoritariamente visigodos. Es un error datar la casa por el tejado, ya que las cubiertas son elementos que frecuentemente se renuevan».
De partida, según los investigadores, es un edificio arquitectónicamente acabado, pero decorativamente inconcluso, y sus cuerpos de fábrica de época visigoda se conforman por muros de dos hojas, realizados con sillería de cantera y con escasos elementos romanos reutilizados, en contra de lo publicado hasta la fecha. «Las técnicas extractivas si son heredadas de los romanos, lo que reafirma su carácter hispano visigodo», reiteran.
También de la época inicial se conservan dos vigas de madera de pino, según el carbono 14 de entre finales del V y primer tercio del VI. Respecto a la reforma condal (siglo X), se cambió la cubierta de la cabecera mediante un abovedamiento y se abrieron sendas puertas a las naves laterales. El aspecto actual del edificio se produce en el siglo XVII, cuando se cierran nave y sacristías laterales y se abre una puerta de acceso al oeste.
El trabajo se completa con un estudio epigráfico y paleográfico de las inscripciones existentes en el interior y el exterior realizado por Álvaro Castresana y que concluye que «los caracteres utilizados son característicos del mundo tardovisigodo, entre mediados del siglo VII y principios del VIII, sin posibilidad de trascender a etapas altomedievales».
«Un icono olvidado» cada vez menos visitado. Los arqueólogos que han desarrollado el estudio lamentan que el interés del edificio desde el punto de vista histórico, artístico y patrimonial es inversamente proporcional a los esfuerzos de inversión realizados en él por parte de la propiedad, que es la iglesia católica, y por el resto de las administraciones públicas. «La ermita de Quintanilla de las Viñas podría ser uno de los motores socieconómicos de una comarca depauperada como es Tierra de Lara, pero sin embargo, las visitas en ella vienen descendiendo durante el último lustro», afirman.
La última campaña de investigación se ha realizado por iniciativa del Ayuntamiento de Mambrillas de Lara, municipio al que pertenece Quintanilla de las Viñas, que ha contado con financiación de la Diputación, una colaboración que confían que vuelva a repetirse este verano. «Si se cuenta con esa ayuda económica se pretende realizar una segunda campaña este año para dimensionar correctamente el yacimiento mediante georradar y realizar una pequeña excavación arqueológica».
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