Entramos en la población, segunda más importante del Camino Francés en la provincia. Aseguran los expertos que solo le hace sombra la capital de la provincia. Llamada antiguamente Castrum Sigerici, en sus calles se levantaron hasta siete hospitales para aquellos que transitaban hacia Santiago de Compostela, lo que da una idea del enorme flujo de visitantes. Cruza de este a oeste la calle Real, una de las más largas del trazado jacobeo, desde el barrio del Manzano o Almazán, anfitrión de la Colegiata de Nuestra Señora del Manzano, cuya fábrica original protogótica de comienzos del XIII y reformas del XV y XVIII funden colaboraciones. Dentro hay que fijarse en la imagen de Nuestra Señora del Manzano (s. XIII), iluminada por un rosetón gótico, a la que Alfonso X El Sabio dedicó cinco de sus famosas cantigas.
Los templos de Santo Domingo, sede del Centro de Interpretación Iacobeus, y de San Juan, con su torre con arranque románico y precioso claustro del XIV, hacen las delicias de los recién llegados que deberán pasar por la porticada plaza mayor, de formas alargadas. Hay mucho más que ver aún: convento de Santa Clara, ruinas del convento de San Francisco, Casa del Cordón, casona de los Gutiérrez Barahona, restos de muralla... Bonitos inmuebles cubren el lugar.

Imprescindible es maravillarse ante la colegiata de Santa María la Real, enorme como pocas y de gran categoría artística. La portada del extremo meridional del crucero (s. XIII) se creó como una réplica de la del Sarmental, presente en la catedral de Burgos. Disfrutarás además las ruinas del convento de San Miguel, los restos de la muralla medieval con puerta fortificada y la cruz del humilladero tardogótico, monumental y tallado en piedra.

Desde la plaza arranca una calle porticada hacia el Arco de la Cárcel. Tras la expulsión de los judíos se levantó el convento de Santa María de los Ángeles. La plaza mayor porticada acoge el monumento a uno de los hijos ilustres, Enrique Flórez, célebre historiador agustino. Dos iglesias equidistantes completan la visita, son San Lorenzo Mártir y Santa María.

Brillante es también la obra cumbre de la ingeniería hidráulica española del siglo XVIII que espera en la villa. Basta cruzar el Pisuerga para toparse con el Canal de Castilla, vía fluvial de comunicación y transporte que, gracias al fluir de sus aguas, acabó con el aislamiento de la meseta castellana y leonesa. El acueducto de Abánades, una impresionante obra de ingeniería, salva el río.

El tercer espacio, situado en Castrojeriz, es Iacobeus, donde se develan enigmas del Camino de Santiago, secretos físicos y espirituales. El objetivo, desentrañar la razón por la que tantos peregrinos deciden emprender esta ruta. Por último, Pisórica transforma a los visitantes en pescadores en Melgar de Fernamental, pues muestra técnicas de pesca fluvial para aprender a convivir con él y respetarlo.