sábado, 4 de agosto de 2007

-Los Arévacos





Los Aravacos, Arevacos o Arévacos pertenecían a la más poderosa de todas las tribus Celtíberas, extendiéndose sus poblados por casi toda la franja Sur del Duero mesetario. Según Bosch Gimpera, el nombre de arévacos significa vacceos del sur, para Schulten, arevaci es un término celta.
Plinio afirma que los arévacos tenían seis "oppida" (lugar elevado, cuyas defensas naturales se han visto reforzadas por la intervención del hombre):
Secontia (Sigüenza), Uxama (Burgo de Osma), Segovia, Nova Augusta (¿Muro de Agreda?), Termes (Sta María de Tiermes) y Clunia (Coruña del Conde).
La economía de estos pueblos era de carácter pastoril. Las especies ganaderas fundamentales eran ovejas y cabras, ganado vacuno y caballar, dado que el suelo era pobre y el clima era extremo, ambiente que no favorecía la agricultura. Se discute mucho sobre el sistema trashumante de la ganadería celtibérica, que debió tener un carácter nómada o seminómada en los primero momentos de la edad de hierro, pero cuando se desarrollaron las ciudades-estado a finales del s. III y II a.C., la trashumancia se ciño a las serranías.La agricultura estaba restringida al cereal de secano, trigo y cebada. Otro de los aspectos económicos de estos pueblos estaba relacionado con la explotación del mineral, el hierro principalmente, y al abrigo de la explotación minera desarrollaron una rica manufactura de armas de hierro, generalmente espadas.
--“Los celtiberos consideran un honor morir en el combate y un crimen quemar el cadáver de un guerrero así muerto, pues creen que su alma remonta a los dioses del cielo al devorar el cuerpo yaciente el buitre”--
Silio Itálico “Punicas” 3, 340,343




-- “En cuanto a las armas algunos celtiberos usan escudos ligeros como los galos y otros circulares (...) Sus espadas tienen doble filo y están fabricadas con excelente hierro, también tienen puñales de un palmo de longitud. Siguen una practica especial de fabricación de sus armas pues entierran laminas de hierro y las dejan así, hasta que con el curso del tiempo el oxido se ha comido las partes mas débiles quedando solo las mas resistentes (...). El arma fabricada de esta forma descrita corta todo lo que pueda encontrar en su camino, pues no hay escudo, casco o hueso que pueda resistir el golpe dada la extraordinaria calidad del hierro (..)--
Diodoro 5, 33

Los arevacos construían sus poblados sobre cerros para organizar una fácil defensa, rodeados de uno, dos y hasta tres recintos amurallados.
Adoraban a un dios sin nombre, al cual festejaban en las noches de plenilunios, bailando en familia a las puertas de sus casas. Tenían por costumbre dejar sus iconos, o imágenes de los dioses, en cuevas situadas en abruptos peñascales -a veces se trataba de las mismas grutas donde descansaban sus antepasados-, y solían acudir a ellas en grupo, en días señalados para la ocasión. En estos lugares veneraban a sus divinidades y les solicitaban favores, dejándoles sus exvotos.
Su traje se componía de una ropilla negra u oscura, hecha de lana de sus ganados, a la que estaba unida una capucha o capuchón con la cual se cubrían la cabeza cuando no llevaban el casquete que estaba adornado con plumas o garzotas. Al cuello solían rodearse un collar. Una especie de pantalón ajustado completaba su sencillo uniforme.
Se presentaban a batalla en campo raso: interpolaban la infantería con la caballería, la cual en los terrenos ásperos y escabrosos echaba pie a tierra y se batía con la misma ventaja que la tropa ligera de infantería. El "cuneas", u orden de batalla triangular de los Arévacos, se hizo famoso entre los Celtíberos y temible entre los guerreros de la antigüedad. Las mujeres se empleaban también en ejercicios varoniles y ayudaban a los hombres en la guerra. Se veían precisados, para pelear, a dejar guardados sus cereales en silos o graneros subterráneos donde se conservaban bien los granos durante largo tiempo.




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