Con el comienzo de la reconquista en la batalla de Covadonga se inició
la repoblación de grandes espacios de terreno como el valle del Duero
que durante mucho tiempo permaneció como tierra de nadie.
Pobladores
llegados incluso desde Al-Andalus se fueron asentando en nuestra
geografía creando pequeños poblados. En la zona los terrenos pertenecían
a la casa de Lara y en el año 938 Doña Muñadona donó los bosques
colindantes al municipio al monasterio de San Pedro de Cardeña. Los
mojes construyeron un pequeño monasterio de canónigos regulares con
vistas al río Cubillo.
A principios del siglo X, los habitantes de
los pequeños poblados de la zona, acuciados por la peste y los saqueos
se trasladaron al abrigo del convento de monjes y al amparo de este
construyeron sus casas y corrales, convirtiéndose en una behetría. El
pequeño núcleo urbano creció tan rápidamente que hasta el nombre hace
gala de ello, Villamayor de los Montes que llegó a tener 1.000
habitantes. En la actualidad cuenta con 200, está situado a escasos 4
kilómetros de la A-I, de la capital burgalesa le separan 35 kilómetros y
12 de Lerma.
Dominando el pueblo y el valle destaca el monasterio
cisterciense de Santa María la Real. En el año 1223 Don García
Fernández, que llegó a ser ayo de Alfonso el Sabio y su esposa Doña
Mayor Arias, adquirieron los restos del viejo monasterio y decidieron
reconvertirlo en cenobio femenino bajo la tutela de la Orden del Císter,
solicitando a la casa madre de la Orden -Las Huelgas de Burgos- monjas
para su fundación. La primera abadesa de la abadía fue Doña Marina
Arias.
En dos ocasiones la comunidad tuvo que abandonar el cenobio. A
comienzos del siglo XVII el Duque de Lerma para dar más prestigio a la
villa decidió trasladar la comunidad a la villa ducal, años más tarde,
en 1627, volvieron a Villamayor y el duque les dio 11.000 ducados por
los daños causados, con este dinero compraron los 39 asientos de madera
de nogal que se pueden ver en el coro. Con la Guerra de la
Independencia tuvieron que volver a abandonar el convento al que
regresaron en 1813. A finales del siglo XIX pasaron a depender
directamente del obispado de Burgos rompiendo todos los lazos con Las
Huelgas.
Fuente: www.elcorreodeburgos.com
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