El Valle de Tobalina, al norte de la provincia de Burgos, se extiende de Este a Oeste, encuadrado por las sierras de la Arcena y los Montes de Oña. En aquélla sobresale la altura de Revillallanos (1.281 ms.). Al Sur se alza una de las mayores alturas de la provincia, el pico de Humión con 1.434 ms. de altitud. La extensión del valle alcanza 169 kms² y su nombre se debe a la abundancia de toba. El nombre de Valle de Tobalina parece derivar de la existencia de gran cantidad de piedra toba en la zona. Sin embargo, no faltan quienes atribuyen al Valle un origen mítico, al afirmar que Tobalina deriva del nombre de “Túbal”, uno de los hijos de Noe.
Está recorrido por el Ebro y sus afluentes el Jerea (o Losa) y el Purón que, junto con numerosos arroyos, avenan esta zona notablemente húmeda. Hoy el Ebro se remansa en los pantanos de Cillaperlata y Sobrón, destacándose dentro de este último la central nuclear de Santa María de Garoña.
Existen muchos puentes. El más antiguo es el conocido como «Puentes de Herrán». Pero el más importante es el de Frías. Ambos estuvieron enlazados por la vía que recorrían los trajineros en dirección de los puertos del norte a través de la Peña de Orduña.
Esta región dependió en la Alta Edad Media del alfoz de Petralata. Después, de la administración de Frías. Hoy forma un municipio independiente con capitalidad en Quintana Martín Galíndez. En el pasado ocupó una extensión mayor pues comprendía también a los pueblos más occidentales que actualmente pertenecen a Trespaderne.
Tobalina debió de estar escasamente ocupada hasta comienzos de la Edad Media. Junto con Mena y Valdegovía, fue uno de los primeros valles ocupado por los cristianos poco después de la invasión musulmana. Aquí resonaría con fuerza, y en sus primeros momentos, el nombre.de Castilla. Asimismo daría sus primeros balbuceos una lengua de tanto porvenir como lo fue el castellano. Como recuerdo de aquella primera y arriesgada ocupación conservamos numerosos monasterios repoblacionales así como necrópolis excavadas en el roquedo.
En plena Edad Media, Alfonso VIII repobló Frías convirtiéndola en capital del Valle y concediéndole un aventajado fuero, además de fijar claramente sus límites. El desarrollo económico y demográfico fue notable. Tobalina se encontró entre Castilla y Navarra que, en permanente guerra, se disputaban esta tierra intermedia entre Vascongadas, Rioja, la primitiva Castilla la Vieja y la Bureba. A la sombra de las constantes luchas se alzaron en el valle las familias de los Salazar y Fernández de Velasco, éstos posteriormente duques de Frías. En tiempos modernos le tocaron las alteraciones de las Comunidades de Castilla. La decadencia posterior queda bien patente en la documentación municipal. Más recientemente el foso del Ebro fue línea fronteriza de carlistas y liberales, y también separó a los dos bandos que se enfrentaron en la última guerra civil (1.936-39).
Son dignas de destacar las iglesias de San Martín de Don, Quintana Martín Galíndez, Herrán y Santa María de Garoña. En todos los lugares del valle hay algo que admirar, desde unos bellísimos paisajes (Las Puentes de Herrán, el estrecho del embalse de Sobrón ... ), hasta una densa historia artística. En Mijaralengua puede verse un impresionante menhir.
Monasterios y tumbas altomedievales se conservan en Herrán (San Martín y el Pópilo), Pajares, Orbañanos, Santa María de Garoña y las impresionantes de Montejo de Cebas y Quintanamaría.
Algún resto románico existe en casi todas las parroquias. Los más notables en la Orden, Pedrosa y Lozares. Las demás construcciones corresponden, de forma casi absoluta, a los siglos góticos y renacentista. En cambio los retablos son prácticamente todos barrocos, aunque disponemos de algunos anteriores (de los años renacentistas) de extraordinaria belleza como son los de San Martín de Don, Lozares y Bascuñuelos.
Otros edificios dignos de visitar son la torre de los Salazar en Quintana, cuadrada, sobria y de bella estampa. Al igual que la de Lomana, fue levantada en el siglo XV. Esta última perteneció a los Bonifaz. Dentro de su sencillez, destaca por sus bellas proporciones y ornamentación gótica, especialmente visible en los vanos. Buenos escudos existen en Herrán, Gabanes, Barcina del Barco y San Martín de Don.
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