Más de medio millón de cabezas de ganado, de un total de cinco en toda España, transitaban dos veces al año por la provincia. Una de octubre a noviembre para ir a Extremadura y otra de mayo a junio camino de la Sierra de la Demanda. Era uno de los destinos favoritos de los pastores trashumantes. No solo por la profusión de sus pastos, sino también por la riqueza de su naturaleza. Sus caudalosos y limpios ríos eran lugares magníficos para lavar una lana antaño valorada igual que preciada.
La Cañada Real Burgalesa cayó en desuso en las postrimerías del siglo XIX, aunque para hablar de sus orígenes hay que remontarse a hace 7.000 años; para recordar su impulso a 1273, con Alfonso X el Sabio, llegando a su máximo apogeo en 1300, y para revivir su época reciente de mayor trasiego a los años comprendidos entre 1775 y 1800. Bien es cierto que este verano ha visto pasar por alguno de sus tramos un rebaño de más de 2.000 cabezas de ganado, procedente de la localidad pacense de La Serena, en el propósito de la Asociación Concejo de la Mesta, creada en recuerdo de aquella institución medieval que organizaba la trashumancia, y de asociaciones rurales de la sierra de impulsar y restablecer esta actividad.
Pero para lograr ese objetivo, al que indudablemente ha de unirse el de la conservación de un patrimonio histórico e incluso el de un uso turístico, hay que empezar por recuperar las vías pecuarias. Esas antiguas rutas ganaderas que unían las zonas altas de la península, destinadas a pastos de verano, con la bajas, donde el ganado pasaba el invierno. Y eso es que lo que pretenden el Gobierno central y la Junta con un convenio de colaboración para ‘sacar a la luz’ esta cañada real que pasa también por las provincias de Valladolid, Palencia y Salamanca, adentrándose en Portugal antes de llegar a Extremadura. A este fin dedicarán 1,5 millones de euros.
De los 600 kilómetros que comprende todo el recorrido, 140 pertenecen a territorio burgalés y pasan por más de una veintena de pueblos localizados en zonas como el Valle de Valdelaguna, Tierra de Lara, Arlanza o La Ribera. Comienza en Monterrubio de la Demanda y termina en Tórtoles de Esgueva. Para los expertos se trata de una cañada «muy interesante» al extenderse, junto a la soriana-occidental que discurre paralela, de Este a Oeste en lugar de Norte a Sur. Una característica por la se la considera maestra, ya que permite el acceso al resto de vías nacionales -hay diez- al cortarlas en alguno de sus puntos.
Además de su situación estratégica, esta ruta y su destino, la Sierra de la Demanda, eran muy apreciados por los ganaderos debido a la riqueza de los pastos, la calidez del clima y las posibilidades que ofrecían sus ríos para lavar la lana, además de por su cercanía a Burgos cuando la capital se convirtió en el siglo XIV en puerto exportador de toda Castilla. «La lana merina que había en España se comercializaba a través del consulado burgalés, que decidía a dónde tenía que llevarse tras ser almacenada en el Páramo de Masa», apostilla el presidente de las asociaciones Concejo de la Mesta y Trashumancia y Naturaleza, Jesús Garzón.
Pero su importancia parece ser proporcional al grado de abandono que presenta. El origen de ese deterioro, según este experto, está ligado a la llegada del ferrocarril. «Se aprovechó el itinerario para meter la línea férrea que une Salamanca-Medina del Campo-Valladolid-Burgos», explica. Un revolucionario avance en las comunicaciones, hasta entonces a pie o en carro, que aprovecharon muchos ganaderos para trasladar el ganado. Y los que intentaron mantener la costumbre trashumante tuvieron que desistir en el empeño a consecuencia de los inconvenientes y peligros que provocaba la cercanía del nuevo transporte.
Lejos de las posibilidades históricas de hace siglos, la Cañada Real Burgalesa se hará visible con este proyecto. Para los expertos, su principal uso debe ser ganadero ya que de lo contrario al tratarse de un pastizal desaparecería. No obstante, este empleo no está reñido con otros como el turístico, aprovechando el patrimonio natural, artístico y arquitectónico que se encuentra en esta ruta.
Y precisamente en esos objetivos trabaja la Consejería de Medio Ambiente, que pretende «revalorizar el legado de las vías pecuarias de la región tanto para el fomento de la ganadería extensiva como para promocionar sus aspectos culturales y recreativos», según fuentes de este departamento. Se encargará de actuar en el principal tramo burgalés, ya que el Gobierno se ocupará del ramal que pasa por Royuela de Río Franco y Tordómar, y de los recorridos palentino y valisoletano. La Administración regional maneja un plazo de cuatro años para realizar labores de deslinde, que determinen lo que es propiedad pública y privada, así como un proyecto de amojonamiento y señalización del itinerario con un presupuesto de 757.000 euros.
La reciente noticia del convenio firmado entre el Gobierno y la Junta satisface aunque no del todo a Jesús Garzón, naturalista cántabro que en 2009 recibió de manos del Rey el premio Fondena de la Fundación para la Defensa de la Naturaleza por su contribución al medio ambiente. Su censura se dirige principalmente al Gobierno regional, al que acusa de haber tardado demasiado en cumplir la legislación vigente en cuanto a la protección de las vías pecuarias, que data de 1995 e incluye la cesión de competencias a las comunidades.
«No han hecho nada en quince años. Creo que es una dejación de funciones perseguible para la que debería haber un fiscal especial como existe en otros temas y como lo tenía Alfonso X El Sabio», subraya el que fuera director general de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura en los 80.
Para el presidente de las asociaciones Concejo de la Mesta y Trashumancia y Naturaleza, el futuro de Castilla y León está en la ganadería extensiva. Un sector olvidado para muchos pero que, a su juicio, puede convertirse en un importante «yacimiento de empleo con garantía de futuro», en un momento de crisis donde el paro se ha cebado con los más jóvenes. A modo de ejemplo, el naturalista cántabro destaca el trabajo que desde las agrupaciones que preside se está haciendo para recuperar la actividad trashumante en otros puntos de España desde hace 18 años: «Hemos logrado movilizar a más de 5.000 pastores y 100.000 cabezas de ganado».
Hablamos de una trashumancia del siglo XXI, que mantiene la esencia del pasado pero elimina parte de la dureza que sufrían sus protagonistas en esos largos desplazamientos. Ahora -detalla Garzón- son grupos de familias jóvenes que van en todoterrenos, llevan sus camiones y caravanas para dormir; disponen de rediles electrónicos que guardan el ganado y así no tener que velarlo por la noche, y al ser varios miembros rompen ese aislamiento que vivían los antiguos ganaderos.
La Asociación Concejo de la Mesta comenzó en 1992, a raíz de que la ONU aprobara en Río de Janeiro el Convenio de la Biodiversidad, que obliga a los estados a favorecer y conservar las tradiciones que son compatibles con el medio ambiente. «En España la gran tradición compatible con el medio ambiente es la trashumancia», apostilla Garzón.
Considera que Castilla y León tiene las materias primas necesarias para retomar esta forma de vida; variedad de ganado y rutas por las que transite -por su territorio pasan 8 de las diez vías pecuarias de España-. Tan solo por la provincia de Burgos discurren tres: la burgalesa, la soriana-occidental y la leonesa-oriental.
Fuente: www.diariodeburgos.es
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