Artículo de Diario de Burgos.
Es difícil imaginar qué habría ocurrido en la Sierra de Atapuerca si en 1976 los investigadores Trino Torres y Carlos Puch no hubieran encontrado la primera mandíbula humana en la Sima de los Huesos del Complejo Cueva Mayor -Cueva del Silo. En cada instante, nuestra historia puede tomar infinidad de caminos. Una encrucijada constante resuelta por sucesos impredecibles que determinan el curso de los acontecimientos. Sin duda, el descubrimiento de aquel fósil de Homo heidelbergensis fue crucial para el desarrollo del proyecto estratégico que Emiliano Aguirre y su equipo iniciaron en 1978. En ocasiones nos da vértigo asomarnos a la profundidad de los treinta años transcurridos desde entonces.
En los años setenta del siglo XX las investigaciones sobre los diferentes ámbitos científicos implicados en el estudio de nuestros orígenes dejaban mucho que desear. La Paleontología, la Geología, la Prehistoria... eran ciencias apenas desarrolladas y poco apreciadas por la sociedad. España era un país que transitaba hacia la democracia y destinaba muy pocos recursos a la ciencia y la tecnología. La labor de los que se dedicaban a estas tareas era siempre difícil y nunca bien entendida ni apoyada por la administración. Los esfuerzos de los investigadores no servían para consolidar estrategias de trabajo consistente y proyectar nuestro país hacia la vanguardia de la ciencia. En aquellos años tan difíciles e interesantes para la historia de España, los tres codirectores que dirigimos en la actualidad el proyecto sobre Atapuerca finalizamos nuestras respectivas carreras universitarias y nos comprometimos con el estudio de la evolución humana.
Éramos jóvenes poco experimentados, pero con una enorme ilusión y con muchas ganas de contribuir de forma eficiente al desarrollo de la ciencia española. La complejidad para iniciar una carrera investigadora en el estudio de la prehistoria y la evolución humana no fue obstáculo para nosotros. Han pasado 30 años y nuestro país se encuentra a la cabeza de las investigaciones sobre prehistoria y evolución humana. Sin duda, los espectaculares hallazgos y las investigaciones en Atapuerca han contribuido de forma muy específica a poner a España en la vanguardia de los procesos interdisciplinares de investigación sobre la evolución biológica y cultural.
En la actualidad las diferentes administraciones (especialmente la Junta de Castilla y León) y las empresas privadas están realizando inversiones multimillonarias para la socialización de este proyecto. En el año 2011 el área cultural de la evolución de Atapuerca dispondrá de museos, centros de interpretación, sedes de la Fundación Atapuerca y otros tipos de instalaciones dedicados a la promoción social de la evolución humana. La Sierra de Atapuerca y sus alrededores, incluyendo la ciudad de Burgos, tendrán la concentración más importante de recursos e instalaciones sobre la Evolución Humano que jamás haya existido.
El Equipo de Investigación de Atapuerca, dirigido por los firmantes de este artículo, está compuesto de forma nuclear por cerca de un centenar de científicos que realizan su actividad investigadora en tres centros de investigación, a saber, el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) en Burgos, dirigido por José María Bermúdez de Castro; el Instituto de Salud Carlos III de Evolución y Comportamiento humanos en Madrid, dirigido por Juan Luis Arsuaga; y el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) en Tarragona, dirigido por Eudald Carbonell. Aunque estos centros representan el trípode sobre el que se apoya el proyecto, no nos olvidamos de la Universidad de Burgos, la Universidad Rovira y Virgili (Tarragona), la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Zaragoza y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que contribuyen de manera muy importante al desarrollo de las investigaciones. En particular, la primera de ellas está llamada a tener un mayor peso específico en un futuro no muy lejano.
Decenas y decenas de trabajos y publicaciones en las revistas especializadas más importantes de nuestro ámbito científico avalan la importancia, la consistencia y la contundencia de las investigaciones que se realizan en los yacimientos fosilíferos de la Sierra de Atapuerca. Nunca en la historia de las investigaciones sobre Evolución Humana se han producido tantos documentos científicos sobre un mismo yacimiento. Los datos sobre Arqueología, Paleobotánica, Geología, Paleoantropología, Geocronología... representan una referencia obligada en la prehistoria de Eurasia. Nuestra perspectiva es la creación de una red europea con la participación de todas las instituciones mencionadas, así como otros centros e instituciones de Francia, Italia, Portugal y de otros países europeos. De este modo se consolidará un nudo estratégico importantísimo para el desarrollo y estructuración de la investigación en evolución humana en el sur de Europa.
INVESTIGACIÓN. Más que un proyecto, Atapuerca se ha convertido en un verdadero programa de investigación. Las excavaciones constituyen el eje principal de este programa. Los yacimientos que se explotan en la actualidad se localizan en cuatro complejos diferentes. El primero consta de las excavaciones del Portalón y de la Sima de los Huesos, en Cueva Mayor-Cueva del Silo. El segundo complejo se localiza en la Trinchera del Ferrocarril y consta de las excavaciones de la Cueva de la Sima del Elefante, la Cueva del Complejo Galería - Zarpazos y la Cueva de la Gran Dolina. El tercer complejo está representado por el sondeo que se realiza en Cueva del Mirador. Finalmente, contamos con los trabajos de prospección que se realizan en los diferentes yacimientos localizados en los alrededores de la Sierra de Atapuerca. Un buen ejemplo son los yacimientos llamados Hotel California y el Valle de las Orquídeas, cuyos resultados auguran un futuro interesante a la hora de comprender las dinámicas sociales de los homínidos en sus actividades diarias en torno a las ocupaciones de las cavidades de la Sierra.
Aunque en los yacimientos de Atapuerca se realizan hallazgos importantes en todas las campañas de verano, la contribución más importante del Programa de Investigación se pueden resumir en cuatro grandes descubrimientos que han hecho cambiar, modificar y ampliar nuestra visión sobre la evolución de los homínidos. Empezaremos por mencionar los fabulosos hallazgos en el yacimiento de la Sima de los Huesos, donde hace aproximadamente 500.000 años los homínidos decidieron acumular a sus muertos en el fondo de un pozo natural, seguramente para preservarlos de su entorno y de esta forma confinarlos a una vida eterna en la profundidad de las galerías del carst de la Sierra. El bifaz Excalibur, hallado junto a los cadáveres de 28 homínidos, tiene unas connotaciones que difícilmente podemos imaginar. Posiblemente estamos ante la primera forma empírica de comportamiento consciente en la historia de la humanidad. El noventa por ciento de la especie Homo heidelbergensis se ha obtenido de este yacimiento, fuente inagotable de información sobre la biología de una especie humana extinguida.
En segundo lugar tenemos que destacar el descubrimiento de una nueva especie del género Homo en el yacimiento de la Gran Dolina en la Trinchera del Ferrocarril. La denominación de Homo antecessor fue acuñada en la revista Science en 1997 por el equipo de Atapuerca para nombrar los restos humanos obtenidos en el nivel TD6 de Gran Dolina. Hacía nada menos que 33 años que no se nombraba una especie de nuestro género, cuando en 1964 los investigadores Richard Leakey, Philip Tobias y John Napier describieron la especie Homo habilis en la revista Nature. La trascendencia del descubrimiento de Homo antecessor se va incrementando a medida que pasan los años, y nuestros colegas van entendiendo que la ocupación humana de Europa sucedió un millón de años antes de lo que se pensaba por un homínido diferente a todos los que hasta entonces se conocían. Con la especie Homo Antecessor hemos conocido una rama de la evolución humana ignorada por la ciencia hasta finales del siglo XX.
CANIBALISMO. Un tercer descubrimiento de gran trascendencia ha sido la inferencia de un comportamiento caníbal ocurrido hace cerca de un millón de años en la Sierra de Atapuerca y realizado por una especie de nuestro linaje evolutivo. La práctica de la antropofagia se puede considerar una rasgo biológico adaptativo de nuestro comportamiento homínido, que se transformó en práctica cultural hace al menos un millón de años. En Atapuerca podemos rastrear el origen de un aspecto tan fijado en nuestro patrimonio genético como es la territorialidad. En efecto, la competencia territorial está en la base de esta práctica caníbal, que nuestra especie ha sofisticado y ritualizado. Seguimos siendo una especie muy territorial, aunque ahora competimos por recursos de una naturaleza bien distinta.
Finalmente, tenemos que recordar el último gran descubrimiento en la Sierra de Atapuerca, que ha merecido la portada de la revista Nature hace muy pocos meses. En 2007 sacamos a la luz la mandíbula del homínido más antiguo encontrado hasta la fecha en Europa. Este hallazgo ocurrió en el yacimiento de la Cueva denominada Sima del Elefante, que aún dará muchas alegrías a nuestros colegas más jóvenes del Equipo. Si se confirma que esta mandíbula perteneció también a Homo antecessor, habremos confirmado que esta especie se formó en nuestro continente, tal vez hace un millón y medio de años y que su origen habría que buscarlo en la primera expansión demográfica fuera del continente africano. Con el hallazgo de esta mandíbula se han abierto un gran número de interrogantes que apasionarán a los estudiosos de la evolución humana durante las próximas décadas.
Los yacimientos son así la verdadera fuente de conocimientos que genera este gran proyecto. Todo cuanto está sucediendo en la actualidad, incluidas las millonarias inversiones que realiza la Junta de Castilla y León, el Ayuntamiento de Burgos y el Ministerio en la ciudad de Burgos y sus alrededores, se basan en los datos que obtenemos en la Sierra de Atapuerca. La estrategia de excavación es clave en el proceso y está diseñada para obtener la máxima eficacia en el conocimiento de nuestros orígenes en Europa.
La investigación científica, la docencia y la socialización del conocimiento adquirido a través de libros, conferencias, exposiciones, etc. se fundamentan en la cantera de fósiles de Atapuerca. De ahí nuestro interés en proteger este fabuloso patrimonio de la humanidad y de realizar las inversiones adecuadas para su correcta y eficaz intervención. Finalmente, la apertura del Museo de la Evolución Humana de Burgos en un futuro cada vez más próximo, así como la de los centros de interpretación de Ibeas de Juarros y Atapuerca, será un motor de desarrollo turístico de carácter singular, que dará personalidad propia al territorio del Área Cultural sobre la evolución humana. La vida de este Museo y de todas las actividades que genere se basarán en la fuente de información que seguirá manando de los inagotables yacimientos de la Sierra de Atapuerca durante décadas.
La Fundación Atapuerca constituye un gran instrumento para la consolidación y progreso de las investigaciones y su divulgación. Con sus diez años de vida y sus dos sedes, la administrativa en Ibeas y la representativa en Atapuerca, la Fundación Atapuerca representa un elemento esencial en este proceso. La suma de las inversiones públicas y privadas en esta Fundación es un ejemplo de como se puede lograr un instrumento eficaz para la extensión y la socialización de proyectos de esta envergadura. En esta Fundación están representados los poderes públicos así como un conjunto muy importante de empresas privadas. Con sus aportaciones, se logra apoyar a jóvenes investigadores, realizar exposiciones, patrocinar publicaciones, promover proyectos de interés social, etc. Su actividad despierta el interés de toda la sociedad por la prehistoria. La Fundación Atapuerca está llamada a ser uno de los referentes más importantes en el campo de la promoción de actividades científicas sobre Evolución Humana, con un gran prestigio internacional. Así nos lo hemos propuesto los tres firmantes del artículo, que no regateamos esfuerzos para apoyar y dirigir esta gran institución.
No nos cansaremos de repetir que todos estos esfuerzos hubieran sido imposibles sin el decidido apoyo de las administraciones públicas y en particular de la Junta de Castilla y León. Los codirectores siempre recordamos que el profesor Emiliano Aguirre comenzó a excavar en los años setenta del siglo XX, cuando aún no existían las comunidades autónomas en España. Esa realidad, que se ha transformado a través de la evolución social y económica de nuestro país, ha permitido que los territorios autónomos profundicen en el conocimiento de su patrimonio, como es el caso de Castilla y León. En 1997, el Equipo Investigador de Atapuerca recibió el Premio Príncipe de Asturias por las investigaciones realizadas en la Sierra de Atapuerca. En 2000, los yacimientos fueron incluidos en la privilegiada lista de lugares Patrimonio de la Humanidad. Estas distinciones no hacen sino incrementar nuestra enorme responsabilidad con el patrimonio, con la ciencia y, sobre todo, con la sociedad a la que todo debemos.
Treinta años después del inicio de este gran proyecto, el Equipo Investigador de Atapuerca continúa avanzando y consolidado posiciones en la perspectiva de contribuir de manera solidaria y consistente al éxito ecológico y social de nuestra especie. Para proyectar el futuro es imprescindible obtener y comprender toda la información posible sobre el desarrollo de nuestro pasado evolutivo. Nuestra especie se enfrenta en el siglo XXI a un gran cambio, a una transformación del sistema de adaptación al planeta. Sin duda, la importancia del conocimiento de cómo se estructuraron las especies en el pasado puede constituir la clave fundamental para imponer un progreso consciente y una evolución responsable, conceptos que el Equipo Investigador de Atapuerca está incorporando en su discurso social.
CONCIENCIA CRÍTICA. Los descubrimientos y los trabajos de investigación realizados en la Sierra de Atapuerca han de servir para aumentar de forma específica nuestra conciencia crítica de especie así como para mejorar la educación y el funcionamiento social y económico del Homo sapiens. 30 años después, el Equipo Investigador de Atapuerca continúa evolucionando y trabajando de forma responsable y consciente en la mejora de las relaciones entre conocimiento y sociedad y pretende convertir el conocimiento en un instrumento útil para el pensamiento social.
En muchas ocasiones hemos afirmado que los yacimientos de Atapuerca son inagotables y que se podrá seguir obteniendo datos durante centenares de años. Los tres codirectores actuales somos el eslabón de una cadena, que esperamos continúe sin interrupción durante mucho tiempo. El proceso empezó con la dirección de Emiliano Aguirre y su equipo y ha continuado con nosotros y nuestros equipos. Estamos convencidos que la sociedad, a través de las instituciones públicas y también de las corporaciones privadas, no dejarán que este proceso se interrumpa. Atapuerca puede ser una luz que nos permita de forma sistemática alcanzar conocimientos que se pierden en la noche de los tiempos. La información que obtenemos en Atapuerca nos ayuda a entender lo que somos y como somos. Nos ayuda a comprender nuestros errores y a tratar de mejorar como especie. Nuestra actual conciencia es a todas luces insuficiente. El camino que está siguiendo la humanidad es una prueba muy clara de esta afirmación. Atapuerca nos puede abrir el camino crítico y de conocimiento que necesitamos para una nueva conciencia.
Desde estas páginas queremos saludar a burgaleses, Españoles, europeos y, en general, a los miembros de nuestra especie. El Equipo Investigador de Atapuerca es afín a los principios de solidaridad, cooperación y conocimiento y continuará trabajando en los yacimientos de Atapuerca para acercar nuestro pasado a nuestro presente y a nuestro futuro. Queremos dejar constancia que en el conocimiento de la Evolución Humana están las claves de esta nueva conciencia que planteamos.
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