jueves, 10 de julio de 2008

-El Papamoscas


Papamoscas es el apodo con el que popularmente, se conoce un famoso artilugio del siglo XVI, que marca las horas en la catedral. Está situado en la nave de la izquierda, según se entra por la fachada principal, por encima del triforio, y representa a una figura humana de rostro grotesco y peculiar tocado, que emerge desde el talle sobre la esfera de un reloj.

Viste una especie de casaca roja, abotonada delante, con amplio cuello terminado en puntas y ceñido por cinturón verde. Con la mano derecha sostiene un papel de música y hace sonar la campana al paso de las horas, mientras abre y cierra la boca. Los cuartos de hora los marca su ayudante, el Martinillo, una figura más pequeña y de cuerpo entero que espera sobre un pequeño balcón entre dos campanas. Con un martillo en cada mano da uno, dos o tres golpes, según sea el cuarto, la media o los tres cuartos, y cuatro golpes antes de la hora que entona, con sonido más grave, el Papamoscas.

Los aficionados a este tipo de relojes disfrutarán contemplando este maravilloso reloj ejemplo del ingenio humano aplicado a la relojería.
No se conoce con certeza la fecha de construcción de este reloj, pero ya hay constancia en el medievo de la existencia de otros relojes en la catedral.
Hubo otros relojes en la catedral anteriores al Papamoscas. En 1384, según consta en un documento del Archivo Municipal de la ciudad de Burgos, se colocó un reloj en la catedral; puede saberse por un documento de dicho archivo, de la existencia de un acuerdo entre el Ayuntamiento y el Obispado de Burgos por el cual aquel entregó 4000 maravedíses “para pagar en ayuda de un rellojo que nos facemos facer en la dicha ciudad en la Iglesia Mayor de Santa María para que tanya a todas las horas del día e de la noche”.
Un año más tarde fue colocado este reloj en la catedral. Este reloj no existe en la actualidad y no tuvo nada que ver con el Papamoscas.

En 1519 se habla de otro reloj en la catedral en el acta capitular de la catedral del 30 de septiembre, también anterior al Papamoscas, aunque parece ser que nunca llegó a construirse.
El Papamoscas, de renombre universal, dicen que inspiró a Victor Hugo, que su esfera es de lava de volcán, que tiene piedras de ágata en el áncora del escape, y que mandado “facer” por Don Gonzalo, Obispo de Burgos, alaba al Dios verdadero, convoca al pueblo, congrega al clero, ahuyenta a Satanás, llora a los muertos y alegra las fiestas, tal como reza en latín la campana mayor.

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