martes, 25 de septiembre de 2007

-Las Merindades de Burgos

La tierra de las antiguas Merindades es el lugar que vio nacer a Castilla. La denominación de Merindad proviene del siglo X; se trata de una división político-administrativa en la que un merino nombrado por el rey era el encargado de administrar justicia. Este término de merindad se extendió posteriormente por el norte de España. Actualmente la denominación Merindades engloba al norte de la provincia burgalesa, lo que se conoce como Montañas de Burgos. Se trata de una zona de media montaña, con un paisaje sumamente variado en el que los ríos Ebro y Nela y Jerea han formado numerosos valles y angostos desfiladeros además de fértiles vegas.
A lo largo de la historia diferentes pueblos han dejado aquí su huella. En la Alta Edad Media, la comarca jugó un papel esencial en la Repoblación y desarrollo de la primitiva Castilla. Es en el siglo X, cuando Fernán González organizó políticamente la región, creando las siete Antiguas Merindades de Castilla: Valdeporres, Losa, Valdivielso, Cuesta Urria, Sotoscueva, Montija y Castilla la Vieja. Este término de Merindad se extiende posteriormente por el resto del Norte de España.
En esta comarca vemos la más elevada concentración de eremitorios, castillos, iglesias románicas, palacios y casonas señoriales de toda España.
Los testimonios artísticos más antiguos les encontramos en las abundantes cavidades de la comarca. Destacan por los hallazgos arqueológicos: las cuevas de Penches y sobre todo el complejo kárstico de Ojo Guareña: huellas, pinturas y restos de armas y cerámica.



De la etapa preromana aún se conservan numerosos restos arqueológicos en el Museo Provincial de Burgos. Como restos arquitectónicos de la etapa preromana hay que señalar los castros y enterramientos celtas.


En la comarca existe un fenómeno que convive con las construcciones románicas. Son los eremitorios; una cueva excavada en la roca que servía a los eremitas como lugar de culto y oración y a la vez como vivienda. Los eremitorios más conocidos son los de Presillas de Bricia, de Argés en el Valle de Manzanedo y de Tartalés de Cilla, en las cercanías de Trespaderne.



La presencia romana se testimonia con la villa agrícola de San Martín de Losa, la explotación salinera de Salinas de Rosio y las importantes calzadas que tuvieron como objetivo el de comunicar los puertos cantábricos con los núcleos del interior. El final de la época romana, en el siglo V, estuvo marcado por la construcción de la fortaleza de Tedeja, que según los últimos estudios sirvió de control de paso y defensa contra los pueblos bárbaros que llegaban del norte.


Los restos visigodos más relevantes les encontramos en la antigua iglesia de Santa María de Mijangos.


En la Alta Edad Media los foramontanos, cántabros y vascones dominan estas tierras. El norte es el reducto contra la invasión musulmana, que llegó a diferentes puntos de la comarca, como Frías, Oña o Medina de Pomar, por lo que los restos artísticos que en ella se encuentran son los más numerosos y de mayor importancia.
Pronto la comarca se suma a la reconquista iniciada por Don Pelayo desde Asturias. Es en el siglo IX cuando se habla por primera vez de la palabra "Castilla"; este nombre aparece escrito en el documento fundacional del Monasterio de Taranco, enclavado en pleno Valle de Mena.
A pesar de las constantes luchas en las que se ha visto inmersa la comarca a lo largo de toda la Edad Media, la arquitectura fortificada nos ha dejado en pié un largo número de construcciones que aún se mantienen debido a la fuerte solidez de sus muros. Entre ellas destacan las que estaban en el entorno de la Tesla, como el de Toba, Paralacuesta, o Tedeja, y el de Arreba.

Siglos más tarde, hacia el siglo XIV, se levantan el castillo de Frías y el Alcázar de los Condestables, como manifiesto del poder del linaje de los Velasco. Los ejemplos de torres y casas fuerte son muy numerosos. Este tipo de edificaciones se concentra sobre todo en el Valle de Valdivielso y en el Valle de Mena como las de Valdenoceda, Quintana de Valdivielso, Quecedo, Berberana, Castrobarto, Quintana Martín Galindez, Cidad, Quisicedo, Virtus, Lezana, Maltranilla, Espinosa, Salazar, Lomana, etc.




Entre las iglesias destaca por su unidad de estilo y calidad escultórica San Pedro de Tejada. No son de menos importancia las iglesias de Santa María de Siones, San Lorenzo de Vallejo, San Pantaleón, Butrera, Crespos , San Miguel de Cornezuelo, El Almiñé, Escaño y Tabliega.
Al igual que el Monasterio de San Salvador de Oña, la colegiata de Santa María de Valpuesta y el Monasterio de Rioseco tuvieron una gran importancia en la formación y desarrollo del primitivo Condado de Castilla.

El emplazamiento de la comarca, como lugar de paso entre Meseta y Cantábrico, tendrá una gran importancia en el desarrollo económico durante la Baja Edad Media. Más tarde el desarrollo histórico de la comarca se ve ligado a las luchas banderizas entre los linajes de los Salazar y de los Velasco.

1 comentario:

  1. Una hermosa zona, casi me atrevería a decir que lugar de visita obligada para los amantes del medievo.

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