viernes, 1 de septiembre de 2023

-Descubierto un nuevo dolmen de 3.500 años en Sargentes de la Lora.

 Fuente: https://www.diariodeburgos.es/

 

 En la alta paramera, ahí donde yacen en silencio los caballitos de acero que un día horadaron el subsuelo de La Lora para extraer petróleo, hay más tesoros que aquel oro negro que hizo soñar a la comarca con una prosperidad que sólo fue efímera, puro sueño esfumado, devorado por el tiempo. Todo es silencio en la mañana a las afueras de Sargentes de la Lora salvo en el paraje conocido como Villafría, donde la arqueóloga y antropóloga Angélica Santa Cruz y su equipo han excavado un nuevo dolmen, que se suma a la rica lista de estas construcciones que salpican el norte de la provincia y que lo consolidan como Territorio Megalítico, como se ha dado en llamar a Los Altos, Sargentes de la Lora, el Valle de Sedano y Tubilla del Agua, municipios en los que se enclavan estas joyas prehistóricas que van desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce (entre 6.000 y 3.000 años a.C.)

Fue el infatigable investigador y experto en megalitismo Miguel Moreno quien descubrió hace ya varios años el túmulo bajo el cual se ha descubierto este verano el dolmen, que ha resultado ser de lo más interesante. En esta primera campaña, que ya ha finalizado, se ha podido confirmar que se trata de una construcción funeraria, un enterramiento prehistórico colectivo. «Tiene estructura dolménica y hemos llegado a la cámara, donde han aparecido restos óseos». Una tibia y varios dientes han permitido a la arqueóloga apuntar que al menos tres personas fueron allí enterradas, si bien es probable que, en campañas sucesivas, puedan aparecer más restos humanos. «Nuestra intención es continuar el año que viene. Excavar a fondo para determinar la estructura completa del dolmen y tratar todos los huesos que aparezcan en la cámara», explica Santa Cruz.

Calcula la arqueóloga que posiblemente este nuevo dolmen sea del 3.500 a.C. Las futuras excavaciones de la tumba tratarán de derminar las características de la cámara -si es larga o corta, si tiene entradas, como sucede en otras-. «Lo importante es que hemos podido corroborar que es un dolmen, uno más en una zona muy rica en este tipo de construcciones prehistóricas». Miguel Moreno, que ha tomado parte de la excavación como asesor, destaca que este nuevo hito, en relación con los ya existentes que se están poniendo en valor, va a permitir «realizar un recorrido por toda la Prehistoria, porque los dólmenes que hay pertenecen a momentos diferentes -Neolítico, Calcolítico, Bronce-» en esa era del megalitismo. «Este dolmen de Villafría es importante por eso y por sus características, ya que parece grande. Va a ser un buen dolmen, cuando se reconforme se verá mejor su estructura», subraya Miguel Moreno.

Un fémur y varios dientes permiten a la arqueóloga avanzar, antes de análisis más precisos, que esos restos humanos pertenecen a dos adultos y un niño. «También esperamos encontrar material arqueológico, ya que los individuos solían ser enterrados con ajuar, lo que podrá ayudarnos también a datar el dolmen», apostilla Santa Cruz. Entre túmulos y dólmenes, este Territorio Megalítico de Burgos atesora una quincena de espléndidos restos descubiertos.

Los elementos estructurales de este tipo de construcciones son tres: una cámara o espacio central poligonal, de tendencia circular, delimitado por grandes losas hincadas (tal es el caso del de Villafría, aunque los milenios de tierra haya vencido algunas de ellas) que era el lugar funerario principal; un montículo de piedras y tierra de volumen cónico, que es el túmuli, que acogía la cámara con la doble intención de anfianzarla y multiplicar el impacto visual del monumento; y un acceso, a modo de pasillo, entre la periferia del túmulo cuya entrada hubo de bloquearse con una gran roca que tenía que retirarse para otro enterramiento.

Como explica la obra Territorio megalítico (escrita por Angélica Santa Cruz, Miguel Moreno, Rodrigo Villalobos, Javier Basconcillos y el gran e irrepetible Germán Delibes, eminencia donde la haya respecto a este tipo de yacimientos) las excavaciones en este tipo de lugares, como ha sucedido con el dolmen de Villafría, arroja restos esqueléticos que suelen pertenecer a diferentes generaciones. «Los cuerpos de los difuntos eran originalmente depositados completos y en posición fetal, con los huesos en perfecta conexión anatómica, pero las remociones de todo tipo sufridas por los monumentos en el transcurso del tiempo determinan que los osarios acaben siendo simples acumulaciones de restos descoyuntados».

No es este, explican los expertos, un detalle baladí: «Frente a la idea tradicional de que el dolmen era un mausoleo de todos los miembros de la comunidad propietaria y a todos igualó ante la muerte, en realidad sólo se enterraba en ellos a una parte de la población: a más hombres que mujeres, y a muy pocos niños. Sólo, por tanto, unas cuantas personas tuvieron derecho a yacer en sepulcros megalíticos, lo que denota la existencia de pequeñas diferencias de rango en una sociedad que, pese a todo, era todavía especialmente igualitaria».

Explican los investigadores que las comunidades megalíticas asentadas en el norte de la provincia de Burgos alternaban la práctica de una agricultura cerealista y del pastoreo. «Eran, pues, campesinos y como tales conscientes de las ventajas de medir y hacer concreto el paso del tiempo para acomodar sus quehaceres al ritmo y la duración de las estaciones. De ahí la importancia de constatar sus conocimientos astronómicos: los corredores de los sepulcros megalíticos de las tierras altas del noroeste de Burgos están exactamente orientados al punto del horizonte por el que sale el sol en el solsticio de invierno».


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