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Existe un pequeño pueblo en Burgos con poco más de un centenar de habitantes a día de hoy que ha sido clave en el desarrollo de la prehistoria en la península Ibérica. Y no es el pueblo que estás pensando. No es Atapuerca. Hablamos de un cruce de caminos desde hace más de 500.000 años, con una tecnología propia realizada entre sus cuevas y que, tiempo después, fue testigo del nacimiento de un reino que dominaría el mundo, Castilla.
Hablamos del pequeño pueblo de Hortigüela La localidad bebe del Valle del Arlanza. Ubicada entre sabinares, en las estribaciones de la Sierra de Mamblas, fue testigo de la llegada de los primeros pobladores de la península. Su rastro lo ha seguido la Fundación Atapuerca y Eudald Carbonell en la zona de Valparaíso. Otro equipo, liderado por Policarpo Sánchez de la Universidad de Valladolid, ha localizado en la cueva Millán un nuevo modo tecnológico que como el musteriense o el olduvayense, tiene nombre vinculado al territorio: el arlanziense.
Son unas pequeñas puntas de 1,5 y 5 centímetros que se fabricaban de manera estandarizada. Se han encontrado en este punto 2.200 restos de su talla y piezas confeccionadas y utilizadas. Son únicas y clave porque podrían marcar el inicio del Paleolítico Superior en la península ibérica. Queda por saber si fueron hechas por neandertales, sapiens o ambos convivieron en este rincón de parajes verdes únicos que bien valen una ruta por la Fuente de las Mozas.
Un lugar donde pueden practicar natación, trampolín, escalada amateur o incluso espeleología pero que, también, está marcado por la historia. La leyenda del nacimiento del reino de Castilla se relata desde este lugar donde se ubica el famoso Monasterio de San Pedro de Arlanza. Cuenta la leyenda que en la Fuente Azul, un pozo natural del que se conocen 65 metros de profundidad, era donde los cristianos entregaban 100 doncellas como tributo a los temibles musulmanes. Un impuesto al que Fernán González puso fin con una treta: disfrazó a cien guerreros de mozas que acabaron con el enemigo y el sometimiento de la zona a los árabes.
Verdad o leyenda es lo mismo que envuelve al monasterio de San Pedro de Arlanza que se ha erigido como el germen del Condado de Castilla que, después, se convirtió en reino y cuya corona llego allende los mares. Los documentos fundacionales de Gonzalo Téllez y Fernán González han dado a lo largo de la historia este apelativo. Aunque hay estudiosos que rastrean los legajos históricos descubriendo verdades a medias o auténticas mentiras.
La tradición dice que el monasterio, fundado en el año 912 por Gonzalo Fernández, padre de Fernán González, fue el gran centro monástico de la zona cristiana del siglo X al XII. Tuvo actividad hasta la desamortización de Mendizábal en 1835. Desde entonces fue expoliado y sus restos descansan en diferentes puntos del mundo. Por ejemplo, la portada fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional en 1895, el sepulcro de los Condes de Castilla se trasladó a la Catedral de Burgos y valiosos frescos pueden verse en el Museo Metropolitano de Nueva York o en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.
Tras el abandono y el expolio, en 1931 fue declarado Monumento Histórico-Artístico y se ha sometido a obras de conservación que permiten que esté preparado para las visitas (hasta el 30 de abril de miércoles a domingo de 10.15 a 16.45, cerrado el primer fin de semana de cada mes).
En el propio pueblo también se puede disfrutar de la Iglesia de la Asunción de la Virgen. Si el monasterio es la gran referencia del Románico tardío, la iglesia de la villa es un ejemplo del gótico pero con un toque singular. Es conocida como 'La Manca' puesto que solo tiene una nave lateral en su crucero. Llama la atención su torre, del siglo XVI, su escalera de caracol y una pila bautismal del siglo XII.
En la localidad se conservan eremitorios como el de San Roque o San Millán que hablan de la potencialidad de un rincón único. Sus fiestas mayores son en verano, con Nuestra Señora y San Roque. La romería a la ermita de San Millán se celebra cada mes de agosto.
Hortigüela es un lugar histórico y un enclave único marcado por las Hoces del Río Arlanza y encantos naturales donde el buitre leonado domina los cielos por donde puede conocer el Pinsapo del Arlanza, el roble grande en el camino a la ladera de las Mamblas o realizar rutas a pie o en bici hasta llegar al área de recreo El Torcón donde disfrutar de la esencia de este lugar, cruce de caminos desde los tiempos ya perdidos en la memoria de la especie humana.
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