viernes, 14 de diciembre de 2007

-Castrojeriz


La villa de Castrojeriz se sitúa a los pies de un alto cerro, el “Cerro del Castillo”, desde el que se domina un amplísimo territorio circundante. Su origen estuvo en un primitivo castro, situado en la cumbre y laderas del cerro, que ya estaba habitado entre los siglos IV y II a.C. por la tribu celtibérica de los vacceos.
Este primer asentamiento fue fortificado en tiempos de los romanos con el fin de establecer un baluarte frente a los cántabros a finales del siglo I a.C. En época romana se tiene constancia de que la población descendió al llano y se estableció dentro de lo que hoy es el actual núcleo de Castrojeriz, en concreto, en el barrio del Manzano.
Las huellas romanas se borraron durante los siglos V-VIII, de tal manera que, a mediados del siglo IX, cuando los condes castellanos deciden repoblar estos llanos, prácticamente deben empezar de cero en el empeño de organizarlos social, económica y políticamente.
Con la ocupación definitiva del castillo en el año 882 por parte de Munio Núñez y el posterior avance de la frontera cristianomusulmana, Castrojeriz inicia una nueva historia, que va a sustentarse, en los siglos medievales, en la concesión del fuero en el año 974 por el conde Garci Fernández, por un lado, y en el desarrollo del Camino de Santiago, por otro, factores ambos que van a convertir a este lugar en un importante y floreciente núcleo de la Castilla plenomedieval.

A partir de ese momento, su historia va a estar vinculada al Camino de Santiago. En primer
lugar, esto se detecta en la configuración de su trazado urbano, totalmente longitudinal, desarrollado a lo largo de una calle principal de casi dos kilómetros, la Calle Real. A esto hay que añadir que la fundación de los principales centros hospitalarios, monásticos y eclesiásticos que tuvo la villa está en relación con el fenómeno jacobeo.

De camino desde Hontanas, el peregrino se topa, cuando apenas se adivina Castrojeriz en el horizonte, con una de estas fundaciones: el convento de San Antón, fundado en el 1146 y gobernado por monjes de la Orden Antoniana, especialistas en la curación de enfermos aquejados del “fuego de San Antón” o “mal de los ardientes”. La mayor parte de los restos que se conservan son de los siglos XIV y XV. En pie quedan una magnífica portada gótica y los impresionantes ventanales ojivales del ábside de su iglesia.
El Camino se adentra en Castrojeriz por el barrio extramuros de Santa María del Manzano, donde se ubica la iglesia colegiata de Nuestra Señora del Manzano, Virgen cantada por Alfonso X en sus Cantigas. Ya dentro de la villa, se localizaban un total de ocho iglesias parroquiales de las que sólo se conservan las de San Juan y Santo Domingo.
La iglesia de Santo Domingo, con fuertes pilares columnarios de finales del XVI y
abovedamiento del XVIII, cuenta con seis tapices flamencos inspirados en dibujos de Rubens y una valiosa colección de pinturas y orfebrería litúrgica. La iglesia de San Juan es un interesante ejemplo de iglesia de planta de salón levantada en el siglo XVI sobre otra más antigua de caracteres góticos de la que quedan restos en la cabecera, claustro y torre.
Además, Castrojeriz contaba con dos conventos de la orden franciscana fundados en la
primera mitad del siglo XIV, uno masculino, el de San Francisco, del que sólo se conservan una serie de arcos, y otro femenino, el de Santa Clara, reformado en el siglo XVIII y donde hay un bello Crucificado de hacia el 1300. Hay que añadir a esto la existencia de siete hospitales, dos de ellos extramuros.

Por lo que respecta a la muralla, sólo queda un trozo de pared frente al solar de la antigua iglesia de Santiago.
Probablemente, uno de los períodos de mayor esplendor para Castrojeriz fue el siglo XVI, cuando las actividades mercantiles relacionadas con el comercio de la lana favorecieron la prosperidad de familias locales como los López-Gallo, los Castro-Mújica o los Gutiérrez Barona, de cuyo palacio de la segunda mitad del siglo XVI se conserva la fachada principal.
También hay que hacer referencia al Palacio de los Condes de Castro, del que actualmente sólo se conservan cuatro torreones con apariencia de muralla, ya que fue incendiado durante la Guerra de la Independencia.

Hacia la mitad de la calle real se localiza el único espacio urbano significativo del núcleo: la
Plaza Mayor, porticada en uno de sus lados y muy singular por su forma alargada. En realidad la plaza no es más que un ensanchamiento de la calle principal, acorde con el carácter caminero de la villa. En ella se localiza el edificio del Ayuntamiento.

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