sábado, 22 de marzo de 2008

-Necrópolis de Cuyacabras.


Próxima a la orilla del río Torralba y en medio de un extenso bosque se halla la necrópolis de
Cuyacabras, una de las más espectaculares de toda la Península Ibérica.

El yacimiento se localiza en el interfluvio formado por los ríos Torralba y Barranco de Peñas Corvillas, sobre un destacado afloramiento de roca arenisca que presenta un marcado buzamiento hacia el E.
Este gran afloramiento rocoso se halla el NE del despoblado de Revenga y en el mismo se integran una iglesia semirupestre y una extensa necrópolis.

Excavada en el promontorio rocoso se ha documentado una escalera de acceso que desde su borde oriental – la entrada original- va salvando el desnivel hasta llegar a la iglesia semirupestre, que está situada en la parte más alta y central del conjunto, en un ligero rellano acondicionado al efecto, inmediato al abrupto corte que presenta el afloramiento en su borde septentrional. Este edificio tuvo diversas fases constructivas, tal y como lo ponen de manifiesto las improntas conservadas, indicando para su etapa final una planta rectangular ( 9,05 m X 3,85 m.), sin presbiterio definido y con acceso a mediodía a través de un reducido atrio cubierto. La anchura de la cimentación exenta, sobre la que cabalgaban los muros del edificio, oscila entre 0,75 y 0,30 m. con una altura máxima de 0,60 m.

Por su parte, en la necrópolis rupestre ( 65 m. x 35 m. ) se han documentado 183 sepulturas excavadas en la roca. Son frecuentes las tumbas antropomorfas ( 65) con cabecera en arco de herradura y pies de forma redondeada. Sin embargo el grupo mayoritario está formado por tumbas de tipo bañera (91), que en principio parecen estar destinadas a enterramientos femeninos o infantiles, aunque estos últimos también aparecen en tumbas de forma antropomorfa. En menor medida se han registrado nichos (13), en el cortado N del afloramiento y son ocasionales las tumbas de lajas y trapezoidales.

Delimitando la necrópolis por sus flancos S y N, se han documentado los restos de una cerca construida con bloques de mediano y gran tamaño, trabados a hueso, reducida prácticamente a la cimentación en las zonas que se ha conservado, si bien su trazado se intuye en diversos tramos bordeando el roquedo funerario.
Respecto al hábitat no se han encontrado restos de estructuras, planteándose como posibilidad que pudiera encontrarse en la explanada localizada inmediatamente al E de la necrópolis. En este sentido, en el bosque próximo se distinguen varios amontonamientos de piedras y sillares, que bien pudieren corresponderse con estructuras de hábitat.

Este asentamiento, que constituye un buen ejemplo del tipo de aldeas que poblaron las tierras del Arlanza en época altomedieval, debió nacer en torno al siglo IX y fue abandonado, como hábitat permanente, a mediados del siglo XIII. Las unidades familiares de estas comunidades de aldea se dedicaron a la explotación ganadera, complementada con el aprovechamiento del bosque y sus recursos naturales.

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