Burgos cautivó a Federico García Lorca de una manera especial. El poeta granadino, del que se celebra este año el 75 aniversario de su muerte, se inspiró en tierras castellanas para alumbrar su primera obra, Impresiones y paisajes, textos de prosa poética que ya anunciaban su genio. Fue también en Burgos, y en este mismo periódico, donde publicó sus primeros artículos de prensa, disciplina desde
la cual también ejercería, hasta el final de sus días, su magisterio. Su primera visita se produjo en 1916, de la mano de Martín Domínguez Berrueta, catedrático de Teoría de la Literatura y de las Artes de la Universidad de Granada. Federico, joven estudiante de Filosofía y Letras con inclinación por la música, participó con otros compañeros en cuantos viajes de estudios organizó la universidad granadina. Así, visitó Baeza, Úbeda, Córdoba, Ronda, Madrid, El Escorial, Ávila, Salamanca, Zamora, Santiago de Compostela, La Coruña, Lugo, León, Valladolid, Segovia y Burgos. «Burgos es maravilloso, tanto en lo antiguo (que es de lo mejor de España) como en lo moderno», escribió a sus padres en aquella primera visita
Aquellas experiencias terminaron por despertar su vocación de escritor, que tuvo en Burgos su origen. A la ciudad castellana regresó, ya sin compañeros y sólo con su maestro, en el verano de 1917. Animado por Berrueta, vinculado a la ciudad porque su madre era burgalesa y porque Diario de Burgos había acogido siempre con entusiasmo los deliciosos artículos que durante años publicó en sus páginas, el joven Lorca debutó en los papeles con cinco crónicas de tema burgalés que, a la postre, serían el esqueleto esencial de Impresiones y paisajes, libro que publicaría al año siguiente, como asegura Ian Gibson, biógrafo del autor de Poeta en Nueva York: «Lorca trabajó mucho en Burgos, y cuando volvió al fin a Granada tenía medio preparadas las cuartillas que le iban a servir para la redacción de su primer libro (...) El joven granadino, que había sido músico hasta la muerte en 1916 de su querido maestro don Antonio Segura, ahora, ante la sorpresa y la alarma de sus amigos, se volvía literato».
De aquellos primeros textos destaca Gibson que ya se vislumbra el poeta que anida en el curioso y talentoso estudiante: «La metáfora lorquiana ya brota fresca y deslumbradora de los profundos manantiales intuitivos del nacioente poeta». Lorca pasó en Burgos más de un mes, entre julio y septiembre. Escribió decenas de cartas y postales a familiares y amigos, como aquella del 23 de julio en el que evoca el Espolón y las frescas noches del verano castellano: «Por las noches paseamos por un magnífico paseo lleno de estatuas y jardines, y con un abrigo y todo, en dando las doce nos dice don Martín: vámonos que aquí no se puede estar. Algunas gentes llevan gabán de invierno... ¡digo mamá, si no me lo echas buena la has hecho». Años más tarde le escribiría en estos términos a su amigo Melchor Fernández Almagro: «Qué dulce recuerdo, lleno de verdad y de lágrimas me sobrecoge cuando pienso en Burgos....! ¿Te choca? Yo estoy nutrido de Burgos, porque las grises torres de aire y plata de la catedral me enseñaron la puerta estrecha por donde yo había de pasar para conocerme y conocer mi alma.
En la capital visitó con tiempo los hitos que más llamaron su atención: Fresdelval, San Pedro de Cardeña, Las Huelgas, La Cartuja de Miraflores. De la provincia no quiso perderse Santo Domingo de Silos, Covarrubias y San Pedro de Arlanza. De todas sus observaciones nacieron los artículos que más tarde, retocados, aparecerán en Impresiones y paisajes: el primero se tituló La ornamentación sepulcral; le siguieron San Pedro de Cardeña. Paisaje; Las monjas de Las Huelgas; Las reglas de la música; y Mesón de Castilla. Ofrecemos aquí unos pasajes de los artículos.
Fuente:www.diariodeburgos.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario