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sábado, 31 de enero de 2009
-La Sierra de La Demanda
La Sierra de la Demanda es, en su tramo burgalés, un macizo articulado en torno a tres núcleos montañosos, Sierra de San Millán, donde se alcanza la máxima altitud (2.131 m), Sierra de Mencilla y Sierra de Neila. La Demanda constituye la divisoria de aguas pues nacen en ellas los ríos Urbión y Tirón, que caminan juntos hacia el Ebro, lo mismo que el río Neila o Najerilla, mientras que la cuenca del Duero recibe al Arlanzón y al Arlanza, al que también llega el Pedroso, magnífico río truchero.
Esta comarca incluye un área muy extensa en la que pueden distinguirse varias unidades, la Sierra, Juarros y la Tierra de Pinares. La Sierra comprende los municipios situados en la Sierra de San Millán y en la Sierra de Mencilla. Pradoluengo y Pineda de la Sierra son los más conocidos. Es la zona de los valles altos de los río Tirón, Urbión, Arlanzón, y Pedroso.
La comarca de Juarros está asentada sobre las rocas mesozoicas que rodean a la Sierra de la Demanda. Con una clara orientación noroeste-sureste discurre paralela a la Sierra de Mencilla. Está salpicada de pueblos como San Adrián de Juarros, San Millán de Juarros, Santa Cruz de Juarros, Ibeas de Juarros, Salgüero, etc. Sobre las rocas jurásicas se ha labrado un relieve kárstico, especialmente interesante en Urrez, con torcas y cuevas. En ocasiones se producen bellas surgencias como en Cueva de Juarros.
La Tierra de Pinares comprende quince municipios burgaleses de un espacio que se extiende por la orla mesozoica. Hacia el sur, esta área establece la transición del macizo de La Demanda y las llanuras de la cuenca sedimentaria de Castilla, desde las proximidades de las Peñas de Cervera, Salas de los Infantes y Hacinas hasta Hontoria del Pinar, y desde la Sierra de Neila hasta el Cañón del río Lobos. También la Sierra de Neila es divisoria natural de las cuencas del Ebro y del Duero. Desde su vertiente septentrional sale el río Neila, que luego se hace Najerilla y discurre hacia el Ebro, mientras que en Fuente Sanza nace el Arlanza, que se dirige hacia el Duero. Pese a tener una personalidad propia muy acusada, en conjunto, estas tres unidades presentan unas características generales bien definidas. En primer lugar el predominio de tierras altas y la presencia de relieves agrestes y contrastados.
A pesar de que las tres sierras principales que la forman presentan altitudes en torno a los 2.000 m, las líneas de falla, las fosas y la erosión de los ríos, que salvan fuertes pendientes y descienden vertiginosos encajándose con facilidad en numerosos barrancos y valles con perfil en V, introducen profundos desniveles. En ocasiones, éstos alcanzan los 900 m, como sucede en Pineda de la Sierra (1.211 m) respecto a los cercanos picos San Millán (2.132 m) y Mencilla (1.932 m). También en su cara norte el San Millán salva un acusado desnivel respecto al profundo valle del río Urbión en Santa Cruz del Valle Urbión. Lo mismo podemos decir para el valle de Valdelaguna, cerrado por los relieves de Ahedillo (1.889 m) y La Campiña con 2.048 m, de vertientes verticales labradas por la erosión glacial en la Sierra de Neila o desde el relieve ruiniforme de las Calderas, en la propia Sierra de Neila, a cuyos pies se extiende la Tierra de Pinares. A esta topografía de contrastes contribuye la morfología glaciar de esta zona, con nichos y circos glaciares de paredes verticales. Las cumbres peladas y pedregosas son extraordinarios miradores desde los que se alcanza a ver la Cordillera Cantábrica o el Sistema Central.
La segunda característica viene dada por las duras condiciones climáticas, en las que el frío y la humedad se sustancian en la presencia de la nieve que se mantiene en las cumbres durante una buena parte del año, pero también en la presencia continua del agua y en temperaturas muyagradables en época estival. Sierra, lagunas, cascadas, agua, umbría, valles, prados, huertas, fresnos, avellanos, son palabras que sugieren frescor. Su nombre indica una cualidad climática de este lugar con mucha agua, en que al frío del invierno sucede el fresco del verano, signos de un paraíso singular marcado en topónimos como Ahedillo, Fresneda, Avellanosa, Pineda, Valdelaguna, Tinieblas, Pradoluengo, Huerta de Arriba, o de Abajo, Dehesa de San Felices, Dehesilla, Arroyo de Salas o Jaramillo de la Fuente, y todos los que se acompañan con el determinativo “de la sierra” que son muchos, como Palazuelos de la Sierra, Villamiel de la Sierra, Hoyuelos de la Sierra, Riocavado de la Sierra, Quintanar de la Sierra, Palacios de la Sierra, Regumiel de la Sierra, Canicosa de la Sierra... Decir sierra es decir aire puro, fresco y sano, y es pensar en bosques, en suelos cubiertos de musgo, en colores jugosos y aguas cristalinas. En este sentido, el curso alto del río Pedroso y las dehesas con magníficos ejemplares de robles y acebos del valle de Valdelaguna conforman un territorio fresco y jugoso especialmente impactante que, con el conjunto de lagunas de origen glaciar - once en total- de la Sierra de Neila, nadie debería perderse.
También es característica común la diversidad y riqueza natural y paisajística. En esta comarca, situada en el ámbito de la España mediterránea, junto a la encina, el quejigo y los pinos, se desarrollan especies propias de la España atlántica como el haya, el roble y otras especies caducifolias -serbal, acebo, avellano o tejo- distribuyéndose en la montaña de acuerdo con la altitud y la humedad. Gran variedad de arbustos (endrino, majuelo, zarzamora, arándano, granzón o escaramujo) y numerosos matorrales (brezo morado y blanco, genista, jara o gayuba) no sólo prestan sus aromas y colores al campo sino que permiten gozar de la recolección de frutos del bosque. Esto supone un aliciente más para disfrutar de la naturaleza, algo que resulta especialmente sugerente en la época de setas y de hongos. La diversidad de los ecosistemas se completa con una rica y variada fauna. Existen muchas especies de valor cinegético: ciervos, corzos, jabalíes, conejos, liebres, perdices y palomas torcaces.
Los bosques sirven de refugio y alimento a muchísimas especies que son selectivas dependiendo de las formaciones vegetales existentes. Abundan las aves rapaces de todo tipo y numerosos mamíferos como la ardilla, el zorro, el tejón y el lobo. En todos lo humedales - lagunas, ríos y embalses- además de culebras, sapos o salamandras, viven nutrias y truchas, lo que hace de esta zona referencia muy apreciada para la pesca deportiva.
Por último y en cuarto lugar, destaca la larga historia natural y cultural que cohesiona todo este territorio. Una larga historia natural que va desde la orogenia herciniana y alpina hasta el modelado glaciar producido en la última glaciación, durante la era cuaternaria, y las formas actuales de erosión fluvial.
Además de paisajes de gran belleza, esta secuencia geológica ha dejado huellas muy atractivas como los troncos de árboles fosilizados, que se conservan en Hacinas, o las huellas fósiles de dinosaurios que vivieron en este lugar sobre los depósitos deltaicos del cretácico inferior. Las icnitas pueden verse en Regumiel de la Sierra y en las proximidades de Salas de los Infantes, localidad en la que se ha construido un interesante museo sobre la vida de los dinosaurios.
La riqueza del patrimonio cultural es la consecuencia lógica de una dilatada historia humana, de la que se conservan numerosos testimonios. Unas veces son los topónimos, como Urrez, Uzquiza, Ezquerra, Alarcia o Vizcaínos, que indican la procedencia vasca de los cristianos que repoblaron este sector en torno al siglo XI.
Otros testimonios son tangibles como el conjunto de necrópolis, eremitorios, monasterios rupestres y restos arqueológicos de Palacios de la Sierra, Cuyacabras, Canicosa, La Cerca, Revenga o Regumiel, torres y castillos medievales, como el de Castrovido, restos de monasterios como el de Alveinte en Monasterio de la Sierra y un románico hermosísimo bien representado en Pineda, Vizcaínos, Jaramillo de la Fuente, Riocavado, Barbadillo, Tolbaños o Neila. Aunque mucho más humildes, las tenadas para guardar ovejas son muestra de la arquitectura pastoril de gran importancia en el territorio de la Demanda por ser un elemento necesario en estas tierras de frescos prados, donde se llevaban las ovejas a pastar en verano. En otoño, se partía hacia los pastos de invierno de Extremadura, a través de cañadas reguladas desde el siglo XIII por el Concejo de la Mesta.
Se conservan restos de un importante sistema de comunicaciones. No sólo tramos de la calzada romana que conectaba con Clunia, sino todo el sistema de cañadas, cordeles y veredas que han sido utilizadas por los pastores de la trashumancia, con interesantes ejemplos de trazado caminero como sucede en Barbadillo del Pez. Es muy significativa la cañada que atraviesa los términos de Riocavado, Barbadillo de Herreros, Monterrubio de la Demanda y el valle de Valdelaguna. Más reciente en el tiempo y aunque actualmente en desuso, se conserva otra línea de comunicación, la del ferrocarril minero que se trazó desde Villafría hasta Monterrubio de la Demanda para explotar el hierro y el carbón de la sierra. Hoy es una original “vía verde” que constituye un excelente camino para recorrer cómodamente, a pie o en bicicleta, un sector de la Sierra de la Demanda.
En este paisaje de pinares, de tenadas y dehesas comunales, de ricos pastos y de rebaños trashumantes, la población dedicada a la ganadería, a la actividad maderera y a la carretería ha desarrollado un tipo edificatorio tradicional, la casa serrana, cuya construcción sólida y compleja constituye un excelente ejemplo de arquitectura popular funcional que agrupa vivienda, cuadras y almacenes.
Todas estas manifestaciones culturales son huellas del pasado que conforman la imagen colectiva de esta comarca que completa su atractivo con actuaciones más recientes. La construcción en el siglo XX de dos embalses, el del Arlanzón, en los años veinte, y el de Uzquiza, en la década del ochenta, con el fin de abastecer de agua a la ciudad de Burgos, ha dotado también a esta comarca de dos zonas recreativas y de ocio para el verano, pues tienen reconocido el uso turístico con actividades no agresivas para el medio ambiente como natación, piragüismo o windsurf.
Si las formas del relieve y el atractivo de los bosques hacen de esta comarca una zona adecuada para la práctica de senderismo y otros deportes al aire libre, la huella humana no hace sino enriquecer la belleza del paisaje, estimular el conocimiento de los usos del espacio y la cultura de las poblaciones asentadas en este territorio.
Las dehesas son una excelente lección del uso adecuado de los recursos naturales por parte del hombre. En toda La Demanda existe un aprovechamiento del bosque que ha sido sabiamente integrado en una economía de subsistencia característica de ganaderos y pastores. Si en el norte de la comarca son magníficas la dehesa de hayas de Puras de Villafranca, la dehesa de Urrez -de roble rebollo- y las dehesas de roble albar de Santa Cruz del Valle Urbión o de Fresneda de la Sierra, es en el sur de La Demanda donde hay auténticos tesoros botánicos. En las dehesas de Tolbaños de Abajo, de Huerta de Arriba o Monterrubio de la Demanda se conservan excelentes ejemplares de roble rebollo y roble albar, de hayas y de hermosísimos acebos cuyas dimensiones y extraordinario porte resultan inusuales -por la protección de la dehesa desde hace mil años- y convierten a este lugar en un paraíso paisajístico.
La adecuación del bosque mediante su adehesamiento, la explotación ganadera, forestal y carreteril, la arquitectura popular, la riqueza micológica o los guisos de los pastores (el ajo arriero, la caldereta, la olla podrida o las migas, los hongos de la Tierra Pinariega), constituyen fuertes e incomparables atractivos a la hora de elegir cualquier núcleo de esta sierra para aprovechar el tiempo de ocio en distintos momentos del año. El saber hacer de pezgueros, aserradores, carreteros, esquiladores, las romerías y procesiones que congregan a los pueblos con sus pendones, los carnavales o las fiestas, como las de “pingar” el mayo, son manifestaciones de una actividad humana que brindan una oportunidad para entrar a fondo en la vida rural y compartir inolvidables encuentros con la tradición. Los trabajos, las fiestas y tradiciones aúnan la capacidad de seducción de la gente y del espacio en esta sierra burgalesa de ambiente puro, atmósfera mágica y susurrante, hermosos parajes y trato amable.
Precisamente la diversidad y riqueza natural, cultural y paisajística de la Sierra de la Demanda han llevado a incluirla en la Red de Espacios Naturales Protegidos de Castilla y León.
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