Darmagnac era un hombre sin escrúpulos, pero se había ganado la
confianza de Napoleón por su ardor guerrero: no por casualidad su nombre
está escrito en el Arco del Triunfo de París. Durante la invasión de
España Darmagnac conquistó Pamplona y combatió en algunas de las
batallas más importantes de la ocupación. Por eso el emperador le
ascendió a general y le confió el gobierno de Castilla. Asentado en
Burgos, se convirtió en un depredador, un saqueador zafio, mezquino y
violento. Como hicieron tantos generales napoleónicos, aprovechó la
ocupación para reunir la más valiosa de las colecciones de obras de arte
con la que granjearse una jubilación dorada. Y para desgracia de la
Cartuja de Miraflores, puso en ella sus ávidos ojos.
El Museo delPrado está exhibiendo una de las más valiosas joyas de
cuantas se llevó Darmagnac a Francia: el conocido como ‘Tríptico de
Miraflores’, obra en tabla de Roger van der Weyden que narra la vida de
la Virgen María y que hoy custodia el Museo de Berlín. Era el altar
portátil que Juan II de Castilla donó a la abadía burgalesa. Darmagnac
lo vendió en 1936 en la casa de subastas londinense Christi’es antes de
acabar en el Museo de Berlín.
Pero el arte ‘cartujo’ en el exilio es mucho más extenso, por
desgracia. La misma pinacoteca alemana conserva otra magnífica creación
de Van der Weyden.Se trata de otro tríptico que narra la vida de San
Juan Bautista. Existen varias tablas dispersas por medio mundo que
también salieron de la Cartuja por la mano saqueadora del general
napoleónico. Así, el Museo Mayer van der Berg de Amberes conserva una
espléndida tabla, atribuida a Juan de Flandes, demoninada ‘Festín de
Herodes’; en la ciudad suiza de Ginebra hay otra tabla atribuida
asimismo al pintor flamenco llamada ‘Degollación de San Juan Bautista’.
También de Juan de Flandes son ‘Nacimiento de San Juan’, que se conserva
en la ciudad norteamericana de Ohio, en el Museo de Cleveland, y
‘Bautismo de Cristo’, que forma parte de la colección Jordán de Urries
de Madrid.
En su estudio Arte y coleccionismo en Burgos durante la ocupación
francesa, la historiadora María Dolores Antigüedad del Castillo sugiere
incluso que una obra del Louvre de París, la ‘Virgen de Jacques
Floriens’ -atribuida a Memling-, que también fue propiedad de Darmagnac,
pudo haber pertenecido al monasterio.
«Todas las obras salieron a la venta antes de la muerte del general;
quizá se vio obligado a venderlas por necesidades económicas. A la vez
que se ponía a la venta en Londres el retablo de Miraflores, se
subastaba también un bodegón de López Enguidanos, un Alonso Cano, un
Ribera, una Virgen con el Niño de Michel Coxie y una ‘Magdalena en el
desierto’ de Murillo, al parecer procedentes de El Escorial y regalo de
José I que alcanzó un precio de 230 libras. Como puede verse por lo
subastado en esa ocasión, Darmagnac poseía una amplia variedad de obras
españolas», escribe la historiadora.
No siempre se salió con la suya el oscuro general napoleónico.Aunque se
sabe que saqueó otros templos de la capital burgalesa (el convento de
los carmelitas descalzos, de los trinitarios o de Las Huelgas, por poner
varios ejemplos) no pudo llevarse, aunque fue su intención desde que lo
viera por primera vez, una de las principales joyas pictóricas de la
Catedral: nada menos de la María Magdalena atribuida a Leonardo da Vinci
que se conserva en la capilla de los Condestables.
El Museo de Prado conserva (y tiene expuestas en el Museo de la
Trinidad) seis tablas alusivas a la vida de San Juan Bautista obra todas
del conocido como ‘Maestro de Miraflores’.La propia pinacoteca
madrileña recoge que todas ellas proceden de la cartuja burgalesa.Se
trata de una serie de pinturas, fechadas entre 1490 y 1500, «que muestra
volúmenes simplificados y figuras sumidas en sus pensamientos al modo
de las de Petrus Christus o Dirk Bouts», según recoge la información que
ofrece el museo capitalino.
Fuente: http://www.diariodeburgos.es/noticia/Z89551578-0978-46E6-8E91AA28AAAFB4E4/20150615/cartuja/diaspora
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