miércoles, 16 de enero de 2008

-Los Monteros de Espinosa.



"El Conde castellano Don Sancho García residía al principiar el siglo XI, en 1006, en la Villa de San Esteban (Burgos) mientras que el Rey árabe Mahomad Almohadio tenía sus huestes en la Villa de Gormaz, frontera de aquella. El caballeroso Conde castellano invitó a una partida de caza al rey árabe, obsequiándole éste a su vez con varios festejos, lo cual proporcionó ocasión al rey Mahomad para conocer y tratar a la madre del Rey castellano, Doña Aba, estableciéndose entre ambos en breve espacio de tiempo simpatía y afecto que derivó en violentísima pasión.

Como quiera que dicha relación no era del agrado de don Sancho, los amantes planearon asesinarle y, de paso, quedarse con sus posesiones. Los medios que se habían de poner en práctica para la ejecución de tan criminal hecho, consistían en preparar un activo veneno, el cual había de hacérsele beber al Conde por la misma Doña Aba. Esta, avisaría a su amado, el sarraceno, luego de haberse consumado el complot, arrojando una gran cantidad de paja al río Duero, señal que aprovecharían los sarracenos para caer por sorpresa sobre los cristianos y apoderarse de la villa de San Esteban y de los demás castillos del Condado, con los cuales se alzaría la propia Condesa Doña Aba.

Estos inicuos preparativos, observados por una camarera, Cobigera, que se decía entonces, de la Condesa Doña Aba, hubieron de ser trasmitidos por aquella a su esposo, que era escudero y mayordomo del Conde y éste hubo de ser avisado por su mayordomo llamado Sancho Espinosa Peláez, del peligro que le amenazaba.

A la tarde, de regreso de una cacería, su madre le entregó una copa para calmar su sed, pero cuál no sería su sorpresa cuando don Sancho rechazó la invitación y exigió a su madre que probara el bebedizo. Amenazada de muerte, doña Aba probó de la copa y cayó muerta al poco tiempo. Don Sancho prosiguió entonces con su plan e hizo arrojar paja al río, lo que provocó que los musulmanes marcharan al ataque, creyendo que caerían por sorpresa sobre los cristianos.

El Conde les acometió antes de llegar a San Esteban y en la batalla, no se separó de su lado ni un solo instante su escudero y mayordomo Sancho, convirtiéndose sin descanso, en escudo de la persona de su amo y señor.

Agradecido por la ayuda prestada, el conde encomendó su guarda personal en adelante a su fiel escudero Sancho Espinosa y a sus descendientes, lo que será el germen del futuro Cuerpo de Monteros de Espinosa, guardia personal de los monarcas españoles durante casi nueve siglos.

El Conde Sancho García nombró cinco Monteros, Alfonso VIII aumento sus efectivos hasta 23. Los Reyes Católicos elevaron su número hasta 76 y disponen que los Monteros que no prestasen servicio activo en la corte, estaban obligados a residir en la villa de Espinosa. Carlos I los redujo hasta 48. El servicio se suspendió en la revolución del 68 del siglo XIX y con Alfonso XII se vuelve a reanudar hasta que en 1931 con la salida de España de Alfonso XIII se suspendió su servicio. Aún hoy, en la actual Guardia Real, existe una compañía dentro del “Grupo de Honores” denominada Monteros de Espinosa compuesta por 120 hombres..

Desde entonces el privilegio se mantuvo en vigor. Y se les llamó a estos leales espinosiegos Monteros de Espinosa, tomando la villa el nombre de Espinosa de los Monteros. A los Monteros se les concedieron privilegios, solares y blasones, distinguiéndose cumplidamente en toda hazaña y hecho de armas.

A lo largo de los siglos su función principal ha sido la de guardar el sueño de las Personas Reales dondequiera que estuviesen “en palacio, en Monasterios o en casas de palcer”, dependiendo directamente del Rey. Aunque en un principio así fue, con el tiempo fueron perdiendo su carácter estrictamente militar y dependiendo de la Casa Real, se convirtieron en cortesanos bajo las órdenes del Mayordomo Mayor.

El acceso al Cuerpo se hallaba restringido a las personas que reuniesen determinadas circunstancias. Felipe II primero y más tarde Felipe V (1759) dotaron al Cuerpo de Ordenanzas que venían a regular las leyes por las que se regía el ingreso en el Cuerpo.
Para ser Montero se les exigía ser hijos de Espinosa, tener limpieza de sangre y honradez y no pertenecer a oficios serviles o de delantal y ser mayor de 25 años. Por ejemplo podían ser Monteros del Rey un hombre que labrara el campo, pero no un carnicero o un zapatero.


En cuanto a su uniformidad, aunque hay ciertos relatos sobre el tema a partir del siglo XII (túnica verde, cabeza descubierta y empuñando en cada mano, respectivamente una espada y un escudo partido en dos cuarteles, uno blanco y el otro rojo, colores de Castilla y León.), no se puede hablar de tal uniformidad hasta el año 1744 cuando se les dota de un verdadero uniforme reglado.

1 comentario:

  1. Colores rojo y blanco, de Castilla y de León, que no es lo mismo que Castilla y León, que es una Comunidad Autonoma inventada en unas cuantas tardes de reunión y politiqueo. Pues esos colores conformaban el escudo de la Corona de Castilla (que no Castilla y León), unión bajo la hegemonia castellana del reino de Castilla y el de León.
    Seamos justos con la historia y con el pueblo castellano, porque Castilla y castellanos no solo se encuentran en Castilla y León.
    Si el artículo se etiqueta en "Historia Medieval", contemos bien esa "Historia", pues rectificar es de Sabios.

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