viernes, 30 de septiembre de 2011

-Descubrimiento de las Huellas Prehistóricas de Ojo Guareña

Escrito por Eliseo Rubio Marcos   www.grupoedelweiss.com

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Corría el mes de julio de 1969, cuando un pequeño equipo del Grupo Espeleólogico Burgalés (GEBU), escindido a la sazón del G.E. EDELWEISS, nos disponíamos a explorar bajo tierra las galerías superiores de "El Cacique", donde en jornadas precedentes se había dejado pendiente una exploración más exhaustiva en dicha zona que prometía una prolongación del Dédalo Oeste del complejo de Ojo Guareña.
Durante tiempo se había especulado mucho sobre las zonas aledañas a la sala de "El Cacique" y se abrigaban fundadas esperanzas de encontrar desde aquí algún posible acceso que estudios de topografía exterior apuntaban hacia la primitiva entrada del circo de San Bernabé, por las grandes dimensiones de estas galerías superiores que desde el circo exterior se adentran en dirección Este del complejo hasta colmatarse en grandes coladas que impiden la continuidad.
El equipo formado por J.L. Uribarri y cuatro miembros del G.E.B.U., Aurelio Rubio, Carmen Vadillo, Elías y Eliseo Rubio nos adentrábamos en las galerías de "El Cacique", mientras otro equipo del G. Edelweiss exploraba y topografiaba galerías del segundo piso, próximas también a "El Cacique".
Tras un rápido recorrido de esta gran sala iniciábamos un progresivo y dificultoso ascenso por grandes desniveles y caos de bloques que nos llevó a una gran sala superior, desde donde reemprendimos la búsqueda del o de los posibles accesos hacia la entrada de San Bernabé que habíamos interrumpido en la expedición anterior.
Despues de una afanosa búsqueda por diversos divertículos laterales  se abrió ante nosotros un gran túnel que se adentraba en sentido Oeste. A medida que avanzábamos por un suelo arcilloso, de pronto me pareció distinguir huellas de pies en la arcilla blanda; acerqué mi luz al suelo… y exclamé sobresaltado, !!huellas de pies¡¡, !!pies descalzos¡¡, añadí. No podía dar crédito a mis ojos.
Los segundos que siguieron fueron indescriptibles, llenos de excitación y euforia, cuando los demás miembros del equipo se acercaron para constatar lo cierto del hallazgo, que se confirmó, en efecto, como huellas de pies desnudos que nítidamente se hundían en la arcilla con una ligera pátina de carbonato que les daba una apariencia muy antigua, acaso del hombre primitivo, aventuramos. A medida que avanzábamos, la profusión de pisadas era tal que Uribarri, consciente de que pudiéramos estar ante un descubrimiento sensacional y poner en peligro la integridad de las huellas, ordenó con autoridad: ¡se suspende la expedición!
Todos nos contagiamos de la responsabilidad que Uribarri transmitió con tan terminante orden; sin embargo, el descubrimiento, hasta ese momento incompleto, no podíamos abandonarlo sin antes apagar la sed de admirar tan desacostumbrado hallazgo que nos hacía vibrar de emoción. Por otra parte era necesario valorar, aunque fuera de forma ligera, el alcance del mismo.
Una somera observación indicaba que las pisadas eran de pies de diferentes tamaños, prácticamente todas de adultos, con sentido de ida y vuelta, y que se prolongaban a lo largo de la galería hasta un punto de retorno, donde un gran tapón de colada cerraba totalmente la galería impidiendo continuar la incursión de los hombres de pies desnudos y también la nuestra. Huellas por centenares se localizaban en un recorrido de unos 300 m. aproximadamente a lo largo de dos galerías y una sala intermedia.
Por dónde habían entrado estos hombres hasta un punto tan distante de la entrada habitual de Palomera, con  los medios supuestamente escasos de luz a traves de un medio tan hostil y lleno de obstáculos y peligros y, lo que es peor, descalzos, no alcanzábamos a entenderlo. Solo un antiguo acceso desde San Bernabé, ahora obstruido por derrumbamiento de la galería, posteriormente concreccionado y que apenas dista 150 m. de dicha entrada, podría considerarse como plausible.
Las conjeturas sobre quiénes fueron los individuos que llegaron hasta aquí, cuándo se produjo esta incursión y con qué fin, se agolpaban en la imaginación de todos; lo más verosímil parecería que se trataba de un grupo de individuos que, bien empujados por un afán de exploración o curiosidad, bien por llevar a cabo un posible rito iniciático, hubieran hecho una incursión de ida y vuelta y nunca más hubieran vuelto hasta aquí.
Esparcidos aquí y allá se advertían restos de madera carbonizada pertenecientes quizás a antorchas con las que presumiblmente este grupo de individuos había llegado hasta este punto de la cueva.
El final de esta galería, como se ha dicho, terminaba en una colada que cerraba el paso e impedía proseguir más adelante, lo que explicaría el sentido de vuelta del grupo.Tras esta inspección dimos por finalizada la expedición para al día siguiente dar cuenta a los medios que difundieron la noticia con  la difusión y despliegue merecidos, pues huellas de pies de características similares a las aquí descritas si se asocian con el hombre primitivo, solo se conocen siete en todo el mundo; cinco en Italia y dos en Lascaux, en Francia.Ojo Guareña añadía así un tesoro más al acervo arqueoantropológico de sus ocultas riquezas.
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Estudios posteriores de los restos de madera carbonizada llevados a cabo por los investigadores Delibrias, Guillier y Labeyrie (1974) con técnicas de C-14, arrojaron una antigüedad de 15.600 años, por lo que nuestra impresión primera, que en el momento de su descubrimiento atribuíamos al hombre primitivo, se reveló cierta.
Así, mientras la alta tecnología aeroespacial permitía al hombre moderno a bordo de una cápsula espacial ver cumplido en esas fechas su hasta entonces inaprensible sueño de alcanzar la Luna y poner los pies en su suelo, a nosotros se nos concedía en el mismo espacio temporal descubrir las primigenias huellas de pies desnudos que miles de años  antes un reducido grupo de hombres prehistóricos dejaron impresas en el vientre de su vecina más próxima, la madre Tierra.
Eliseo Rubio Marcos
Burgos, Abril de 2001

jueves, 29 de septiembre de 2011

-Video: La Catedral de Burgos. 5/5


lunes, 19 de septiembre de 2011

-Inaugurada en Covarrubias la capilla en honor a San Olav.

Han pasado ocho siglos, pero la promesa que el infante Felipe de Castilla le hizo a su esposa, la princesa Kristina de Noruega, de construir una capilla en honor a San Olav en Covarrubias se ha cumplido. A tres kilómetros de la localidad, y en el marco incomparable del valle de los Lobos, se alza un moderno edificio de acero y madera laminada que está llamado a convertirse en un espacio de cultura y peregrinación que unirá Castilla y León y Noruega...

- (Me ahorro declaraciones y alusiones a políticos del artículo)-

Los alrededores del templo se convirtieron durante unas horas en un escenario internacional que acogió la actuación de Arve Tellefsen, uno de los violinistas noruegos más importantes; la cantante Celia Alcedo acompañada a la guitarra de Rafael Andújar;el grupo El espíritu del Lúgrubre; el Coro Interludio y Bettina Flater.

Fuente: www.diariodeburgos.es

viernes, 16 de septiembre de 2011

-El Santo Cristo de Burgos.

El Santo Cristo de Burgos se custodia en la Catedral desde el año 1836. Sin embargo, su origen está envuelto en la nebulosa de la leyenda. La historiadora burgalesa María José Martínez ha investigado en sus raíces y analizado con detalle concluyendo que de todas las esculturas articuladas existentes la talla burgalesa es la que alcanza mayores cotas de perfeccionamiento técnico; que sus singularidades le alejan de la tradición escultórica española, lo que ha dado origen a numerosas leyendas desde el siglo XV. En su estudio El Santo Cristo de Burgos y los Cristos dolorosos articulados, Martínez realiza un diagnóstico en profundidad sobre todos los detalles que envuelven esta efigie. Quizás poca gente sepa que la talla procede del convento de los Agustinos Ermitaños, desamortizado en el siglo XIX: «Este cenobio fue en su origen una edificación muy pobre ubicada a las afueras de la ciudad. En los siglos XV y XVI, debido a su pobreza, a sus reducidas dimensiones y a la gran afluencia de creyentes que acudían atraídos por la imagen, se procede a su reedificación. Entre los sufragadores de la obra se encuentra la familia Santa María, la familia Orense, acaudalados mercaderes burgaleses, y Felipe II». En esa capilla estuvo la talla hasta el año 1808, cuando el marqués de Avendaña, temiendo el saqueo de las tropas napoleónicas, ordenó su traslado provisional a la iglesia de San Nicolás para pasar después a la Catedral.

La leyenda sobre el origen y el hallazgo de este icono es riquísima. Varios relatos dan cuenta de este hecho, según recoge la investigadora. Uno de ellos es el texto del barón Rosmithal de Blatna, fechado entre 1465 y 1467. Se recoge la leyenda en estos términos: «Los sacerdotes refiriéndose después al Señor, que aquella imagen se había encontrado en el mar hacia 500 años, añadiendo que no había podido averiguar de qué parte del mundo provenía, y que se había hallado con la imagen, en una caja embreada, unas tablas en que estaba escrito que en cualquier plaza a que las olas arrojasen aquel sagrado cuerpo lo recibiesen con magnificencia y lo colocasen en lugar decoroso; contaba después que el hallazgo había sido de este modo: ‘Unos marineros españoles que se dirigían a cierta región, surcando el mar, tropezaron con un galeón en que iba aquel sagrado cuerpo; cuando vieron de lejos esta nave temieron que fuese de enemigos; se sobrecogieron de temor y se prepararon la resistencia, como es costumbre en el mar; creyeron que el galeón era de catalanes (los cuales, aunque son cristianos, se entregan al robo en los mares, y por eso todos concibieron gran miedo); acercáronse algo, si bien con recelo, a la nave y no vieron nada en ella; pero temieron que estuvieran ocultos acechando, y por eso enviaron a algunos hombres en una barca ligera para que explorasen, y si había peligro se volviesen con presteza; acercáronse éstos poco a poco, y no sintiendo ningún rumor, se atrevieron algunos de ellos, no sin gran temor, a subir al galeón, donde no encontraron más que el cuerpo antedicho y determinaron volver con él y con la nave hacia Burgos, que era su patria».

Existe otro relato, escrito por uno de los hombres del citado barón, que en palabras de Martínez enriquece la versión: «He aquí como vino el Cristo a la ciudad sin saber nadie de dónde. En el año 412 del nacimiento de Nuestro Señor apareció en el mar un buque con las velas desplegadas, viéronle unos piratas y se propusieron robarlo, abordáronlo y no encontraron a nadie, ni vieron otra cosa que un cofre, y cuando lo quisieron abrir cayeron todos como muertos, de modo que no pudieron abrirlo, aunque se apoderaron del cofre y del buque. Levantose entonces una gran tempestad, empujándolo con fuerza hacia Burgos, y buscaron un ermitaño a quien llevaron al buque y le enseñaron el cofre pidiéndole consejo. Díjoles este que en Burgos había un santo obispo de raza judía, al cual le contaría todo lo ocurrido para que diese su prudente dictamen. Cuando llegaron a visitar al obispo estaba durmiendo y soñaba que había un crucifijo en un barco que flotaba en el mar, y su traza y forma eran las de Jesucristo al morir en la cruz, y cuando el ermitaño y los marineros llegaron a visitar al obispo y le hablaron del barco y el cofre que estaba en él, el cual nadie había visto, recordó el prelado su sueño y mandó que confesaran, y que con la mayor devoción fuesen todos procesionalmente hacia el buque y el obispo con algunos sacerdotes entró en el abrió entonces por sí mismo y el obispo vio allí el crucificjo. Tomole con la mayor veneración, llevándolo al pueblo y la iglesia en donde hoy se halla».

Destaca Martínez, por encima de las leyendas anteriores, las declaraciones que unos procuradores burgaleses realizaron en Mantua durante la celebración de un capítulo general de la Orden de los Ermitaños de San Agustín en 1473: «Un mercader de Burgos, muy devoto de los agustinos de San Andrés, pasó a Flandes. Pidióles le encomendase a Dios en su viaje, ofreciendo traerles algunas cosa preciosa. A la vuelta halló en el mar un cajón a modo de ataúd que, recogido y abierto, tenía dentro de sí una caja de vidrio y en ella la soberana imagen del Crucifijo, de estatura natural, con los brazos sobre el pecho (pues como dijimos son flexibles) pero con llaga en el costado, y las manos y los pies con la rotura de los clavos, como cuerpo humano crucificado. Gozoso el mercader con la preciosa margarita y acordándose de la oferta que hizo a los ermitaños, la cumplió entregándoles el sagrado tesoro que venía escondido en aquella arca; y dicen que al llegar se tocaron las campanas por sí mismas».
Esta versión es, para la historiadora, capital, «porque se mantiene en fuentes literarias posteriores, sobre todo a partir del siglo XVI (...). El episodio de la aparición de la caja en el mar se completa con elementos descriptivos, como la presencia de una tormenta que duró dos días».

También, recoge Martínez, hay leyendas en torno a la naturaleza física de la imagen, alentadas tanto por la literatura como por el Camino de Santiago. «Los materiales empleados en la elaboración de la escultura: madera, piel vacuna, lana picada para el relleno, cabello natural etc., son excepcionales en la imaginería medieval, y también son singulares las sofisticadas técnicas aplicadas a la policromía. Todo ello confiere a la imagen un aspecto muy realista (...) El realismo de la imagen y el modo en que ésta se presentaba a los creyentes, contribuyó a que pronto surgieran numerosas leyendas sobre su naturaleza física. En estos relatos legendarios podía leerse que le crecía el pelo y las uñas, sudaba, sangraba y era una momia».
Pero, claro, para alcanzar la categoría de mito la talla tenía que tener más vínculos con lo sagrado. «Desde su desembarco en la península surgió en torno a ella la fama de milagrosa». Un resumen de éstos aparece en el llamado libro de los Miraglos: «Hay en este libro diez y ocho muerto resucitados; diez y ocho cojos y mancos sanos; onze enfermos restituidos a la salud; tres ciegos reciven vista; vuélveseles el habla a tres que ha habían perdido; tres cautivos restauran la libertad; tres gibosos quedan derechos, libran un endemoniado y otro, a quien dio su padre al demonio, le guarda el Santo Cristo; es arrastrado de un caballo un hombre y no padece lesión; un niño se ahoga y recibe vida; dos mujeres preñadas hallan alivio a sus dolores; libra de peste y de las tempestades del mar; libra a unos encarcelados; da agua en tiempo de seca. Estos son los milagros que están autorizados en este libro».

María José Martínez subraya que el Santo Cristo de Burgos pertenece al grupo de los crucifijos articulados cuya característica principal es su capacidad para mover los brazos y en algunos casos otras partes del cuerpo. «Este es el único elemento que los define como grupo. La existencia de estos crucifijos se explica en relación con la liturgia medieval, concretamente con las ceremonias que se celebraban desde Viernes Santo al Domingo de Pascua. Las imágenes medievales conservadas de estas características son escasas, aunque probablemente otras se hayan perdido. Son más numerosas las que pertenecen a siglos posteriores, vinculadas también a ritos litúrgicos del Descendimiento y Entierro de Cristo durante la Semana Santa».

Fuente: www.diariodeburgos.es

domingo, 4 de septiembre de 2011

-Un grupo de buceadores alcanza los 9,6 kilómetros en el Pozo Azul.

Un equipo de espeleologos y espeleobuceadores llegados de Gran Bretaña, Holanda y de varios puntos del territorio español acaba de superar la marca de penetración que había en el Pozo Azul, conseguida por ellos mismos en septiembre del año pasado.
En esta nueva campaña, que ha tenido 15 días de duración, se ha llegado a los 9.685 metros de longitud, superando en algo más de 500 los 9.165 registrados el año pasado. A partir de ahora el desnivel del terreno hace que sea muy difícil el avance, pues los torpedos y los equipos de respiración son muy pesados para ser transportados por una superficie sin agua.

La punta de exploración dirigida por el británico Jason Mallinson, y formada por sus compatriotas John Volanthen, Rick Stanton y el holandés René Houben, ha estado tres días dentro de la cueva. «Entraron el sábado y salieron el lunes por la tarde», asegura Xesús F. Manteca, espeleólogo que forma parte de esta expedición. En ese tiempo, han hecho un hallazgo que ha cambiado por completo la fisionomía de la cueva. «Hemos encontrado una galería aérea de 180 metros de largo pero que vence más de 10 metros de desnivel por el que el río corre en cascada», explica Manteca. Después de esta nueva galería se ha podido ver que la cueva continúa por un nuevo sifón, el número 4.
Los datos numéricos que se manejan en este lugar no dejan duda de que el Pozo Azul en Covanera es una de las cuevas subacuáticas con mayor recorrido longitudinal de España. Para Manteca, el Pozo Azul es un referente internacional por sus características tan especiales, pues «cuenta con un solo conducto, sin ramificaciones», asegura.

De los casi 10 kilómetros de cueva hallados, solo 550 metros son cavidades aéreas. Una de ellas, con 90 metros de longitud y hallada el año pasado a una distancia de 6 kilómetros de la entrada, les sirve en esta ocasión de campamento base.
Este año, el equipo de apoyo de Mallinson ha estado formado por espeleólogos de Asturias, Madrid, Burgos, Cataluña y La Rioja, aficionados que sacrifican sus vacaciones por seguir averiguando un poco más de este famoso pozo burgalés.
La financiación sale de su bolsillo, no cuentan con ninguna ayuda ni subvención. «Entre nosotros tenemos una frase que repetimos a menudo: Si me muero, no dejéis que mi mujer venda mi material de buceo por el precio que le dije que me costó», se ríe Manteca.
Este proyecto se inicia en 2003, pero la historia empieza mucho más atrás. En el año 1964, espeleólogos de Burgos, con una inquietud por saber qué había más allá de lo que se ve, comienzan a bucear y hacen unas pequeñas exploraciones, todo lo que daba de sí el material que tenían en esos años. En los años 80, un grupo de Madrid explora el primer sifón y 780 metros del segundo. En el año 85, dejan las exploraciones y no se vuelve hasta hace 8 años, en 2003. El término de ese parón viene dado por un cambio en los materiales. «Aparecen nuevos sistemas de respiración y hacen que esas distancias que parecían tan grandes se vayan haciendo cada vez más cortas y más fáciles de superar», comenta Manteca.
Quién sabe si en una futura expedición Mallinson hallará el misterioso fin de la cueva.   

Fuente: www.diariodeburgos.es

sábado, 3 de septiembre de 2011

-Ojo Guareña, ¿futuro parque nacional?

La Consejería de Fomento y Medio Ambiente va a proponer al Complejo Kárstico de Ojo Guareña como el primer Parque Nacional subterráneo. Así lo afirmó ayer el consejero Antonio Silván durante su visita a la zona de las Merindades, donde apostó por «potenciar nuestro patrimonio artístico, cultural, natural y etnográfico como elemento de desarrollo y de calidad de vida».
Esta decisión es fruto del «gran valor natural» que alberga el Complejo Kárstico, en el que se han hallado 195 especies diferentes de fauna, de las que 34 son endémicas y 32 nuevas para la ciencia. Estos descubrimientos convierten al sistema en un auténtico «punto caliente de biodiversidad», de gran importancia, tanto nacional como internacional. Y es que no hay que olvidar que se trata del segundo sistema kárstico más largo de España, con 110 kilómetros de galerías topografiadas.

El Complejo, que ocupa 13.850 hectáreas pertenecientes a tres municipios y 23 localidades, recibe al año unas 35.000 visitas. En concreto, el 80% corresponde a Merindad de Sotoscueva, el 13% a Espinosa de los Monteros y el resto a la Merindad de Montija.
En el Monumento Natural de Ojo Guareña, Silván visitó la Cueva-Ermita de San Bernabé, que alberga en su interior numerosas reliquias como la Pila del Santo o la galería de Silos. En ella destacan las pinturas que decoran sus paredes y techos, que pertenecientes a los años 1705 y 1877, relatan los martirios y milagros del Santo.

Este año, la Consejería de Fomento y Medio Ambiente va a continuar con su atención y mantenimiento, así como con la mejora de la Casa del Parque y del Espacio Natural, a los que va a destinar 265.000 euros. Así, desde Medio Ambiente apuestan por potenciar Ojo Guareña, un espacio natural que, según Silván, «representa como nadie la riqueza natural de la zona, de Burgos y, en general, de toda la comunidad».
Tras hacer pública la decisión de proponer a Ojo Guareña como Parque Nacional, son muchos los trámites que les quedan ahora por delante. Así, tienen que enviar la documentación correspondiente a la Junta de Castilla y León y, tras obtener la aprobación de las Cortes, remitirla al Ministerio de Medio Natural, Marino y Rural, para recibir posteriormente el visto bueno de las Cortes Generales. De este modo, Silván se mostró cauto a la hora de dar una fecha, aunque sí garantizó que el hecho de que se encuentre «en un entorno único, perteneciente exclusivamente a una comunidad, va a facilitar mucho su tramitación».
A lo largo del recorrido, el consejero también adelantó que, en esta legislatura, van a declarar tres espacios naturales protegidos. Uno de ellos es el entorno de los sabinares del Arlanza, ubicado en la provincia de Burgos.



La provincia cuenta con cinco espacios naturales, que suponen 112.031 hectáreas protegidas. Se trata de los Espacios de Monte Santiago, Ojo Guareña, Montes Obarenes-San Zadornil, Hoces Alto Ebro y Rudrón y las Lagunas Glaciares de Neila. Además se está trabajando en la declaración de otros tres: La Yecla, Las Tuerces y Covalagua y la Sierra de la Demanda.


Cueva Palomera abrirá al turista en pocos meses

Ya queda menos para que los burgaleses y todas las personas que así lo deseen puedan disfrutar y visitar las riquezas naturales que esconde la Cueva Palomera. Y es que el consejero de Fomento y Medio Ambiente, Antonio Silván, informó ayer de que la posibilidad de abrir la cavidad a los visitantes se encuentra en una fase muy avanzada, de modo que se abrirá al turismo los próximos meses. Eso sí, la apertura al público va a ser para uso turístico regulado y organizado. Además, las visitas sólo se van a desarrollar en algunos tramos y para grupos poco numerosos, que serán guiados por personal especializado. La cueva alberga algunos de los principales valores naturales, geomorfológicos y arqueológicos de Ojo Guareña, hasta el punto de convertirse en una «escuela viva», que muestra la historia evolutiva del Complejo Kárstico. 

Fuente: www.elcorreodeburgos.com