La Arqueología
de épocas históricas tiene la ventaja de poder contar con textos
escritos que ayudan a complementar, revisar y contrastar los hallazgos
arqueológicos con el conocimiento histórico que se puede sacar del
estudio de las fuentes documentales. Aunque en numerosas ocasiones, uno y
otro registro se complementan, en otras los datos registrados en uno
contradicen lo que se extrae del otro. Esto no quiere decir que uno u
otro sean mentira, si no que es necesaria una labor de crítica y estudio
intenso que ayuden a explicar esta contradicción. Es, por tanto, muy
importante contar con los dos tipos de registro, si es posible, a la
hora de estudiar las sociedades del pasado, y estudiarlos de manera
crítica.
Como no podía
ser de otra manera, la Historia del Castillo de Arganzón es muy larga en
el tiempo, abarcando diversas épocas y problemas históricos en los que
el castillo fue un elemento más de unas sociedades tan complejas como la
nuestra propia.
La
primera referencia documental que tenemos del entorno del castillo en
la Alta Edad Media se encuentra en una fuente árabe fechada en el año
801 en el que se relata una escaramuza contra las tropas de un árabe
llamado Mu´awiyya:
En ese (año) el emir al-Hakam, inmediatamente después de haber concluido la guerra con Sulayman, su tío paterno, envió tropas en una campaña contra la tierra del enemigo (ard al’adūw), que Dios la quiebre. Dio su mando a su hermano Mu’awiyya, hijo del emir Hišām, hijo del emir ˁAbd al-Raḥmān, que marchó directamente hacia el país (balad) de Al.ba y al-Qilāˁ. Sufrió su ejército un traspié en el desfiladero (faŷŷ) de Ar.g.n.sūn en el mes de ramadān de ese (año), donde perdió un grupo de principales.
La segunda de las fuentes en las que se hace referencia a Arganzón es el Cartulario de San Millán
en el que se dice que en 871-872 se dona a San Vicente de Acosta la
iglesia de “Sancta Maria de Foze de Arganzone”, cuya ubicación todavía
es desconocida.
Por
último, en el año 1191 el rey Alfonso VIII concede un fuero a la nueva
puebla de Arganzón, en la frontera entre los reinos de Castilla y
Navarra.
Tendremos que esperar hasta el año 1199-1200 cuando, en la crónica latina de los reyes de Castilla se dice que:
“Entre
tanto el rey de Castilla asedó Vitoria, y mientras duraba el asedio,
adquirió todas las fortalezas vecinas, Treviño, Arganzón, Santa Cruz,
Alchorroza, Vitoria la Vieja, Arlucea, la tierra que se llama Guipúzcoa,
incluso San Sebastián, Marañón, San Vicente y algunas otras”.
Por
lo que en estos momentos se encuentra, con seguridad, una “fortaleza”,
aunque no podemos saber qué características tenía ni qué tipo de
estructuras y edificios se encontraban en ella. Esta es una de las
cuestiones principales que se buscan resolver con las actuales
excavaciones.
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