domingo, 30 de mayo de 2010

-La ermita de la Virgen de las Viñas y Fernado III el Santo.

Hoy, 30 de mayo, se celebra la fiesta del San Fernando III, rey de Castilla y de León. Aunque su canonización no se produjo hasta 1671, durante el papado de Clemente X, el pueblo lo tuvo por santo desde el momento de su fallecimiento. Nació en 1198 y durante su reinado fueron reconquistadas, entre otras plazas, las ciudades de Córdoba, Sevilla, Jaén y Murcia. Falleció en 1252 en Sevilla, en cuya catedral se encuentra sepultado.

Precisamente el documento real más antiguo conservado en el Archivo municipal de Aranda de Duero es una donación de Fernando III. En este documento, fechado entre 1236 y 1239, el rey dona al monasterio de San Pedro de Gumiel de Izán unas aceñas y una heredad de tres yugadas, situadas en las márgenes del río Duero, en el término de Aranda. La yugada es una forma de medir la superficie de una tierra de labor y abarca lo que puede arar una pareja de bueyes en un día (del yugo que une los bueyes procede el término yugada). En el documento de Fernando III, además de la donación de estos molinos harineros y de las tres yugadas de tierra, se advierte que su voluntad debe ser respetada, sin que nadie ose ir contra las órdenes del rey.
El pueblo de Aranda no fue ajeno a la veneración como santo del rey castellano. Hasta la construcción del actual retablo mayor de la Virgen de las Viñas de 1957 existía en la ermita de la patrona de Aranda un altar dedicado a Fernando III el Santo. Tal como se puede apreciar en la fotografía en blanco y negro se situaba en el lado de la Epístola del Presbiterio. El del lado del Evangelio estaba dedicado a San Pedro Regalado. Pese a que ambos retablos han desaparecido se conservan enmarcados los dos lienzos en la propia ermita de la Virgen de las Viñas. El de San Pedro Regalado es anónimo y el de San Fernando aparece firmado por Marcos Fernández García, puede datar de finales del siglo XVII o principios del XVIII, fue restaurado en 1995.

El cuadro representa la entrada de Fernando III en la ciudad de Sevilla. El rey castellano aparece vestido con una armadura, coronado y con un manto real. Está montado en un caballo blanco y acompañado por unos guerreros que portan estandartes con una cruz grabada. El caballo del rey está pisando las banderas musulmanas en las que aparecen bordadas medias lunas, como símbolo de la religión islámica. De rodillas hay dos personajes con turbantes que ofrecen al rey castellano una bandeja con las llaves de la ciudad de Sevilla. Al fondo aparece la ciudad amurallada en la que destaca una alta torre que es la Giralda (sobre la misma se puede ver la famosa escultura-veleta). Entre las nubes que cubren la ciudad se ve una imagen de la Virgen con el niño que dice: «Presto se te entregará y tendrán fin tus deseos». Según la leyenda la Virgen, bajo la advocación de la Virgen de los Reyes, se apareció a San Fernando para anunciarle la deseada conquista de Sevilla.

Y es que, tal como se puede comprobar en este cuadro, en la historia de la conquista de Sevilla se mezclan las gestas guerreras con los hechos sobrenaturales, muy en la línea de los relatos épicos de siglos pasados. En el asedio de la ciudad de Sevilla tuvo un importante papel un burgalés: el almirante Bonifaz. Con una nao consiguió romper una cadena muy gruesa que atravesaba el río, con lo que consiguió completar el cerco a la ciudad.

En principio puede sorprender la presencia de un altar dedicado a San Fernando en la ermita de la Virgen de las Viñas. No obstante, no debemos olvidar que la historia de la advocación de la Virgen de las Viñas hunde sus raíces en la huida ante la conquista musulmana de territorios anteriormente cristianos. La presencia de San Fernando es una referencia a la Reconquista y a la recuperación de la presencia cristiana en las tierras hispanas. Asimismo este altar nos recuerda la tradicional vinculación que tiene la advocación de la Virgen de las Viñas con la Monarquía. Es probable que este altar, tal como ha sucedido con otros altares dedicados a San Fernando, pudiera ser costeado por los reyes con motivo de algún favor recibido.

Según las crónicas han sido muchos los reyes que, a su paso por Aranda, no han dejado de visitar la ermita de la Virgen de las Viñas. La leyenda cuenta que el rey Juan I fue quien construyó la ermita, su nieto Juan II la visitaría en distintas ocasiones haciendo grandes donaciones. Los Reyes Católicos favorecieron el santuario, otorgándole el privilegio de juro perpetuo, el 30 de abril de 1494. También fue visitado por Carlos V, Felipe II, Felipe III y Felipe IV. Según cuenta la tradición popular estaban en Aranda los reyes Felipe III y Margarita de Austria cuando cayó gravemente enfermo uno de sus hijos, el futuro Felipe IV, sin que los médicos acertaran a descubrir el tratamiento adecuado. Los arandinos tomaron la imagen de la Virgen de las Viñas y la bajaron a Aranda, junto al lecho del infante enfermo, que estaba alojado en una casa de la Plaza Mayor. Como recobró la salud enseguida la reina quedó impresionada de la devoción de los arandinos y muy agradecida a la Virgen, con lo que realizó grandes donaciones a favor de la ermita. El traje que luce la Virgen de las Viñas el día de la fiesta mayor es un regalo de la reina Margarita. Si esta atribución es cierta dataría de entre los años 1605 (fecha del nacimiento del futuro Felipe IV) y 1611 (fallecimiento de la reina Margarita a la temprana edad de 26 años).

Aunque en el relato de todos estos hechos se mezcla la leyenda y la realidad, lo que es una realidad constatable es esa especial vinculación de la ermita de la Virgen de las Viñas con distintos reyes, lo cual nos puede dar una explicación razonable de la presencia de este altar dedicado a San Fernando, patrón de la monarquía hispánica.
Durante el último año la cofradía de la Virgen de las Viñas está haciendo un importante esfuerzo para recuperar distintas zonas de la ermita como el Camarín de la Virgen y otras salas que se van a habilitar como museo. La exhibición de este cuadro del rey San Fernando III contribuirá a que la vida del santo rey castellano vuelva a ser conocida por todos aquellos que visiten la ermita arandina. 

Fuente: diariodeburgos.es

lunes, 17 de mayo de 2010

-Don Fadrique, impresor de "La Celestina".

Se sabe que Fadrique de Basilea imprimió en Burgos, en el año de 1499, La Celestina, cuya autoría sigue en solfa a pesar de que, muy probablemente, la escribiera el manchego Fernando de Rojas. Si ya resulta curioso el misterio sobre la titularidad esta obra maestra de la literatura española, no lo es menos el que rodea al impresor, de quien todavía no se sabe a ciencia cierta cuál era su verdadero nombre. Fascinante juego de espejos. Novelesco, podríamos decir. Dentro de poco, esta ciudad contará con un museo del libro que, haciendo justicia, llevará el nombre de Fadrique de Basilea. Intentaremos desentrañar aquí quién fue este personaje, trascendente por decidirse a imprimir aquella Comedia de Calisto y Melibea, sin saber que iba a convertiese en un regalo impagable del que disfrutará la humanidad por los siglos de los siglos.

Para Julián Martín Abad, jefe del Servicio de Manuscritos, Incunables y Raros de la Biblioteca Nacional, aunque no existe constancia documental es muy posible que este impresor fuera Fiedrich Biel, quien ya imprimía en la ciudad suiza de Basilea hacia 1472. Sea o no así, la primera noticia cierta de que existe en Burgos un impresor llamado genéricamente ‘El alemán’ pero que se hace llamar maestro Fadrique es en 1482, cuando su taller recibió un encargo del Cabildo de la catedral para imprimir dos mil ejemplares de una hoja suelta, posiblemente de indulgencias. No existen ejemplares de esa hoja; sí, empero, de otra impresión un poco posterior: una Grammatica de Andrés Gutiérrez Cerezo, de la que se tiraron 400 ejemplares. Por ese trabajo Fadrique cobró 74.400 maravedíes

La casa-taller de este impresor estaba enclavada en un lugar provilegiado: frente a la catedral, en la plaza entonces denominada del Azogue. Afirma Julián Martín Abad, autor del estudio El taller del maestro Fadrique, alemán de Basilea, vecino de Burgos, publicado en el catálogo ‘El jardín de Melibea’ que se editó en 2000, nuestro impresor se casó con la burgalesa Isabel de la Fuente, de cuya unión nació una hija, Isabel de Basilea, quien acabaría convirtiéndose en uno de los personajes femeninos «más interesantes en la historia de la imprenta castellana».
De aquel taller de Fadrique, apunta Martín Abad, salieron más de 80 ediciones incunables, «un buen número sin indicaciones tipográficas y en demasiados casos representadas por ejemplares únicos conocidos, a la vez que muy dispersos por la geografía bibliotecaria mundial». Señala el estudioso que en los primeros años del siglo XVI, quizás debido a la crisis económica, el taller de Fadrique de Basilea baja el ritmo de su producción, recuperándose ésta hacia finales de la primera década. «Durante ese segundo momento de intensa actividad en el taller del maestro Fadrique encontramos de nuevo bastantes ediciones de obras devocionales y moralizantes; destaca la cuantía de textos literarios (incluyendo traducciones), principalmente literatura popular en forma de pliegos sueltos».

El taller del alemán siempre contó con las técnicas más avanzadas. «La renovación del material tipográfico y xilográfico se mantendrá siempre a muy alto nivel». respecto a las estampas o marcas tipográficas halladas en los ejemplares de muchas de sus ediciones, Martín Abad revela la existencia de siete, aunque sólo seis son conocidas.Quizás la más famosa sea una que podrá contemplarse en el Museo del Libro que llevará el nombre de este impresor: dentro de un marco de dientes de sierra blancos y negros, un león erguido sosteniendo con la pata delantera izquierda un estandarte blanco, y sosteniendo también, con las patas trasera y delantera derechas, un escudo con la cruz con pie en forma de 4 y las iniciales f b.
El maestro Fadrique estuvo siempre a la vanguardia de las diferentes soluciones técnicas y estéticas que iba ofreciendo la imprenta, «como es el caso de la utilización de tipos de gran cuerpo para los títulos que sustituyeron los acostumbrados títulos xilográficos que caracterizan a nuestros impresos del siglo XV, compartiendo entonces el uso de esta costumbre con Alemania». La última impresión de Fadrique fue una edición de Flor de virtudes con fecha de 1517. «El 1518 podemos considerar que su yerno, Alonso de Melgar, es ya responsable pleno de la actividad, claramente continuista, del taller del maestro de Basilea, iniciador de una saga de impresores, pues su hija Isabel, al quedar viuda, casará luego con Juan de Junta, uniendo la historia tipográfica de Burgos con la ya también antigua de Salamanca», apostilla.

La primera edición de La Celestina se cierra con esta addenda: «Fue impresa en la muy noble y muy leal ciudad de Burgos por Fadrique de Basilea Alemán a quince días del mes de octubre anno del nascimiento de nuestro salvador ihesu christo de mill quatrocientos e noventa annos...». Esta fue la piedra de toque, en el final del siglo (y de una era, con la entrada definitiva en el Renacimiento), para una epopeya editorial en la que Burgos habría de jugar un papel esencia. La capital castellana era una metrópoli referencial no sólo en lo político, sino también en lo económico, con el Consulado del Mar como centro de operaciones y de control en el comercio de las lanas castellanas, y en el ámbito cultural: arquitectos, pintores, escultores trabajaban en importantes construcciones de la época. También habría filófosos y teólogos desarrollando una intensa labor de pensamiento, como el caso de Francisco de Vitoria.
En aquel ambiente por desgracia irrepetible trabajó Fradrique de Basilea, pero no fue el único; tampoco La Celestina la única obra importante que saldría de los talleres castellanos. En1554 el suegro de Don Fadrique, Juan de Junta, alumbró otra obra llamada a la inmortalidad. Su título, La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades. Con el fin del siglo XVI se extinguió el papel protagónico de Burgos. No hubo brasas ni rescoldos. Sólo entre finales del XIX y principios del XX la labor impresora recobraría cierta entidad, con los Calleja, Santiago Rodríguez, Aldecoa y compañía.  

Fuente:R. Pérez Barredo www.diariodeburgos.es

-Otra tortuga fósil en las obras de la ronda norte.


El corte en la montaña ejecutado para las obras de la circunvalación ha sacado a la luz un nuevo ejemplar de las enormes tortugas que poblaban las tierras burgalesas hace unos 12 millones de años. Después del primer hallazgo en el otoño de 2007, la semana pasada fueron extraídos del talud los restos de lo que parece ser otra Cheirogaster bolivari.
El autor del descubrimiento ha sido una vez más Jesús María Preciado, de la Asociación Geocientífica de Burgos, quien explica que el ejemplar no estaba completo sino dañado por las obras, y apunta que habrá que esperar unos meses para que sea reconstruido, tal y como ya se hizo con su predecesor en los hallazgos.

En aquel caso fueron los alumnos del Instituto Cardenal López de Mendoza los que completaron el puzzle con los múltiples fragmentos encontrados (alrededor de 280 en total). El ejemplar de tortuga tenía entre 110 y 120 centímetros de longitud, una anchura de entre 80 y 90 y una altura cercana a los 70 centímetros, y fue identificado como una hembra de Cheirogaster, una especie que ya fue hallada en su día durante la construcción de la Autovía de Ronda entre la Plaza del Rey y el Nudo Landa.
Los primeros restos fósiles en la ronda norte fueron descubiertos hace dos años y medio, cuando además del caparazón de la tortuga se encontraron huesos de lo que resultó ser un Alicornops simorrense, un pequeño rinoceronte que resultó clave para poder datar los hallazgos en la Edad del Mioceno.

En aquellos tiempos, el páramo burgalés era más parecido a la sabana africana, con un clima subtropical, abundante vegetación, ríos y zonas encharcadas, donde campaban a sus anchas animales muy diferentes de los que podemos observar en la actualidad. El paso de miles de años ha permitido su conservación como fósiles, que ahora ha sacado a la luz la construcción de la ronda norte.
El enorme talud ejecutado en las inmediaciones del túnel de Fuente Buena es para los geólogos un libro abierto, al aire libre, en el que poder estudiar los estratos del terreno. Pero además, de vez en cuando ofrece a los expertos ojos de los científicos sorpresas como estas tortugas y rinocerontes.  

Fuente: www.diariodeburgos.es

domingo, 16 de mayo de 2010

-Las minas de manganeso de Puras de Villafranca.


El paraje que arropa Puras de Villafranca es tan arrebatador que el visitante podría conformarse con la mera contemplación de su belleza. Sin embargo, son las entrañas de este verde valle las que custodian un
tesoro, un yacimiento hasta hace bien poco desconocido que ha revelado una historia fabulosa que quiere darse a conocer. Y es que el conglomerado rocoso de esta privilegiada zona influenciada por el río Tirón, por esos caprichos de la naturaleza, es rico en manganeso, mineral esencial para fortalecer el acero, fabricar cristal, colorar vidrio o blanquear tejidos como el lino o el algodón. El complejo minero de Puras es único: se trata del más antiguo de la región y, junto al que existe en Toledo, el más añejo de España. Ahora, gracias al empeño del Ayuntamiento de Belorado, tres de las minas más significativas de este increíble entramado están abiertas al turismo, un caso también único en España.

Extraña ver, al llegar al pueblo, esos vestigios del pasado minero: pozos, catas, bocaminas y hasta un lavadero de mineral recuperado para el turismo. También permanecen en pie, y han sido remozadas en su interior, las oficinas, donde ahora el turista es sorprendido con talleres, actividades y experimentos relacionados con el manganeso. Las minas de Puras son muy singulares; al contrario que la mayoría de las que de este metal existen, no son a cielo abierto, sino subterráneas, lo que sin duda añadió una mayor
dificultad a la extracción del mineral. Ninguna de las tres minas abiertas al turismo ha registrado reforma alguna más allá de la iluminación y el mínimo acondicionamiento para hacerlas visitables, lo que le añade el valor de la autenticidad: están absolutamente igual que cuando la actividad cesó para siempre. Las huellas de los barrenos son visibles en la roca, igual que la magnífica veta de manganeso: en algunos tramos es ancha, y los expertos aseguran que las minas hubieran seguido siendo rentables, tal es la cantidad -y calidad- del mineral.

Las minas comenzaron a explotarse en 1799. Pocos años después, su manganeso ya era considerado uno de los más puros del continente. Hacia la mitad del siglo XIX, una empresa belga se mostró interesada en explotar una de las minas más productivas. En esa época, el complejo minero de Puras vivió una época dorada, llevándose a cabo varias aperturas nuevas. Según la documentación que maneja el consistorio beliforano, en 1844 el entramado minero burgalés era el más productivo de cuantos había en la península, alcanzando los datos de producción conjunta de las minas de Aragón y de Cataluña: 500 quintales.
El Boletín Geológico Minero del año 1845 fue más allá al asegurar que con la minas de Puras al frente, España podría satisfacer sus necesidades industriales si las explotaciones del país se gestionara correctamente. Al parecer, en aquellos años muchos fabricantes importaban el mineral pagándolo a precio de oro porque no existía una relación fluida entre las empresas mineras y las industrias que empleaban el manganeso para fabricar sus productos.

A lo largo de su historia, las minas de Puras vivieron altibajos. Es más que probable que durante algunos años dejaran de explotarse porque no hay referencia alguna de ellas, apareciendo años después nuevamente. Es lo que sucede en la década de los 60 del siglo XIX. Durante los primero años, nada se sabe del complejo minero. Sin embargo, a finales, en 1868, se destapa otra vez como la más productiva del país con 4.500 quintales. Hacia 1868 España exportaba grandes cantidades de manganeso, siendo la tercera nación en procurar este mineral a Inglaterra, que lo empleaba para producir ferromanganeso, aleación utilizada para producr acero y hierro fundido.

A finales del XIX, la Casa Pincher, que poseía casi el monopolio en Europa en la producción de acero intenta hacerse con la mayor parte de las minas de manganeso para garantizar su producción. Sin embargo, en 1895, y a pesar de la demanda de este mineral, su precio no hace más que descender, lo que lleva a las empresas mineras, en muchos casos, a detener la producción y echar el cierre, aunque en muchos casos siguieron extrayendo el mineral por si los precios se recuperaban.
Curiosamente, en 1895 se abrió en Puras una nueva mina; cuatro años después, dos más, coincidiendo con una recuperación de los precios. En el arranque del siglo XX el sector se recupera totalmente. El incremento en la demanda de manganeso para acero es altísimo, a la vez que se abren fábricas de ferromanganeso en medio mundo. El complejo de Puras sigue con la apertura de nuevas bocaminas. En esa época, y continuando con la exportación a Inglaterra, que dice el alcalde de Belorado, Luis Jorge del Barco, que el Titanic se construyó con manganeso de Puras. Claro está que su calidad nada tuvo que ver con el famoso hundimiento...

Durante la I Guerra Mundial (1914-1018), la actividad no cesó: en tiempo de contiendas bélicas el manganeso era un mineral esencial para construir armamento. Esta máxima se cumplió como nunca durante la II Guerra Mundial: en ese periodo se abrieron hasta cinco minas en busca de la meta de manganeso en el complejo de Puras. Desde el final de la contienda y hasta 1965, en que cesó toda actividad, siguió extrayéndose el preciado mineral que fue principalmente empleado en los Altos Hornos vizcaínos y para la fabricación de pilas y baterías. Hoy, 45 años después, existen 16 minas localizadas que ocupan una extensión de 1.160 hectáreas, pero se sabe que hubo hasta 32 demarcaciones mineras en toda la zona. Nombres como La Segura, Purita, El comienzo, La deseada, Cándida, Luisito, La verdad, 2ª Felicidad, Josefina, Matilde, Sevilla, Santa Bárbara o Victoria, todas ellas minas de Puras de Villafranca, ya sólo son sonoros y hermosos ecos de la historia.  

Fuente: www.diariodeburgos.es