Ramón de Bonifaz y Camargo es -a todas vistas- natural de la Cabeza de Castilla, así esta inscrito en el "Libro Armorial de la Cofradía de la Parroquia de Santiago de la Fuente de Burgos" con todo su linaje, genealogía y parentela; tanto de los Bonifaz como de los Camargo.
Nació en el año de Gracia de 1196, la Crónica General de Alfonso X dice de él que era “Omne de Burgos” y “Sabidor de las cosas de la mar”.
Fue presentado a Fernando III el Santo cuando en 1245 estuvo en Burgos. Enterado el rey de sus grandes conocimientos marineros adquiridos en el mar Cantábrico, le encargó, a principios de 1247, del apresto en los puertos de Vizcaya y Guipúzcoa de una flota que había de operar en coordinación con su ejército en la reconquista de Sevilla.
Bonifaz entregó las reales cartas a los consejeros de las provincias del norte y ellas tuvieron de estimular la emulación entre navieros y navegantes. Una vez constituida su armada se puso rumbo al sur, reforzándola a su paso por Galicia con buques y tripulantes. Llegó a reunir una flota de trece naves de vela o “naues”, además de cinco galeras o “galea”, con muchos remos que se habían construido ex profeso a expensas de la Corona, en los astilleros de Santander a lo largo del año de 1247.
Se presentó Bonifaz con su armada en la desembocadura del Guadalquivir a principios de agosto de 1247, después de una navegación con temporales fuertes que acreditaron su pericia marinera y derrotó a las flotas de saetías y zabras moras que mandaba Abu Kabl, que trataron de impedirle el paso, así como las que conducía a Sevilla refuerzos desde África.
Remontó el río en cooperación con la caballería cristiana, apoyado desde la margen izquierda por el rey, a la sazón el Alcalá del Río, envió a tomar contacto con la flota en evitación del apoyo que de otro modo se hubiese dado a las naves musulmanas desde dicha ribera, hostigando a los cristianos.
Dominado el curso del Guadalquivir, en su parte cercana a Sevilla por el sur, ello permitió el paso de las fuerzas a la margen derecha y por tanto el ataque al importante arrabal fortificado de Triana y el destacar el necesario guarda flanco para evitar que acudiesen los socorros enviados por el Moro de Niebla.
La acción decisiva de la flota fue la rotura del puente-barrera que unía a Sevilla con Triana, que era el principal obstáculo que se presentaba a los buques cristianos para pasar “más río arriba”.
La crónica expresa la dificultad que representaba el puente-barrera, que era de barcas amarradas con gruesas cadenas, al esfuerzo del rey Fernando, cuyas tropas no bastaban para completar el cerco del sistema defensivo de Sevilla-Triana, no obstante los esfuerzos que enviaba el rey de Aragón Jaime I, a pesar de estar empeñado en su guerra del sur de Valencia, frontera con Murcia, reino musulmán también. Dice la crónica: “ Con todo estado lo hecho (la ayuda de Jaime) se tenía por poco estar en pie la puente que había sobre barcos, entre la ciudad y el arrabal de Triana”.
Se proyectó la operación de rompimiento del puente-barrera, para ser efectuada un día de viento y marea favorable y éste fue el tres de mayo de 1248, en que se conmemoraba la Invención de la Cruz en la flota y en el real de los cristianos. Bonifaz preparó sus dos naves más gruesas, probablemente dos carracas de carga, reforzando sus proas con gruesas tablas sujetas con pernos.
Empezó la acción al subir la marea y con el viento a favor, pues ya previamente se habían reforzado los palos, para que aguantasen la embestida. Las naves se lanzaron a toda vela contra el puente, que retembló al choque de la primera y se rompió al de la segunda, que era precisamente en la que iba Bonifaz. Se dio un asalto general a Sevilla y a Triana que fue rechazado, pero la resistencia de los moros estaba herida de muerte, al no poder recibir más refuerzos. Las fuerzas cristianas pudieron perfeccionar el cerco y anular la navegación de las naves moras, llegándose así a la rendición de la ciudad de Sevilla.
Dice la crónica que en la rotura del puente “consistió toda la victoria, porque los moros desde aquella hora conocieron ser vencidos”. El rey musulmán Axataf, al verse cercado y sin esperanzas de socorro, se rindió el 23 de noviembre de 1248.
Era palpable, después de esta experiencia, la necesidad de una fuerza naval propia de la Corona, y así el rey Fernando encargó a Bonifaz la construcción de unas atarazanas o astilleros donde se construyeran los vasos necesarios. Las estableció a orillas del Guadalquivir, en Sevilla, en el Arenal, y su alcaide fue Fernán Martínez Badana. Bonifaz consiguió con las fuerzas a su mando limpiar el río de obstáculos de tal modo que poco después las naves mercantes genovesas, pisanas, florentinas y aragonesas, pudieron entrar en el puerto de Sevilla.
Esta escuadra de Bonifaz, es la primera de todas las de la península ibérica, que se regía por ordenanzas realmente militares, ya que los códigos anteriores, como las “Ordinationes Ripariae”, estaban dirigidas a las naves mercantes.
En el año de 1250, el rey Fernando III, como recompensa a toda su labor, preocupación, saber y éxito, que de sus servicios se obtuvieron, vino en nombrarle Almirante de Castilla. El código de las “Siete partidas” publicado en tiempos del rey Alfonso X el “Sabio”, hijo de Fernando III, no hizo más que recoger todo lo anteriormente legislado en tiempos de su padre, en cuanto a lo que la mar se refiere, ya empezando a ponerse en práctica bajo su mandato.
Bonifaz, viéndose abatido físicamente y casi agotado por sus grandes esfuerzos en la tarea de organizar la primera marina de guerra, solicitó del rey ser retirado a su tierra burgalesa, donde fundó el monasterio de San Francisco. Falleció en la ciudad de Burgos en el año de 1256. Según otras fuentes fue en el año 1252. Durante la invasión francesa de 1808 fue destruido este lugar a cañonazos y una revolución posterior terminó de arrasar el sepulcro de Bonifaz. Ostentaba la siguiente inscripción: “Aquí yace el muy noble y esforzado caballero don Ramón Bonifaz, primer almirante de Castilla que ganó a Sevilla. Murió el año MCCLVI”.
La reina Isabel la Católica al visitar el monasterio, celosa del prestigio real, ordenó completar la frase añadiendo ”que fue en ganar a Sevilla con el rey Don Fernando”.
Fuente: Historia Naval de España.
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