A orillas del Arlanza, en la vertiente meridional de la Sierra de Neila, está emplazada la villa
de Quintanar de la Sierra, una de las poblaciones más representativas de la Tierra Pinariega. El
paisaje circundante está dominado por los majestuosos bosques de pino albar o pino silvestre, de gran importancia económica en la zona. El porte esbelto, erguido y el tronco limpio de ramas de estos árboles, permiten su rápida identificación. Su madera de gran calidad, debido a su lento crecimiento, es muy apreciada para la fabricación de muebles.
de Quintanar de la Sierra, una de las poblaciones más representativas de la Tierra Pinariega. El
paisaje circundante está dominado por los majestuosos bosques de pino albar o pino silvestre, de gran importancia económica en la zona. El porte esbelto, erguido y el tronco limpio de ramas de estos árboles, permiten su rápida identificación. Su madera de gran calidad, debido a su lento crecimiento, es muy apreciada para la fabricación de muebles.
Con todo, el bosque natural que crece en este territorio es un bosque mucho rico en especies, pues junto a los pinos crecen robles y hayas con un complejo sotobosque. La mayor significación del pino no se debe tanto a razones naturales sino a la intervención humana que secularmente ha favorecido el desarrollo de esta especie en detrimento de las demás. En la actualidad, las nuevas prácticas forestales, que apuestan por la complejidad y riqueza del bosque mixto, permiten observar la recuperación de robles y hayas entre los pinos.
Al igual que sucede en otros pueblos pinariegos, tanto de Burgos como de la vecina Soria, la
historia de Quintanar se escribe en torno a esos bosques y a los distintos aprovechamientos
tradicionales que los serranos han desempeñado en torno a ellos. Hay que destacar que en la
actualidad los vecinos siguen siendo propietarios del pinar y beneficiarios de él, por lo que son los
mejores guardianes de tan importante patrimonio forestal.
La tradicional riqueza maderera y de pastos de este territorio explican la vocación silvícola y
ganadera de sus habitantes, así como, el interés del obispo burgalés y los grandes centros
monásticos de incluirlo en su dominio. Así ocurrió en el año 1213 cuando el lugar pasó a formar parte del monasterio de San Pedro de Arlanza.
Según los historiadores antiguos, fueron los celtíberos y concretamente la tribu de los pelendones, los primeros pobladores de Quintanar y de la zona serrana. Unidos a los arévacos, titos y belos, defendieron Numancia contra los ataques de Roma.
No existen restos romanos aunque se dice que la llamada "Senda Soriana", que pasa cerca del pueblo, y que va desde Soria por la sierra a La Rioja, era una vía secundaria romana.
Ya estaba poblada la zona del término de Quintanar, como lo indican las diferentes necrópolis: Iglesia, Cuyacabras, Revenga, La Cerca, etc. Son también muchos los poblados desaparecidos de épocas antiguas a los que hace referencia el Cartulario de Arlanza. Además, en las necrópolis existen restos de culturas anteriores a la medieval; muestras de culturas superpuestas sin ninguna duda, desde el Neolítico.
La explotación de la madera, la cría de ovejas y bueyes y la carretería, fueron las tres
ocupaciones principales de los vecinos de este lugar. La falta de terrazgo y el riguroso clima,
redujeron la agricultura a algunos huertos en la vega del Arlanza. La ocupación más destacada, la
carretería, era el transporte a larga distancia de todo tipo de cargas mediante sólidas carretas tiradas por bueyes, criados, a su vez, en los frescos pastos de los alrededores. Esta actividad se enmarcaba dentro de la Junta y Hermandad de Carreteros de Burgos-Soria, que actuaba bajo la protección y los privilegios de la Cabaña Real de Carreteros creada por los Reyes Católicos en 1497 y desaparecida a finales del siglo XIX. Quintanar llegó a tener más de 350 carretas y más de 1.050 bueyes y vacas.
ocupaciones principales de los vecinos de este lugar. La falta de terrazgo y el riguroso clima,
redujeron la agricultura a algunos huertos en la vega del Arlanza. La ocupación más destacada, la
carretería, era el transporte a larga distancia de todo tipo de cargas mediante sólidas carretas tiradas por bueyes, criados, a su vez, en los frescos pastos de los alrededores. Esta actividad se enmarcaba dentro de la Junta y Hermandad de Carreteros de Burgos-Soria, que actuaba bajo la protección y los privilegios de la Cabaña Real de Carreteros creada por los Reyes Católicos en 1497 y desaparecida a finales del siglo XIX. Quintanar llegó a tener más de 350 carretas y más de 1.050 bueyes y vacas.
Asimismo, la tradicional extracción de resina, de los viejos tocones de los árboles, para la fabricación de pez en los hornos que a tal efecto abundaban en el monte, explica que a finales del siglo XVIII y principios del XIX la localidad contara con una fábrica de brea de excelente calidad, empleada para calafatear los barcos del Cantábrico. El aprovechamiento comunal del bosque siguió siendo básico durante el siglo XX, aunque a partir de la década de los 60 se produjo un descenso de su importancia, que llevó a muchos habitantes a la emigración.
Quintanar de la Sierra es un pueblo alargado, pegado a la ladera, con una longitud que
supera los dos kilómetros. Las viviendas son sólidas y están construidas en piedra arenisca de color rojizo. Pero en su mayor parte, es un pueblo muy reformado. Las casas más antiguas datan del siglo XIX y éstas conviven con otras de estilo y materiales actuales, no faltando los bloques de pisos. La vivienda serrana más típica era la casa carretera, realizada esencialmente en piedra y madera y con escasas ventanas a causa del frío. Un gran arco en la fachada para la entrada de las carretas, solía ser su mejor distintivo. Pero, actualmente los ejemplos de esta tipología de casas son muy escasos.
Su iglesia, dedicada a San Cristóbal, es un notable edificio barroco de tres naves levantado
en el primer tercio del siglo XVII. En su interior conserva una pila bautismal románica. Se alza sobre tumbas altomedievales. Hay que destacar también la ermita de Nuestra Señora de la Guía, levantada entre los siglos XV y XVIII en pleno Prado Mayor.
Sin embargo, el patrimonio más interesante de Quintanar de la Sierra, además de su
privilegiado entorno natural, es el conjunto de necrópolis y eremitorios altomedievales que se
conservan en sus proximidades. A tres kilómetros del pueblo, en pleno pinar, se hallan la necrópolis de Cuyacabras, y muy cerca de la misma, se puede visitar el eremitorio de Cueva Andrés.
No muy lejos de Cuyacabras se encuentra la llamada “Peña el Vaso”, en la que se puede
contemplar cómo la erosión combinada del agua, el hielo y el viento ha ido dando a las piedras
originales formas, convirtiendo a este lugar en un mágico enclave natural.
Fuente: turismoburgos.org
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