Desde la prudencia obligada al hablar de fenómenos «en los que la
naturaleza sigue teniendo vida propia», los miembros del grupo Edelweis
explican que tras varias intervenciones a lo largo del verano de
exploración en el subsuelo de Ojo Guareña, la continuación de éstos se
posponen hasta el próximo año, tras la llegada del otoño y las lluvias
que trae aparejadas.
Intervenciones estivales que se suman a las que llevan realizando estos últimos años, tras producirse algunos corrimientos en la campa del conocido paraje burgalés, que llevaron a la Junta y al Ayuntamiento de Merindad de Sotoscueva que gestiona el enclave, a pedir estudios a los profesionales del reconocido equipo de espeleología burgalés, y su opinión sobre el estado del subsuelo sobre el que éste se encuentra.
«Labores que nos han permitido constatar dos cosas: la primera de ellas, que el talud donde se encuentra la ermita de San Bernabé se mantiene firme sin que por lo visto se hayan producido nuevos corrimientos; y la segunda, que el subsuelo es otra cosa, y sigue mostrándonos nuevos espacios que, si pudiéramos y tuviéramos medios para ello, nos gustaría seguir recorriendo, pues sería muy interesante y útil», confesaba el presidente del grupo espeleológico burgalés, Miguel Ángel Martín.
Una nueva nueva
Explica que a lo largo de este verano se ha seguido explorando el nivel inferior, con el fin de ver cómo estaban los sedimentos que se habían ido acumulando estos últimos años, «y vimos que ya no estaban ahí, lo que hace pensar que las últimas riadas se los han llevado», comenta. «Lo que a su vez descubrió una nueva cueva que si bien nos puso los dientes un poco largos, luego resultó tener apenas 100 metros, y no contar con nada más», comentó el responsable.
Transformaciones «en las que basta con que la cabecera del río Guareña que pasa junto al lugar, lleve mucha agua, y ésta al no pasar por el sumidero que hay en el subsuelo, se va por otro lado llevándose material consigo, y no sabemos dónde». De ahí que estudien la posibilidad de continuar profundizando en estos cambios, «que nosotros solos no podemos hacer, por lo que nos gustaría contar con ayuda, y sobre todo con fondos económicos para poder llevar a cabo estudios geofísicos de la zona».
Y es que los sifones tan estrechos que hay «son para nosotros el punto final, al no poder pasar, por lo que saber a dónde, y cómo, el agua llega a otras partes del subsuelo del complejo nos permitiría también saber qué puede haber más allá, pues estos cambios se están produciendo apenas 100 antes de esos sifones que no podemos atravesar». Reitera que «son procesos naturales que de igual forma, pueden no cambiar en años como por el contrario hacer que algunos espacios que ya teníamos catalogados hace 15 años, tengamos pensado revisarlos, al haber aparecido nuevos en otros lugares».
Comienzan la campaña de trabajos en la cueva Covaneria
La estrecha vinculación de los investigadores con Ojo Guareña se sustenta sin embargo, en muchas otras actuaciones, como es también la campaña de excavación que el equipo encabezado por la arqueóloga Ana Isabel Ortega comenzó ayer en uno de los espacios de este conocido conjunto kárstico, como es la cueva de Covaneria, en Cornejo.
Trabajos de excavación, estudio y analíticas encargadas a la Fundación Atapuerca por la Junta, Ortega seguirá así con las actuaciones que este verano ya se han llevado a cabo en otros dos puntos de la provincia: en Cueva de la Fuente (en Cueva de Juarros, Ibeas de Juarros) y en Cueva de La Quebrantada (Montorio). «En los tres casos, cavidades sepulcrales cuyos yacimientos han sido parcialmente destruidos bien por furtivos o por actuaciones totalmente irrespetuosas con dichos yacimientos», detallan los responsables.
Trabajos todos ellos dirigidos por Ortega al haber estado ya presente en las tres actuaciones previas en las que se recuperaron parte de los restos arqueológicos -entre los que había abundantes restos humanos-, descontextualizados por diferentes personas.
Covaneria es una cavidad del complejo kárstico de Ojo Guareña, que en tiempos remotos fue una de sus primitivas resurgencias.
No obstante detallan que el encajamiento de los niveles freáticos y la colmatación por arcillas de decantación de su conducto principal la dejaron inactiva, «así como actualmente aislada de la red principal de cavidades, aunque su conexión es muy evidente en las proximidades de la Sima de los Huesos, uno de las principales accesos a Ojo Guareña y cuya boca se abre a escasa distancia», detallan.
Asimismo añaden que la entrada actual a Covaneria es una bella dolina en la que destacan los arcos naturales que marcan el camino de acceso hacia el interior de la cavidad. Bóveda «en la que se abren varias simas por las que entra la luz natural, y permiten la iluminación de sus primeros 100 metros de recorrido», explican sobre el lugar, el cual- recuerdan-, fue descubierto en los años 80 por miembros de Edelweiss y los restos que afloraban entregados al Museo de Burgos.
Desde el equipo detallan que la intención de esta nueva intervención es así «conocer la estratigrafía del yacimiento con el fin de dar precisión a la cronología dentro de la Prehistoria reciente, del mismo, así como finalizar los estudios antropológicos y arqueológicos de sus restos». Labores a las que se sumará poseriormente el escaneado en 3D de la cavidad por especialistas del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh).
De igual manera que en los comienzos de los trabajos décadas atrás, los nuevos restos que aparezcan se entregarán al Museo de Burgos, mientras que el informe con los resultados de la excavación, analíticas y dataciones se remitirá a la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta.
Intervenciones estivales que se suman a las que llevan realizando estos últimos años, tras producirse algunos corrimientos en la campa del conocido paraje burgalés, que llevaron a la Junta y al Ayuntamiento de Merindad de Sotoscueva que gestiona el enclave, a pedir estudios a los profesionales del reconocido equipo de espeleología burgalés, y su opinión sobre el estado del subsuelo sobre el que éste se encuentra.
«Labores que nos han permitido constatar dos cosas: la primera de ellas, que el talud donde se encuentra la ermita de San Bernabé se mantiene firme sin que por lo visto se hayan producido nuevos corrimientos; y la segunda, que el subsuelo es otra cosa, y sigue mostrándonos nuevos espacios que, si pudiéramos y tuviéramos medios para ello, nos gustaría seguir recorriendo, pues sería muy interesante y útil», confesaba el presidente del grupo espeleológico burgalés, Miguel Ángel Martín.
Una nueva nueva
Explica que a lo largo de este verano se ha seguido explorando el nivel inferior, con el fin de ver cómo estaban los sedimentos que se habían ido acumulando estos últimos años, «y vimos que ya no estaban ahí, lo que hace pensar que las últimas riadas se los han llevado», comenta. «Lo que a su vez descubrió una nueva cueva que si bien nos puso los dientes un poco largos, luego resultó tener apenas 100 metros, y no contar con nada más», comentó el responsable.
Transformaciones «en las que basta con que la cabecera del río Guareña que pasa junto al lugar, lleve mucha agua, y ésta al no pasar por el sumidero que hay en el subsuelo, se va por otro lado llevándose material consigo, y no sabemos dónde». De ahí que estudien la posibilidad de continuar profundizando en estos cambios, «que nosotros solos no podemos hacer, por lo que nos gustaría contar con ayuda, y sobre todo con fondos económicos para poder llevar a cabo estudios geofísicos de la zona».
Y es que los sifones tan estrechos que hay «son para nosotros el punto final, al no poder pasar, por lo que saber a dónde, y cómo, el agua llega a otras partes del subsuelo del complejo nos permitiría también saber qué puede haber más allá, pues estos cambios se están produciendo apenas 100 antes de esos sifones que no podemos atravesar». Reitera que «son procesos naturales que de igual forma, pueden no cambiar en años como por el contrario hacer que algunos espacios que ya teníamos catalogados hace 15 años, tengamos pensado revisarlos, al haber aparecido nuevos en otros lugares».
Comienzan la campaña de trabajos en la cueva Covaneria
La estrecha vinculación de los investigadores con Ojo Guareña se sustenta sin embargo, en muchas otras actuaciones, como es también la campaña de excavación que el equipo encabezado por la arqueóloga Ana Isabel Ortega comenzó ayer en uno de los espacios de este conocido conjunto kárstico, como es la cueva de Covaneria, en Cornejo.
Trabajos de excavación, estudio y analíticas encargadas a la Fundación Atapuerca por la Junta, Ortega seguirá así con las actuaciones que este verano ya se han llevado a cabo en otros dos puntos de la provincia: en Cueva de la Fuente (en Cueva de Juarros, Ibeas de Juarros) y en Cueva de La Quebrantada (Montorio). «En los tres casos, cavidades sepulcrales cuyos yacimientos han sido parcialmente destruidos bien por furtivos o por actuaciones totalmente irrespetuosas con dichos yacimientos», detallan los responsables.
Trabajos todos ellos dirigidos por Ortega al haber estado ya presente en las tres actuaciones previas en las que se recuperaron parte de los restos arqueológicos -entre los que había abundantes restos humanos-, descontextualizados por diferentes personas.
Covaneria es una cavidad del complejo kárstico de Ojo Guareña, que en tiempos remotos fue una de sus primitivas resurgencias.
No obstante detallan que el encajamiento de los niveles freáticos y la colmatación por arcillas de decantación de su conducto principal la dejaron inactiva, «así como actualmente aislada de la red principal de cavidades, aunque su conexión es muy evidente en las proximidades de la Sima de los Huesos, uno de las principales accesos a Ojo Guareña y cuya boca se abre a escasa distancia», detallan.
Asimismo añaden que la entrada actual a Covaneria es una bella dolina en la que destacan los arcos naturales que marcan el camino de acceso hacia el interior de la cavidad. Bóveda «en la que se abren varias simas por las que entra la luz natural, y permiten la iluminación de sus primeros 100 metros de recorrido», explican sobre el lugar, el cual- recuerdan-, fue descubierto en los años 80 por miembros de Edelweiss y los restos que afloraban entregados al Museo de Burgos.
Desde el equipo detallan que la intención de esta nueva intervención es así «conocer la estratigrafía del yacimiento con el fin de dar precisión a la cronología dentro de la Prehistoria reciente, del mismo, así como finalizar los estudios antropológicos y arqueológicos de sus restos». Labores a las que se sumará poseriormente el escaneado en 3D de la cavidad por especialistas del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh).
De igual manera que en los comienzos de los trabajos décadas atrás, los nuevos restos que aparezcan se entregarán al Museo de Burgos, mientras que el informe con los resultados de la excavación, analíticas y dataciones se remitirá a la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta.
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