El
equipo de investigación de Clunia han entrado ya en la recta final de su
campaña estival de trabajo, que este año tuvo unas labores previas de
excavación entre noviembre de 2014 y enero de 2015 para recopilar la
información con la que han estado trabajando estas semanas.
La protagonista de esta campaña ha sido la Cueva Román, que era la base
del abastecimiento hidráulico de la ciudad, a la que se ha vuelto a
acceder gracias a un equipo de expertos de la Universidad de Zaragoza.
Estas incursiones siguen aportando sorpresas para los investigadores.
«Somos conscientes de que tenemos que entrar el menor número de veces,
las estrictamente necesarias para documentarlo porque cada incursión lo
agrede. La garantía de su conservación es una documentación que cierre
por completo su conocimiento y deje su vida normal, porque sabemos que
es tendente a la desaparición porque es un karst que se está conformando
y se están desprendiendo las partes del techo que conforman la bóveda
estable», explica Miguel Ángel de la Iglesia, uno de los codirectores
del yacimiento.
Durante una de las últimas incursiones se llegaron a descubrir nuevas
pruebas del tránsito de los pobladores romanos de Clunia por esta
galería de túneles y lagunas subterráneas. «El jefe del equipo de
Zaragoza, José Luis Villarroel, la última vez que entró dio con cuatro
inscripciones nuevas y salió temblando, corriendo para sacar a su gente
para volver a entrar de otra manera, porque es emocionante encontrarte
ahí un grafito», confiesa Francesc Tuset, la otra parte del tándem de
codirectores. Y es que las condiciones de humedad de la cueva mantienen
las marcas humanas como si se acabaran de realizar.
El significado de las nuevas inscripciones localizadas está aún por
desentrañar, pero se estima que serán del estilo de las encontradas en
incursiones anteriores. Más allá de significados profundos, esas marcas
realizadas con un punzón o con los propios dedos sobre el barro de la
cueva no son más que una especie de libro de visitas. «Es un ‘aquí
estuvo No Se Quien’ y cosas de esas», aclara Tuset, para explicar De la
Iglesia a renglón seguido que «han dejado constancia gráfica como
hacíamos nosotros cuando entrábamos en una cueva o lo hicieron Miguel
Ángel o Rafael cuando entraron en la Domus Aurea, es una costumbre muy
humana la de dejar constancia de haber estado en un sitio donde
difícilmente alguien puede estar».
El objetivo de esas incursiones a la reserva de agua situada justo bajo
la ciudad, con la que se comunicaba a través de una serie de pozos, era
realizar labores de revisión y, curiosamente, dada la importancia para
Clunia de esta fuente de agua, eran los propios magistrados de la
colonia los que acudían a estar revisiones. «Bajan a revisar los
acuíferos y son los magistrados, porque hay una inscripción que dice
‘hemos estado aquí los cuatro virus’», confirma De la Iglesia.
En cuanto a las esculturas de barro encontradas, entre las que hay
bustos y símbolos fálicos, los investigadores descartan que la cueva
fuese un lugar de culto a los dioses romanos. Más bien, estas figuras
modeladas con el barro de la propia cueva son una herramienta para
calmar los miedos de los que allí bajaron. «Son elementos dedicatorios
que tienen que ver con sus creencias religiosas, creen que haciendo ese
elemento dedicatorio calman sus cuestiones de fortuna o suerte, o para
invocar la protección de algún dios», reconoce Miguel Ángel de la
Iglesia, completada su argumentación por Tuset, que sentencia que
«entendemos que en este caso estarían dedicados al dios Príapo, que una
de sus variantes es la fecundidad en su sentido más amplio, y esta es la
fuente de vida de la ciudad».
De lo que no tienen la menor duda los dos directores de los trabajos de
investigación en Clunia es que esta cueva y su contenido hace que sea
un hallazgo único en España, porque acuíferos similares se han
localizado en otros yacimientos romanos, pero ninguno con este nivel de
conservación y mucho menos con los detalles esculpidos y grabados en sus
paredes, que dejan clara constancia de la presencia humana en este
subsuelo.
La propia forma de la cueva y sus accesos hacen que los directores del
yacimiento descarten hacer una reproducción, «porque habría que estar en
buena forma para transitar por ella» apunta Tuset, decantándose más por
la posibilidad que ofrecen las nuevas tecnologías, como recreaciones en
3D o realidad virtual, que se podría completar con maquetas para que el
visitante se hiciese una idea del espacio y su importancia.
Fuente: http://www.diariodeburgos.es/noticia/ZCDA9461D-F41C-EC4F-22280FB9280EB776/20150805/estudio/cueva/roman/desvela/nuevas/inscripciones
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