domingo, 17 de noviembre de 2013

-Nuevas investigaciones en Clunia. Desde el cielo y el subsuelo.


Cada temporada estival, el equipo de investigación y excavaciones del yacimiento de la colonia romana Clunia Sulpicia, en Peñalba de Castro, dirigido por los profesores Francesc Tuset y Miguel Ángel de la Iglesia, obtiene nuevos indicios y detalles que van demostrando la importancia de este enclave romano en el conjunto de la península ibérica. A pesar de que este año no se han realizado excavaciones, los investigadores han aprovechado el tiempo para completar algunos trabajos, labores menos ligadas a la imagen de los expertos excavando y limpiando piezas con sus pinceles pero que también son vitales para una investigación científica.
La Cueva Román se encuentra, en su mayor parte, repleta de lagos subterráneos Clunia.es Además de terminar el inventario de las piezas que tenían recogidas en los almacenes, han avanzado en algunos aspectos que contribuirán a la publicación definitiva de una monografía sobre el teatro que será una herramienta fundamental para futuras tesis doctorales.
De manera paralela, los arqueólogos han querido mirar el yacimiento desde otra perspectiva, y con ayuda de la Universidad de Zaragoza y sus equipo de geolocalización y vuelo teledirigio, se han empleado a fondo en completar la cartografía del cerro sobre el que se construyó la ciudad romana y sus alrededores. Con el material generado en una serie de vuelos con drones, van a poder concretar aspectos que ya es intuían pero que, si no era a vista de pájaro, era imposible constatar a no ser que se emprendiesen nuevas excavaciones. «Un aeroplano teledirigido ha barrido un mosaico absoluto de fotos y nos está dando unos resultados muy interesantes en cuanto a la precisión de topografía del cerro y de aquellas partes que son objeto de estudio que aún no se han excavado, como los bordes, las casas de Cuevas Ciegas o la zona de Cueva Román», explica Miguel Ángel de la Iglesia, uno de los directores del yacimiento.
 
Con estos mecanismos, los arqueólogos han logrado constatar que aún existen nuevas zonas donde podría haber restos de la colonia romana. «Hemos hecho vuelos de mucha precisión en el entorno de Cuevas Ciegas, que son unas casas que se excavaron a principios del siglo pasado, y da la impresión que no sólo es la parte excavada sino que sería un conjunto más complejo. Y por el lado que mira al norte, lo que en principio parecía una forma blanda del cerro fruto de la erosión, da la impresión de que responde a líneas que tiene debajo muros o murallas, no sabemos bien lo que es todavía pero responde a una geometría que no es propia de la erosión sino de la construcción que se ha planteado en el borde», comenta De la Iglesia.
 
Estos trabajos de cartografía específica también se están utilizando para despejar un misterio que todavía guarda Clunia. Es sabido que la Cueva Román estaba conectada a través de una serie de pozos con la ciudad, para servir de abastecimiento hídrico a las casas y construcciones, pero el sistema concreto se desconoce hasta hoy. Con estas labores, los investigadores ya empiezan a tener más claro cómo era esa red de captación de las aguas subterráneas. «Con unos mecanismos novedosos de radiofrecuencia hemos buscado la relación de los pozos de la zona de la cueva subterránea con la parte superior, de manera que podamos tener ahora con mucha precisión la localización de los posibles accesos a la zona de galería y la localización de unos elementos que nos permita fijar dos topografías que ahora mismo no están unidas», asegura Miguel Ángel de la Iglesia. 
Pero la Cueva Román es mucho más que la reserva de agua de los colonos de Clunia. Desde que se descubrió, y gracias a la labor de exploración tanto de los investigadores del yacimiento como del Grupo Espeleológico Ribereño, se ha documentado la existencia de un santuario priápico, que conserva en su interior inscripciones repartidas en distintos puntos del conjunto cárstico que revelan que la cueva la frecuentaban personajes con una clara posición social dentro de la ciudad, así como máscaras y algunas representaciones fálicas, todo realizado con el barro húmedo de la propia cueva y que se mantiene así desde su creación, hace 2.000 años.
La dificultad del recorrido de la cueva y lo delicado de su contenido desaconseja el realizar visitas al complejo cárstico. «No hay espacio para circular con comodidad y el barro fresco es muy frágil, cualquier corriente de aire invertida lo podría secar y destruir, no podemos alterar esas condiciones», comenta De la Iglesia, que no descarta que se plantee realizar una recreación de las partes más interesantes para que la gente pueda conocer la riqueza que esconde.
 
Fuente: http://www.diariodeburgos.es/noticia/ZDE593DBA-073D-B217-C9AF1457D3AFFDA7/20131117/cielo/subsuelo

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