domingo, 26 de abril de 2015

-Los tesoros sagrados de Las Huelgas.


El artesonado del techo de la sala ya resulta sobrecogedor por su belleza. Con un ornamenteo luminoso y rico, cobija joyas nunca antes expuestas. Es la Sala de Labor, estancia mágica del monasterio de Las Huelgas, reconvertida estos días en la sala de los tesoros; de los tesoros sagrados porque las piezas que en ella se enseñan son reliquias, elementos relacionados con la espiritualidad más que con el arte. La joya de la muestra es el llamado Díptico relicario de Santa Úrsula, nunca antes expuesto al público. Se hallaba en el altar del coro, en uno de los compartimentos, formando parte del mermado relicario del cenobio; pieza señera, importante, única y extraordinaria por nunca antes exhibida y por la ausencia de un estudio en profundidad. El díptico, de muy reducidas dimensiones, pero es una verdadera joya.La Arqueta de los Apóstoles, otra obra espectacular.
«Por lo que cuenta, por su significado y por los materiales con los que está confeccionado», explica la conservadora de Patrimonio Nacional María Jesús Herrero. Desde el punto de vista iconográfico es una pieza de enorme valor. Sus dos pequeñas viñetas, con tres figuras en cada una, cuentan la historia de la Edad Media «en el sentido de las reliquias, de la religiosidad». La primera imagen femenina es Santa Úrsula, con manto rojo, túnica blanca y una palma en la mano izquierda; en la derecha, un bastón. La figura está asentada sobre otra, que representa a Atila, bajo cuyo yugo ella sufrió martirio. Santa Úrsula está acompañada en esa primera escena por un santo dominico,San Pedro Mártir, conversor de herejes, con su hábito blanco y negro; es perceptible una herida ensangrentada en su cabeza, porque fue con un hachazo en la testa como sufrió martirio en Verona. Se alza esta figura sobre otra, en la que se lee la leyenda ‘hereje’. Cierra este primer recuadro Santa Catalina, que en las manos lleva una rueda de cuchillos, artefacto de tortura, y una espada como la que le causó la muerte; abajo, un rey que la martirizó.

La segunda viñeta está compuesta por Santo Domingo de Guzmán; la Virgen con el Niño (Las Huelgas está dedicado a ella); y una tercera figura femenina con las manos y los pies llagados: es Santa Elena, la madre de Constantino, la que descubrió la Cruz e introdujo el culto al madero en el que murió Cristo. «Incluso un pequeñísimo trozo de la Vera Cruz aparece en los viriles, habitáculos que rodean las escenas y en los que también se incrustan otras diminutas reliquias de hueso y textil -de Santa María Virgen, de San Juan Evangelista, de Santiago Apóstol-, perlas pequeñas o aljófares y piedrecitas de colores», apunta Herrero.
Todas las historias que se cuentan en este díptico están relacionadas con este monasterio y con el momento que se estaba viviendo cuando se construyó. «Es de finales del siglo XIII. Siempre se conservó aquí», señala la conservadora. «Es muy curioso porque en los espacios acristalados hay una lámina plateada, que le da ese aspecto lujoso, de resplandor, de brillo; esos espacios están cubiertos por una lámina tan fina que parece cristal o plástico. Es un material único: es una pasta de yeso traslúcida la que le da el aspecto nacarado.Por todas estas características es una pieza única».El Díptico de Santa Úrsula es la joya de esta exposición. Se trata de una pieza del siglo XIII que nunca antes se había expuesto al público.
No es la única obra especial. En la misma vitrina se exhiben otras dos joyas de incalculable valor. Una de ellas es la Arqueta de los Apóstoles, decorada con hueso aunque parezca marfil. Toda ella está labrada con distintas escenas en las que hay personajes como la citada Santa Elena, un cristo crucificado, su muerte y enterramiento, y apóstoles. «El sentido narrativo es similar al del díptico; se está contando una historia». Esta arqueta procede del monasterio de El Escorial, ya que fueron donaciones del rey Felipe II.
La otra pieza es conocida como Arqueta de Tomás Becket, realizada con esmaltes de Limoges. «Fue Leonor de Plantagenet la que introdujo el culto a este santo en Castilla. Hay muchas iglesias en Castilla -Salamanca, Toledo- consagradas al santo británico». La iconografía hace referencia a su muerte y a su entierro.Esta pieza también pertenece al monasterio de El Escorial de Madrid.


Asimismo, entre las piezas emblemáticas ligadas al monasterio se pueden contemplar documentos relevantes para el cenobio burgalés, como el Privilegio de donación  del monasterio a la orden del Císter, fechado en 1199 y uno de los más antiguos; el Privilegio Rodado de Sancho IV, de 1285; y el famoso Códice Musical de Las Huelgas, considerado el manuscrito gótico más importante de la historia musical medieval española y europea. «Es una joya que se conserven estas composiciones musicales, que han estado vigentes hasta hoy»
Además se presentan varios fragmentos textiles recientemente restaurados, dos de ellos procedentes del Ataúd de la Reina Leonor, fundadora del Monasterio junto a su esposo, el Rey Alfonso VIII de Castilla, con delicados textiles hispanoárabes, realizados en seda e hilos metálicos, y un fragmento del ataúd de Fernando de la Cerda, que presenta motivos coetáneos de la bóveda: círculos entrelazados, hojas, grifos y elefantes.
La Sala de Labor fue el antiguo Locutorio situado a lado de la Sala Capitular. Es un espacio rectangular cubierto por una bóveda de cañón decorada en su franja central con extraordinarias yeserías, y constituye uno de los ejemplos más representativos del arte almohade de Las Huelgas. La decoración está realizada a base de elaborados motivos geométricos, heráldicos y epigráficos, ejemplo excepcional de la asimilación de las artes andalusíes en Castilla. Las inscripciones que recorren el perímetro a nivel de cornisa datan este espacio en 1275.

Fuente: http://www.diariodeburgos.es/noticia/Z7B1DA3E3-EC4B-E3D3-17B5CBE1CB074F13/20150426/tesoros/sagrados/huelgas

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