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Poza de la Sal se encuentra entre esos pueblos de Burgos que son únicos en nuestra geografía. Desde la cascada más alta de España, a la cueva más profunda o la cavidad sumergida más larga, pasando por el monumento más grande o el bosque más bello. En el caso de Poza, el gran protagonismo se lo lleva la sal. Sus salinas y el espectacular diapiro, que es el mayor de Europa. Pero Poza no es conocida solamente por el espectacular domo salino, sino que también es cuna de Félix Rodríguez de la Fuente.
Es uno de esos pueblos que tienen todo para una escapada de fin de semana: historia, paisajes increíbles y un montón de cosas por descubrir. Sin embargo, sigue siendo un lugar bastante desconocido, algo sorprendente si se piensa que aquí nació Félix Rodríguez de la Fuente, el famoso naturalista que marcó a toda una generación. Quizá sea ese aire tranquilo y poco explotado lo que lo hace tan especial, ideal para perderse unos días y disfrutar de su encanto único.
Es, además, uno de los muchos pueblos de Burgos que destacan en Castilla y León y en España por ser únicos. En este caso por un capricho geológico de récord, uno de los muchos que abundan en esta provincia tan rica en paisajes, costumbres, gastronomía y monumentos, tanto naturales como históricos y artísticos.
Ubicado en la comarca de La Bureba, Poza de la Sal está a tan solo 43 kilómetros de Burgos capital, lo que lo convierte en una opción accesible para una excursión o una estancia de fin de semana. La localidad está rodeada por un entorno natural espectacular y marcado por su historia salinera, que le dio fama y prosperidad durante siglos.
Aunque la producción de sal ya no es el motor económico del pueblo, el legado de las salinas sigue presente en su paisaje y en la memoria de sus habitantes. Hoy, Poza de la Sal combina su tradición histórica con un enfoque turístico que invita a explorar no solo su casco antiguo y sus salinas, sino también la riqueza geológica de su diapiro y la belleza de las rutas naturales que lo rodean.
Poza de la Sal ha desarrollado una interesante oferta de senderismo que permite a los visitantes conocer mejor tanto el pueblo como su entorno. Estas rutas varían en longitud y dificultad, adaptándose a diferentes públicos, desde caminantes ocasionales hasta amantes de la bicicleta de montaña.
Entre las opciones más destacadas está la Ruta del Diapiro, un recorrido de unos seis kilómetros que es ideal para los amantes de la geología y los paisajes impresionantes. Esta ruta permite admirar de cerca el diapiro, un fenómeno geológico único en Europa que parece un cráter perfecto. Durante el camino, también se pueden disfrutar vistas del Castillo de Poza, el Altotero y el Castellar, además de las salinas.
Otra ruta muy recomendada es la que conecta Poza de la Sal con el cercano pueblo de Castil de Lences, un lugar que sorprende a sus visitantes por su tranquilidad y encanto. Este pequeño pueblo, que incluso ha recibido la visita de los Reyes de España, guarda joyas como el monasterio de las Clarisas, un lugar lleno de historia y serenidad.
Para los más aventureros, la ruta conocida como ‘Infierno Pozano’ ofrece una experiencia desafiante en bicicleta de montaña. Este recorrido de 45 kilómetros es un reto popular entre los aficionados a la BTT, que cada mes de julio acuden a competir en una carrera que pone a prueba tanto su resistencia como su habilidad técnica.
Si hay un momento mágico para visitar Poza de la Sal, es la primavera, cuando los almendros que rodean el pueblo florecen y tiñen el paisaje de blanco y rosa. La Ruta de los Almendros en Flor es una de las más populares entre los visitantes, con un recorrido de unos tres kilómetros que atraviesa las faldas del pueblo.
Además de disfrutar de este espectáculo natural,
los visitantes pueden optar por realizar la ruta acompañados por un
guía, que comparte datos interesantes sobre los almendros, su floración y
la relación de estos árboles con la cultura local.
“La Ruta de los Almendros es una forma de despertar la sensibilidad de los burgaleses y atraer ese turismo de naturaleza, familias. Por su sencillez y cercanía”, explica Padrones, gerente de la Oficina de Turismo de Poza de la Sal. Esta iniciativa ha ganado popularidad en los últimos cinco años, atrayendo a visitantes de toda España e incluso del extranjero, especialmente del País Vasco.
El
diapiro de Poza de la Sal es, sin duda, uno de los grandes atractivos
del pueblo. Con un diámetro de 2,5 kilómetros, esta formación es el domo
salino más grande de Europa y uno de los más espectaculares del mundo.
Su origen se remonta a millones de años atrás, cuando el agua salada
quedó atrapada y se evaporó, dejando depósitos que los movimientos
tectónicos moldearon en una estructura circular casi perfecta.
Este lugar no solo es impresionante desde un punto de vista visual, sino también por su importancia científica. Fue declarado Punto de Interés Geológico en 1983 y atrae a geólogos y curiosos por igual, que buscan entender cómo la naturaleza ha creado algo tan singular.
La
historia de Poza de la Sal no se puede contar sin hablar de sus
salinas, que durante siglos fueron el corazón económico de la villa.
Desde la época romana hasta el siglo XVIII, cuando alcanzaron su apogeo,
las salinas llegaron a producir más de 100.000 kilos de sal al día.
Este "oro blanco" no solo enriqueció al pueblo, sino que también dejó un
legado cultural que sigue vivo.
Hoy, las salinas son un importante reclamo turístico gracias al Centro de Interpretación de las Salinas, ubicado en la antigua Casa de Administración de las Reales Salinas. Este espacio permite a los visitantes descubrir cómo se extraía la sal en el pasado, con técnicas tradicionales que incluían la perforación de cañas, la introducción de agua dulce y la evaporación en eras.
El Ayuntamiento de Poza de la Sal también está llevando a cabo un proyecto para rehabilitar las Salinas de Rusalado, con el objetivo de preservar este patrimonio y fomentar su valor turístico. Según María Negrero, arqueóloga encargada del proyecto, estas iniciativas se basan en estudios históricos que documentan el esfuerzo y las técnicas de los antiguos salineros.
Poza de la Sal es mucho más que un pueblo con historia. Es un lugar que combina naturaleza, tradición y actividades para todos los gustos. Desde explorar las rutas de senderismo y admirar el diapiro hasta perderse por su casco antiguo o descubrir los secretos de sus salinas, este rincón de Burgos tiene algo especial para cada visitante.Como el Festival de Charangas que ya acumula una década de éxito de público.
Hay algo mágico en ellas. Ya sea al aire libre o bajo techo, las charangas tienen ese poder único de invitar a cantar y bailar, incluso cuando parece que no apetece. Su energía contagiosa es imparable y, casi sin darse cuenta, quienes las escuchan acaban sumándose a la fiesta. Esa capacidad de encender el ánimo es lo que mantiene vivo, año tras año, el Festival Nacional de Charangas de Poza de la Sal. Un evento que no para de ganar reconocimiento, creciendo en popularidad con cada edición. Detrás de esa aparente improvisación y desenfreno hay horas y horas de ensayo, además de una organización impecable. Todo para ofrecer alegría en estado puro para las cerca de 10.000 personas que acuden a este pueblo burgalés, a veces desconocido, pero que está cargado de sorpresas.