domingo, 22 de diciembre de 2024

-Poza de la Sal y su diapiro.

 Enlace: https://www.elcorreodeburgos.com

 El diapiro de Poza de la Sal es el mas grande Europa

Poza de la Sal se encuentra entre esos pueblos de Burgos que son únicos en nuestra geografía. Desde la cascada más alta de España, a la cueva más profunda o la cavidad sumergida más larga, pasando por el monumento más grande o el bosque más bello. En el caso de Poza, el gran protagonismo se lo lleva la sal. Sus salinas y el espectacular diapiro, que es el mayor de Europa. Pero Poza no es conocida solamente por el espectacular domo salino, sino que también es cuna de Félix Rodríguez de la Fuente.

Es uno de esos pueblos que tienen todo para una escapada de fin de semana: historia, paisajes increíbles y un montón de cosas por descubrir. Sin embargo, sigue siendo un lugar bastante desconocido, algo sorprendente si se piensa que aquí nació Félix Rodríguez de la Fuente, el famoso naturalista que marcó a toda una generación. Quizá sea ese aire tranquilo y poco explotado lo que lo hace tan especial, ideal para perderse unos días y disfrutar de su encanto único.

Es, además, uno de los muchos pueblos de Burgos que destacan en Castilla y León y en España por ser únicos. En este caso por un capricho geológico de récord, uno de los muchos que abundan en esta provincia tan rica en paisajes, costumbres, gastronomía y monumentos, tanto naturales como históricos y artísticos.

 Ubicado en la comarca de La Bureba, Poza de la Sal está a tan solo 43 kilómetros de Burgos capital, lo que lo convierte en una opción accesible para una excursión o una estancia de fin de semana. La localidad está rodeada por un entorno natural espectacular y marcado por su historia salinera, que le dio fama y prosperidad durante siglos.

 Los almendros ya están en flor en Poza de la Sal y en el Valle de las Caderechas los cerezos alcanzarán su máximo esplendor hacia finales de abril.  E. RIVERO / DIPUTACIÓN DE BURGOS

Aunque la producción de sal ya no es el motor económico del pueblo, el legado de las salinas sigue presente en su paisaje y en la memoria de sus habitantes. Hoy, Poza de la Sal combina su tradición histórica con un enfoque turístico que invita a explorar no solo su casco antiguo y sus salinas, sino también la riqueza geológica de su diapiro y la belleza de las rutas naturales que lo rodean.

Poza de la Sal ha desarrollado una interesante oferta de senderismo que permite a los visitantes conocer mejor tanto el pueblo como su entorno. Estas rutas varían en longitud y dificultad, adaptándose a diferentes públicos, desde caminantes ocasionales hasta amantes de la bicicleta de montaña.

 Entre las opciones más destacadas está la Ruta del Diapiro, un recorrido de unos seis kilómetros que es ideal para los amantes de la geología y los paisajes impresionantes. Esta ruta permite admirar de cerca el diapiro, un fenómeno geológico único en Europa que parece un cráter perfecto. Durante el camino, también se pueden disfrutar vistas del Castillo de Poza, el Altotero y el Castellar, además de las salinas.

 Otra ruta muy recomendada es la que conecta Poza de la Sal con el cercano pueblo de Castil de Lences, un lugar que sorprende a sus visitantes por su tranquilidad y encanto. Este pequeño pueblo, que incluso ha recibido la visita de los Reyes de España, guarda joyas como el monasterio de las Clarisas, un lugar lleno de historia y serenidad.

Para los más aventureros, la ruta conocida como ‘Infierno Pozano’ ofrece una experiencia desafiante en bicicleta de montaña. Este recorrido de 45 kilómetros es un reto popular entre los aficionados a la BTT, que cada mes de julio acuden a competir en una carrera que pone a prueba tanto su resistencia como su habilidad técnica.

 Si hay un momento mágico para visitar Poza de la Sal, es la primavera, cuando los almendros que rodean el pueblo florecen y tiñen el paisaje de blanco y rosa. La Ruta de los Almendros en Flor es una de las más populares entre los visitantes, con un recorrido de unos tres kilómetros que atraviesa las faldas del pueblo.

 Imagen de recogida de la sal.

Además de disfrutar de este espectáculo natural, los visitantes pueden optar por realizar la ruta acompañados por un guía, que comparte datos interesantes sobre los almendros, su floración y la relación de estos árboles con la cultura local.

“La Ruta de los Almendros es una forma de despertar la sensibilidad de los burgaleses y atraer ese turismo de naturaleza, familias. Por su sencillez y cercanía”, explica Padrones, gerente de la Oficina de Turismo de Poza de la Sal. Esta iniciativa ha ganado popularidad en los últimos cinco años, atrayendo a visitantes de toda España e incluso del extranjero, especialmente del País Vasco.

El diapiro de Poza de la Sal es, sin duda, uno de los grandes atractivos del pueblo. Con un diámetro de 2,5 kilómetros, esta formación es el domo salino más grande de Europa y uno de los más espectaculares del mundo. Su origen se remonta a millones de años atrás, cuando el agua salada quedó atrapada y se evaporó, dejando depósitos que los movimientos tectónicos moldearon en una estructura circular casi perfecta.

Este lugar no solo es impresionante desde un punto de vista visual, sino también por su importancia científica. Fue declarado Punto de Interés Geológico en 1983 y atrae a geólogos y curiosos por igual, que buscan entender cómo la naturaleza ha creado algo tan singular.

La historia de Poza de la Sal no se puede contar sin hablar de sus salinas, que durante siglos fueron el corazón económico de la villa. Desde la época romana hasta el siglo XVIII, cuando alcanzaron su apogeo, las salinas llegaron a producir más de 100.000 kilos de sal al día. Este "oro blanco" no solo enriqueció al pueblo, sino que también dejó un legado cultural que sigue vivo.

Hoy, las salinas son un importante reclamo turístico gracias al Centro de Interpretación de las Salinas, ubicado en la antigua Casa de Administración de las Reales Salinas. Este espacio permite a los visitantes descubrir cómo se extraía la sal en el pasado, con técnicas tradicionales que incluían la perforación de cañas, la introducción de agua dulce y la evaporación en eras.

 El Ayuntamiento de Poza de la Sal también está llevando a cabo un proyecto para rehabilitar las Salinas de Rusalado, con el objetivo de preservar este patrimonio y fomentar su valor turístico. Según María Negrero, arqueóloga encargada del proyecto, estas iniciativas se basan en estudios históricos que documentan el esfuerzo y las técnicas de los antiguos salineros.

Poza de la Sal es mucho más que un pueblo con historia. Es un lugar que combina naturaleza, tradición y actividades para todos los gustos. Desde explorar las rutas de senderismo y admirar el diapiro hasta perderse por su casco antiguo o descubrir los secretos de sus salinas, este rincón de Burgos tiene algo especial para cada visitante.Como el Festival de Charangas que ya acumula una década de éxito de público.

 Espectacular panorámica del diapiro de Poza de la Sal. © DARÍO GONZALO

Hay algo mágico en ellas. Ya sea al aire libre o bajo techo, las charangas tienen ese poder único de invitar a cantar y bailar, incluso cuando parece que no apetece. Su energía contagiosa es imparable y, casi sin darse cuenta, quienes las escuchan acaban sumándose a la fiesta. Esa capacidad de encender el ánimo es lo que mantiene vivo, año tras año, el Festival Nacional de Charangas de Poza de la Sal. Un evento que no para de ganar reconocimiento, creciendo en popularidad con cada edición. Detrás de esa aparente improvisación y desenfreno hay horas y horas de ensayo, además de una organización impecable. Todo para ofrecer alegría en estado puro para las cerca de 10.000 personas que acuden a este pueblo burgalés, a veces desconocido, pero que está cargado de sorpresas.

 

-Hortigüela, clave en la prehistoria y en el nacimiento de Castilla.

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Existe un pequeño pueblo en Burgos con poco más de un centenar de habitantes a día de hoy que ha sido clave en el desarrollo de la prehistoria en la península Ibérica. Y no es el pueblo que estás pensando. No es Atapuerca. Hablamos de un cruce de caminos desde hace más de 500.000 años, con una tecnología propia realizada entre sus cuevas y que, tiempo después, fue testigo del nacimiento de un reino que dominaría el mundo, Castilla. 

 La Cueva de San Millan, ubicada en Hortigüela, retrasa el inicio del Paleolítico Superior e instaura una nueva cultura de talla por primera vez en España: el Arlanziense.

Hablamos del pequeño pueblo de Hortigüela La localidad bebe del Valle del Arlanza. Ubicada entre sabinares, en las estribaciones de la Sierra de Mamblas, fue testigo de la llegada de los primeros pobladores de la península. Su rastro lo ha seguido la Fundación Atapuerca y Eudald Carbonell en la zona de Valparaíso. Otro equipo, liderado por Policarpo Sánchez de la Universidad de Valladolid, ha localizado en la cueva Millán un nuevo modo tecnológico que como el musteriense o el olduvayense, tiene nombre vinculado al territorio: el arlanziense.

Son unas pequeñas puntas de 1,5 y 5 centímetros que se fabricaban de manera estandarizada. Se han encontrado en este punto 2.200 restos de su talla y piezas confeccionadas y utilizadas. Son únicas y clave porque podrían marcar el inicio del Paleolítico Superior en la península ibérica. Queda por saber si fueron hechas por neandertales, sapiens o ambos convivieron en este rincón de parajes verdes únicos que bien valen una ruta por la Fuente de las Mozas.  

Un lugar donde pueden practicar natación, trampolín, escalada amateur o incluso espeleología pero que, también, está marcado por la historia. La leyenda del nacimiento del reino de Castilla se relata desde este lugar donde se ubica el famoso Monasterio de San Pedro de Arlanza. Cuenta la leyenda que en la Fuente Azul, un pozo natural del que se conocen 65 metros de profundidad, era donde los cristianos entregaban 100 doncellas como tributo a los temibles musulmanes. Un impuesto al que Fernán González puso fin con una treta: disfrazó a cien guerreros de mozas que acabaron con el enemigo y el sometimiento de la zona a los árabes. 

Verdad o leyenda es lo mismo que envuelve al monasterio de San Pedro de Arlanza que se ha erigido como el germen del Condado de Castilla que, después, se convirtió en reino y cuya corona llego allende los mares. Los documentos fundacionales de Gonzalo Téllez y Fernán González han dado a lo largo de la historia este apelativo. Aunque hay estudiosos que rastrean los legajos históricos descubriendo verdades a medias o auténticas mentiras

La tradición dice que el monasterio, fundado en el año 912 por Gonzalo Fernández, padre de Fernán González, fue el gran centro monástico de la zona cristiana del siglo X al XII. Tuvo actividad hasta la desamortización de Mendizábal en 1835. Desde entonces fue expoliado y sus restos descansan en diferentes puntos del mundo. Por ejemplo, la portada fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional en 1895, el sepulcro de los Condes de Castilla se trasladó a la Catedral de Burgos y valiosos frescos pueden verse en el Museo Metropolitano de Nueva York o en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. 

Tras el abandono y el expolio, en 1931 fue declarado Monumento Histórico-Artístico y se ha sometido a obras de conservación que permiten que esté preparado para las visitas (hasta el 30 de abril de miércoles a domingo de 10.15 a 16.45, cerrado el primer fin de semana de cada mes). 

En el propio pueblo también se puede disfrutar de la Iglesia de la Asunción de la Virgen. Si el monasterio es la gran referencia del Románico tardío, la iglesia de la villa es un ejemplo del gótico pero con un toque singular. Es conocida como 'La Manca' puesto que solo tiene una nave lateral en su crucero. Llama la atención su torre, del siglo XVI, su escalera de caracol y una pila bautismal del siglo XII. 

En la localidad se conservan eremitorios como el de San Roque o San Millán que hablan de la potencialidad de un rincón único. Sus fiestas mayores son en verano, con Nuestra Señora y San Roque. La romería a la ermita de San Millán se celebra cada mes de agosto. 

Hortigüela es un lugar histórico y un enclave único marcado por las Hoces del Río Arlanza y encantos naturales donde el buitre leonado domina los cielos por donde puede conocer el Pinsapo del Arlanza, el roble grande en el camino a la ladera de las Mamblas o realizar rutas a pie o en bici hasta llegar al área de recreo El Torcón donde disfrutar de la esencia de este lugar, cruce de caminos desde los tiempos ya perdidos en la memoria de la especie humana.

Aljibes romanos en Poza de la Sal.

 Enlace: https://www.diariodeburgos.es

 

Los últimos avances en la actual campaña de excavación de la ciudad romana de Flavia Augusta, centrada en una segunda construcción situada en la zona alta del yacimiento, sacan a la luz una edificación que conserva dos aljibes depósitos en los que se almacenaba agua- que conservan en buen estado las escaleras 2.000 años después de su construcción. El importante hallazgo aclara que desde el inmueble en el que actualmente trabaja el equipo de arqueólogos liderado por Esperanza Martín se «abastecía de este bien tan preciado a la población», expone a este periódico la experta.

Las prospecciones realizadas anteriormente en un pequeño área incluido en las «más de diez hectáreas de terreno» que la directora calcula que ocupó el asentamiento durante siglos desvelaron que se trataba de un lugar que podía resolver ciertos misterios, y aunque por el momento desconocen si concuerda con una vivienda de uso particular o un edificio público, a pesar de que las «características correspondan más a uno de utilidad popular», según Martín, ese dato se confirmará en el caso de que las dimensiones de la excavación se incrementen en dirección oeste en futuras campañas. «Si comprobamos que pasaba una calle cerca queda claro que los habitantes acudían aquí a recoger agua», sostiene Martín.

En las últimas semanas de labor han dado con un edificio «bastante complejo» con una zona de muro doble que sustenta una «estructura de grandísimas dimensiones», aclara la arqueóloga. Se ha alcanzado el nivel freático -el superior de una capa freática o de un acuífero general- en todo el sondeo a más de dos metros de profundidad y las columnas talladas localizadas entre los restos indican que los constructores las «cogieron de otros edificios más antiguos».