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La novena semana del voluntariado del monasterio de Santa María de Rioseco, de Valle de Manzanedo, ha recuperado el espacio de la Torre del Abad, la hospedería, las traseras de la iglesia y la despensa
(la cilla) del antiguo cenobio benedictino construido en el siglo XIII,
abandonado tras la desamortización de Mendizábal y recuperado, poco a
poco, a partir de 2010 gracias al colectivo Salvemos Rioseco y las
personas que desinteresadamente participan en labores de limpieza y
restauración.
El coordinador de Salvemos Rioseco, Juan Miguel
Gutiérrez Pulgar, ha destacado la gran labor que han llevado a cabo las
más de 150 personas que se acercaron 29 de julio al 4 de agosto hasta el
norte de la provincia de Burgos para colaborar con esta causa. «La valoración es muy positiva. Hemos avanzado mucho trabajo», ha declarado.
Además
del desescombro de algunas de las dependencias del inmueble, que está
declarado Bien de Interés Cultural (BIC) desde el pasado mes de enero,
Gutiérrez Pulgar ha explicado que se han despejado el camino de
acceso al monasterio desde Manzanedo y sendas por el interior de las
ruinas y se han pintado las verjas. «Ahora da gusto pasear por estas zonas», ha añadido.
Por otro lado, el coordinador de Salvemos Rioseco ha vuelto a hacer
un buen balance del ambiente de amistad y compañerismo que se respiró
durante los siete días que ha durado la experencia. «Ha sido una semana cargada de vitalidad»,
ha asegurado Gutiérrez Pulgar, quien ha subrayado la gran importancia
que tiene esta actividad en Valle de Manzanedo, un pequeño municipio de
Las Merindades que recibió a un número parecido de personas al que
conforman su padrón.
Como es habitual, la semana del voluntariado concluyó con la tradicional fiesta del voluntariado, en la que hubo paella solidaria para todos los asistentes, dos conciertos, una visita teatralizada y talleres infantiles.
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