miércoles, 27 de marzo de 2019

-La digitalización del santuario y la exploración subacuática centran los trabajos en la Cueva Román de Clunia.

 Enlace: www.burgosconecta.es

Uno de los miembros del equipo técnico durante la exploración de Cueva Román de Clunia. Toma de muestras químicas y biológicas para su análisis./Grupo de Tecnologías en Entornos hostiles de la Universidad de ZaragozaLa Clunia romana, ubicada entre los municipios burgaleses de Peñalba de Castro y Coruña del Conde, responde a una meditada decisión. Bajo la ciudad se encontraba una gran reserva de agua, lo que hay se conoce como Cueva Román. Este recurso natural es entendido como una verdadera infraestructura urbana. En su interior se aprecian los trabajos realizados para su aprovechamiento, así como inscripciones y figuras. La ciudad obtenía la mayor parte del agua que consumía de este subsuelo, mediante pozos que alcanzan las lagunas.
Este aljibe no solo indica de dónde obtenían el agua en la Clunia romana. Cueva Román encierra en sus cavidades muchos secretos de la ciudad. En la campaña de este año, como adelanta José Luis Villarroel, catedrático de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Universidad de Zaragoza y coordinador del equipo de trabajo en Clunia, la prioridad la tiene la elaboración del proyecto de digitalización del santuario de la cueva. Además, por primera vez, se va a empezar con la exploración subacuática de una zona inundada «bastante grande» con una cámara sumergible para intentar descubrir posibles continuaciones de la cueva.

En el empeño por encontrar nuevas cavidades, se van a explorar todos los huecos del entorno del cerro de Clunia. «Aquí hay cavidades que están en cuevas ciegas. Bajaremos a una sima que se denomina La Torca, intentando forzar algún paso nuevo», explica Villarroel. Igualmente, se va a concluir con la localización de los pozos de la Cueva Román. Quedan tres por localizar de una veintena que tiene la cueva. Además, se señalan cada uno en el exterior y se indica por dónde va la cueva para que los arqueólogos reconstruyan cómo era la estructura de la ciudad en función del aljibe.
La digitalización es la prioridad. El equipo del Grupo de Tecnologías en Entornos hostiles del Instituto de Investigación de Ingeniería de Aragón de la Universidad de Zaragoza está realizando el modelo digital de la cueva, un trabajo que puede llevar años por las dimensiones de la cueva. «Así los investigadores pueden conocer las coordenadas de cada punto de la cueva», apunta Villarroel.
Igualmente, se está preparando el escaneo de cada una de las figuras de barro e inscripciones que se han encontrado en la cueva para que los investigadores puedan usar las réplicas. Una cosa muy importante de esta cueva y que domina los trabajos es su fragilidad. «Todo lo que hay ahí es barro y puede estropearse en cualquier momento. Es una cueva con una evolución muy rápida y está asegurado que desaparecerá, no sabemos si en una década o en varios siglos», explica este catedrático. Por esta razón, quieren rescatar digitalmente todo lo que hay dentro para que los investigadores tengan a mano toda esa información sin necesidad de bajar a la cueva, para lo que se necesita ser un espeleólogo experimentado.

Villarroel reconoce que para esta campaña, que comenzará en julio, se habían planteado establecer un pliego de condiciones de lo que debería ser el proceso de digitalización.
La monitorización de la cueva es otra de las líneas en las que se trabaja, ya que una alteración podría suponer una degradación de todo o que hay dentro. Igualmente, se estudia la dinámica del agua del interior de la cueva. Los romanos la utilizaban como aljibe pero la cueva solo se llena con agua de lluvia, por lo que se estudian los niveles para saber qué cantidad de agua podían extraer los romanos. Como señala el coordinador del equipo, la cueva está sujeta a grandes estiajes.

Lo que Cueva Román nos cuenta

Cueva Román está practicamente conocida en su totalidad por el interior, lo interesante es descifrar lo que la cueva puede contar sobre los habitantes de la ciudad que se encontraba sobre ella. Villarroel explica que en Clunia ocurrió un «episodio raro». Cuando se construyó el teatro parece ser que la terma más grande dejó de utilizarse, con solo 40 años de vida, y el teatro entró en decadencia. «Esto puede estar relacionado con la bajada del agua de la cueva, lo que hizo que las termas se cerraran. Es algo que estamos investigando», explica Villarroel.
Cueva Román es el elemento diferenciador de Clunia con respecto a otras ciudades romanas. Es el aljibe que está justo debajo y Villarroel asegura que «casos como este existen pocos. Es una peculiaridad que merece ser estudiada. Se trata de un aljible natural que los romanos modificaron a voluntad para poder extraer el agua en condiciones».

La cueva natural la modificaron los romanos de varias maneras, por un lado hicieron canales en su interior y, por otro, hicieron pozos desde el exterior hasta la cueva para extraer el agua. «Desde el punto de vista de suministro de agua a la ciudad es un elemento diferenciador que merece ser estudiado», apunta el coordinador del equipo.

Restos arqueológicos 'intactos'

La importancia de Cueva Román, además de residir en lo que significa, también se encuentra en lo que alberga. Dentro de ella se hallaron restos arqueológicos singulares y en muy buen estado de conservación. La cueva tiene unas condiciones de humedad del cien por cien y una temperatura sobre los 12º durante todo el año.
En Cueva Román, en la zona conocida como Santuario, se han descubierto gran cantidad de inscripciones, figuras de barro, dibujos hechos con el dedo y está plaga de huellas, elementos conservados desde hace 2.000 años sin apenas modificaciones. Lo que ha dado mucho trabajo a los arqueólogos y ofrece mucha información sobre cómo pensaban los romanos y eran sus costumbres. Este material es el que será escaneado para preservarlo digitalmente.
Otra de las peculiaridades de Cueva Román en cuanto a información se encuentra en los pozos. En un determinado momento, todos los pozos de la cueva los cegaron, entorno al siglo V o VI. Echaron por la boca del pozo gran cantidad de materiales de la ciudad, por lo que cada uno es como un almacén de restos arqueológicos muy interesantes. Se han hallado esqueletos de animales y personas, cubos, antorchas y «están como si no hubiese pasado el tiempo», apunta Villarroel.

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