martes, 31 de marzo de 2009

-Craneo de una niña discapacitada en Atapuerca.

Tendría unos 10 años, seguramente era niña, murió en lo que ahora es la sierra de Atapuerca (Burgos) hace 530.000 años y era diferente, tanto que su grupo, su familia, le tuvo que haber prestado cuidados especiales. De lo contrario, no habría sobrevivido. Entonces, su cráneo asimétrico y, probablemente, su cara irregular no engañaron a nadie, porque además, cabe pensar que tuvo capacidades psicomotoras deficientes. Hoy los científicos saben que ese individuo, esa homínido preadolescente, tenía craneosinostosis, una enfermedad rara que afecta a menos de seis personas por 200.000 habitantes en la población actual.

Las claves de esta historia de enfermedad y solidaridad social están en un cráneo que los científicos de Atapuerca encontraron en el yacimiento de la Sima de los Huesos y que hoy presentan en la revista estadounidense Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias.

Casi todas las piezas del cráneo deforme fueron descubiertas en 2001. Al año siguiente encontraron más. "Tenemos más de 30 fragmentos de este cráneo, el número 14 de la colección de la Sima", dice Ana Gracia Téllez (Centro de Evolución y Comportamiento Humanos), líder del estudio. "Al reconstruirlo vimos que era raro, asimétrico", continúa.

La cuestión que se plantearon Ana Gracia, Juan Luis Arsuaga y el resto del equipo fue si un individuo así se valdría por sí mismo en un grupo de cazadores recolectores, si habría sobrevivido varios años sin la ayuda de otros individuos de esta familia. El primer apodo del cráneo 14 en el laboratorio fue Benjamín, "el niño querido", comenta Gracia. "Pero ahora, como creemos que es niña [por la gracilidad de las estructruas óseas], sería Benjamina".

La craneosinostosis es una patología que se caracteriza porque los huesos del cráneo se fusionan prematuramente. "Hoy en día, cuando se presenta en un niño, se le opera normalmente en sus primeros meses de vida para evitar tanto la deformación estética como las posibles alteraciones en el encéfalo", comenta Gracia. "En cuanto a nuestra niña, no sabemos exactamente qué deficiencias psicomotoras tendría, pero hemos descubierto indicios de que podría tener presión intracraneal elevada".

La fusión prematura de los huesos craneales se debe, en algunos casos, a mutaciones cromosómicas. Pero también puede tener un origen traumático o metabólico del feto. En el caso de Benjamina, los científicos se inclinan por el origen traumático. "La madre se dio un golpe, o el feto estaba mal colocado... Descartamos que el problema fuera en el parto", dice Gracia.

Existen en el registro fósil algunos homínidos con alguna carencia que sugiere que serían dependientes de sus congéneres para sobrevivir, pero son indicios controvertidos. Sin embargo, lo de Benjamina parece claro. "El cráneo 14 es el caso documentado más antiguo de craneosinostosis con deformidades neurocraneales, cerebrales y, muy posiblemente, asimetrías en el esqueleto facial", concluyen los científicos de Atapuerca. "A pesar de estas desventajas, el individuo sobrevivió más de cinco años, lo que sugiere que su condición patológica no fue un impedimento para recibir la misma atención que cualquier otro niño del género Homo del Pleistoceno Medio".

En la Sima de los Huesos se han hallado ya miles de fósiles que pertenecieron a 28 individuos, al menos (incluidos 16 cráneos), de diferentes edades y de ambos sexos, de hace 530.000 años, lo que supone un fondo excepcional para hacer comparaciones y estudios.

Fuente: elpais.com

lunes, 23 de marzo de 2009

-Restos arqueológicos en la autovía de Santander a su paso por Quintanaortuño.

Cuando se acometen grandes infraestructuras es bastante habitual que las máquinas se topen con restos arqueológicos y es lo que ha ocurrido con las obras de la autovía de Santander, en concreto en el término municipal de Quintanaortuño. En el páramo se ha localizado un yacimiento arqueológico situado en las proximidades del lugar que ocupó una ermita de la que no queda ningún vestigio.

«Por lo que dicen pueden tratarse de restos de varias épocas y lo que está claro es que no son de una ermita de la que no queda ningún vestigio, ya que ese lugar si estaba localizado y se ha salvado del trazado aprobado porque en su día presentamos una alegación desde el Ayuntamiento que se tuvo en cuenta y está protegido», manifiesta el alcalde de la localidad.

En la zona donde se han localizado los restos, lo más llamativo son unos silos que las palas han dejado al descubierto, «aunque también hablan los arqueólogos de una muralla y una torre de las que no hay ninguna constancia en los archivos municipales», indica González, quien al igual que el resto de vecinos esperan con expectación conocer los resultados de las excavación que realizarán los arqueólogos.

Desde el Ayuntamiento apuestan por proteger los restos y hacer un túnel en esta zona, propuesta que ya realizaron en su día y que ahora retoman al aparecer los restos arqueológicos. «Es la solución más lógica porque se salva el páramo, que siempre ha sido un lugar de paseo y lo vamos a echar mucho de menos, pero en su día desestimaron hacer el túnel porque incrementaba bastante el coste de las obras y ahora vamos a ver lo que pasa con el yacimiento».
Fuene: diariode burgos.es

domingo, 22 de marzo de 2009

-Casa de Miranda. (Museo de Burgos)

El Museo de Burgos nació con motivo de las leyes desamortizadoras iniciadas en 1835 para recoger los bienes artísticos de las comunidades religiosas exclaustradas. Primero, la Comisión Provincial de Desamortización, y, más tarde, la Comisión Provincial de Monumentos, fueron las encargadas de recoger, catalogar y custodiar sus fondos, casi exclusivamente de Bellas Artes. A partir del segundo tercio de este siglo se incrementaron considerablemente las colecciones arqueológicas, procedentes de las excavaciones y hallazgos fortuitos que se han llevado a cabo en la provincia de Burgos.

A lo largo de su historia el Museo estuvo instalado en diferentes sedes, siendo las más destacables el Convento de las Trinitarias (1870-1875) y el Arco de Santa María (1879-1950). En 1955 se trasladó a la Casa Miranda. A partir de 1979 se inició un importante proceso de transformación del Museo, con el fin de ampliarlo y renovar sus instalaciones. La Casa Miranda fue restaurada íntegramente y dedicada a las secciones de Prehistoria y Arqueología. Por otro lado, la Casa de Iñigo Angulo, adquirida por el Estado en 1986, se dedicó a la sección de Bellas Artes.

También forma parte del Museo la Casa Melgosa, destinada a futuras ampliaciones. La sección de Prehistoria y Arqueología consta de ocho salas, distribuidas en dos plantas. Su contenido discurre desde el Paleolítico a la época visigoda. Entre las piezas que se localizan en la misma cabe señalar los conjuntos prehistóricos de la Sierra de Atapuerca, los ajuares de los dólmenes de la Paramera de Sedano, las piezas de las necrópolis de Villanueva de Teba y Miraveche, los restos romanos de Clunia, los materiales de las necrópolis tardorromanas de Cabriana y Hornillos del Camino, así como los sarcófagos paleocristianos de la Bureba.

La Sección de Bellas Artes ocupa cuatro plantas y una entreplanta en las que se disponen nueve salas con obras que abarcan desde el prerrománico hasta el arte contemporáneo. Sobresalen, por su especial interés, una arqueta y un díptico de marfil elaborados por talleres árabes (siglo XI), y el frontal o urna de Santo Domingo, de cobre esmaltado (siglo XII). También merecen destacarse algunos retablos y esculturas góticas, como el sepulcro de Juan de Padilla, realizado por Gil de Siloe (siglo XV), las pinturas de tabla del antiguo retablo de San Pedro de Tejada, de fray Alonso de Zamora (fines del siglo XV), y el conjunto de sargas del monasterio de Oña, de la misma época y autor. Muy interesantes son algunas piezas del Renacimiento, como el retablo de Vileña, de Pedro López de Gámiz (mediados del siglo XVI).

Entre las pinturas conservadas destacan el retrato de Fray Alonso de San Vitores, obra de Juan Rizi (siglo XVII), y otros lienzos de maestros burgaleses de esta misma época, como Diego Polo, José Moreno y Mateo Cerezo, hijo. Finalmente se expone una selección de obras de escultores y pintores burgaleses de los siglos XIX y XX como Andrés García Prieto, Julio del Val, José María Muñoz Melgosa, Vela Zanetti, Modesto Ciruelos o Luis Sáez.